Espa?a muestra sus dos claras
La selecci¨®n empata con Uruguay tras un partido experimental
La conexi¨®n deportivista salv¨® a Espa?a de quebrar la exitosa racha de resultados que ha logrado encadenar el equipo de Javier Clemente. Un par de apariciones de su estrella, Fonseca, y unos cuantos balones bien dirigidos hacia el coraz¨®n del ¨¢rea hab¨ªan bastado a Uruguay para amenazar la reciente trayectoria de la selecci¨®n espa?ola. Al final, los de casa salieron indemnes del tr¨¢mite, tras un centro. preciso de Fran coronado con un, imparable bufido de su compa?ero Donato. Clemente hab¨ªa prometido cambios t¨¢cticos, que se tradujeron en un t¨ªmido incremento de la n¨®mina de peloteros y jugadores de ataque. La f¨®rmula no entusiasm¨® a nadie. Pero este equipo nunca ha pretendido enamorar. S¨®lo conseguir resultados.Hace ya tiempo que Clemente utiliza los partidos amistosos para vacunarse contra sus detractores. Ensaya "variantes t¨¢cticas" como jugar Con dos mediopuntas en vez de uno (en la primera parte) o atreverse incluso con dos delanteros (en el segundo tiempo). Tambi¨¦n ofrece opoortunidades a jugadores que no van mucho con su estilo y de los que suele prescindir en las grandes citas. Al final, el seleccionador acaba carg¨¢ndose de razones para recurrir de nuevo a la flota acorazada cuando llegan los partidos serios. Porque los estilistas suelen fracasar con estr¨¦pito. Anoche desfilaron varios por el equipo y todos mostraron una imagen macilenta, como el conjunto en general. Fran, que acab¨® jugando como segundo delantero, ha vivido esta semana demasiadas sensa ciones como para esperar de ¨¦l una buena faena. Guerrero qued¨® reducido a su papel resi dual de atracci¨®n para las quin cea?eras y Amavisca tampoco aport¨® casi nada. En resumen, Clemente se dio la raz¨®n a s¨ª mismo.
Espa?a marc¨® al minuto y medio en una acci¨®n confusa protagonizada por Pizzi, que sirvi¨® para que la defensa uruguaya anunciase de salida sus amistosas intenciones. La val¨ªa de los futbolistas del equipo suramericano se revel¨¦ directamente proporcional a su fama. La defensa, integrada por jugadores muy poco conocidos fuera de su pa¨ªs, fue un desastre. No mostr¨® contundencia y envi¨® ladrillos a sus centrocampistas. Unos cuantos metros m¨¢s adelante empezaban a aparecer los nombres con solera (Bengoechea, Poyet, Franc¨¦scoli y Fonseca). Ah¨ª s¨ª que los uruguayos fueron capaces de producir f¨²tbol y causar alg¨²n estrago.
El gol inicial no sac¨® el partido de su previsible languidez. Era una cita intrascendente, la noche estaba muy fr¨ªa y entre el p¨²blico abundaban los poco habituales en el f¨²tbol, como demostraron sus c¨¢nticos de apoyo a la selecci¨®n, rescatados del periodo jur¨¢sico. Espa?a se fue adormilando con el discurrir del tiempo y dej¨® que Uruguay descubriese una mina: los balones largos hacia Fonseca, ¨²n delantero de, una pieza, con carrera, regate y disparo. Los centrales espa?oles le acogieron ense?ando un enorme descosido.
Los suramericanos se sostuvieron el tiempo que aguantaron sus estrellas. Al cuarto de hora de la segunda parte se quedaron de golpe sin Franc¨¦scoli y Fonseca. A partir de entonces, se dedicaron al catenaccio. Eso s¨ª, su defensa se centr¨® m¨¢s en el partido y por lo menos achic¨® balones.
Espa?a fue creciendo casi sin querer. La banda derecha gan¨® frescura con el ingreso de Luig Enrique, mientras Fran empez¨® a coger la onda. Acab¨® justificando su internacionafi dad con un centro que Donato fusil¨® en el ¨¢rea. Los uruguayos saborearon el empate porque la Espa?a de Clemente inspira respeto. La que es rabiosamen te clementista. La de ayer no asustar¨ªa a nadie.
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