En la claustrofobia de una zona minada
La primera ocasi¨®n en que vi a Patricia Highsmith fue con motivo de un ahora lejano Festival de Cine de San Sebasti¨¢n; en el desayuno se sent¨® en la mesa contigua a la m¨ªa, encendi¨® un prominente habano y pidi¨® a un estupefacto camarero bourbon y caf¨¦. La ¨²ltima, en abril de 1987, se debi¨® a que la novelista daba una conferencia en L¨¦rida y yo la presentaba. Cenamos juntos, tomamos unas copas y se mostr¨® extraordinariamente divertida; gracias a este encuentro averig¨¹¨¦ que, antes de escribir Extra?os en un tren, se hab¨ªa ganado la vida escribiendo guiones para tebeos de superh¨¦roes, a veces con destino a Capit¨¢n Marvel, pero sobre todo en el marco de la serie The Black Terror, cuyo protagonista era un boticario que hab¨ªa logrado fuerza. excepcional gracias a una f¨®rmula qu¨ªmica de propia invenci¨®n."Leer una novela de Patricia Highsmith es como tomar el t¨¦ con una peligrosa bruja" sentenci¨®, una vez, un cr¨ªtico. Y es obvio que las obras de Higlismith desprenden un cierto hechizo, quiz¨¢ porque su enfoque de la novela criminal renuncia a usos y costumbres del g¨¦nero y, en cambio, revela influencias de escritores como Henry James y Dostoievski.
Con relaci¨®n a buena parte de los libros de Dostoievski, la escritora coment¨® que "se les llamar¨ªa libros de suspense si fueran publicados ahora por primera vez". Sin embargo, rechazaba que se la catalogase como una novelista de g¨¦nero criminal; una actitud, por cierto, en que la hab¨ªan antecedido autores tan caracter¨ªsticos de la novela negra como James M. Cain, Horace McCoy y David Goodis. La causa de esta postura resid¨ªa obviamente en el escaso prestigio de la narrativa sobre el crimen en los c¨ªrculos literarios y en los ¨¢mbitos de la denominada alta cultura.
Psicolog¨ªa criminal
Queda claro, en cualquier forma, que los m¨¢s elevados escalones de la novela negra integran verdadera creatividad literaria y que casi siempre se ha situado a Highsmith en ellos. La novelista surgi¨® precisamente de una concreta tendencia del g¨¦nero de psicolog¨ªa criminal plasmada por escritoras, que se desarroll¨® en los a?os cuarenta.
En la globalidad de esta aproximaci¨®n femenina al universo del crimen hab¨ªa m¨¢s violencia interior que exterior, destacaba la influencia del psicoan¨¢lisis, aparec¨ªan con notaciones de horror ante los acontecimientos relatados y subyac¨ªa un romanticismo neog¨®tico. Highsmith se distanci¨® por medio de una fr¨ªa disecci¨®n de los sentimientos individuales y de un manifiesto desinter¨¦s por las veleidades rom¨¢nticas. Resulta curioso constatar que, mientras la creadora de Tom Ripley escrib¨ªa sus primeras novelas, avanzaba en la narrativa negra una corriente de novelistas masculinos que se caracterizaba por todo lo con trario, el recurso al lirismo.
Calificada abusivamente como reina de la novela negra (un t¨ªtulo que se deber¨ªa atribuir m¨¢s bien a Dorothy B. Hughes), Highsmith ha fascinado por el encanto diab¨®lico de sus mundos claustrof¨®bicos, donde las psicolog¨ªas criminales de los personajes hacen patentes no pocas ambig¨¹edades, y por su subterr¨¢nea y permanente insinuaci¨®n de que nuestra sociedad est¨¢ minada por toda clase de explosivos.
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