La hora

Son¨® la hora de Paco Ortega en solitario y de su disco La magia del barro. El estilo sincero y personal de este entra?able cantautor, mixtura de rock y flamenco, salt¨® a la palestra, arropado por la extraordinaria calidad de un numeroso acompa?amiento musical.Ya iba siendo hora de que Alaska dejara ver su melena pelirroja sobre un escenario. Fangoria vuelve a la carga con sonidos envolventes y ritmos bailables. Hacen trampa. Prometen Trance, pero dan canciones, que tampoco es cosa desde?able. Con alarde tecnol¨®gico y sobria puesta en escena, exploran el misticismo sonoro, mientras Olvido realiza coreograf¨ªas orientales y presta su voz fr¨ªa a textos cr¨ªpticos y sugestivos.

?Ser¨¢ la hora de que el rythm'n?blues ocupe el lugar que antes tuvo el jazz? Presentaron ¨¢lbum Ferroblues y, como de costumbre, no decepcionaron. Por cierto, sus teloneros, Jam Sex, tambi¨¦n explotan la mina del sonido negro y muy bien, por cierto.

La madrugada no es, desde luego, la hora m¨¢s indicada para que empiece una actuaci¨®n de tres grupos. Aunque sean los del sello Esan Ozenky, creado por los Negu Gorriak. A esas horas es casi imposible disfrutar de m¨²sica alguna, mucho menos cuando la mente ha de hacer un esfuerzo para tratar de conectarse con sonidos recios, cantados en ingl¨¦s y en eusquera. A pesar de, ello, hubo ocasi¨®n de comprobar que Ama Say posee un excelente nivel de noise pop. Anestesia demostr¨® que se le puede seguir la pista a bandas tan salvajes como Pantera y, en cuanto a los Bap, a eso de las tres de la ma?ana hubo que escoger entre m¨²sica y horas de sue?o. Ganaron las ¨²ltimas. ?No podr¨ªan empezar los conciertos a una hora m¨¢s razonable? ?Pongamos las 10 de la noche? Recu¨¦rdese que el p¨²blico del rock deber¨ªa ser gente joven, no vampiros.