Tavernier y Ferrara muestran el sello de la autor¨ªa
Disparatadas quinielas invaden el ¨²ltimo d¨ªa de una deleznable competici¨®n
Como de costumbre en los finales de las competiciones cinematogr¨¢ficas los peri¨®dicos adelantaron rumores que anuncian los premios que se conceder¨¢n esta noche. Entre ellos hay tremendos disparates, lo que se corresponde con el disparatado conjunto de pel¨ªculas seleccionadas. Mientras tanto, se exhibieron filmes de los estadounidenses Bruce Beresford y Abel Ferrara y del franc¨¦s Bertrand Tavernier. El primero, nada. Los otros dos vuelven al cine de g¨¦nero, d¨¢ndole un pronunciado sello de autor¨ªa y acusada originalidad.
Entre las dos docenas y media de pel¨ªculas que han desfilado durante los ¨²ltimos 12 d¨ªas en las pantallas del Zoo Palast y el Kongreshalle berlineses, tan s¨®lo cuatro merecen la consideraci¨®n de cine. El resto ha sido simulaci¨®n, unas veces por impotencia y otras por desverg¨¹enza, de cine. Pero hay una serie de premios establecidos de antemano y hay que repartirlos todos forzosamente entre las pel¨ªculas seleccionadas, por indignas que sean de verse.El disp¨¢rate se hace as¨ª inevitable, pues hay que sacar de donde no las hay seis o siete pel¨ªculas, por lo que esta noche habr¨¢ carcajadas de grueso calibre sarc¨¢stico, cuando se pronuncien t¨ªtulos de algunos engendros (como ¨¦l franc¨¦s Las cien y una noches y el israel¨ª Sh'chur) que tienen toda la pinta de inevitable, a no ser que alg¨²n sector significativo del jurado tenga el coraje de romper la baraja y acorazarse en su derecho a la independencia de criterio, neg¨¢ndose a colaborar en la farsa: Cosa improbable, pues, estos d¨ªas ha quedado patente que la ley del negocio predomina aqu¨ª sobre la del arte de manera abrumadora.
Nader¨ªa
Y si a la sensiblera nader¨ªa de Bruce Beresford, Oto?o silencioso, sucedi¨® ayer una arriesgad¨ªsima (y, por tanto, meritoria entre tal abundancia de cine cobarde), pel¨ªcula de terror del neoyorquino Abel Ferrara titulada La adicci¨®n y un magn¨ªfico thriller del franc¨¦s Bertrand Tavernier titulado L'appat, no hay que hacerse demasiadas ilusiones de que estos dos modelos gen¨¦ricos con marcado sello de cine personal obtengan alg¨²n refrendo en la lista de premios.
Pueden, tal como est¨¢ el patio, irse de vac¨ªo, como puede ocurrirles a las americanas Smoke y Nobody's fool, a la espa?ola El rey del r¨ªo, y a la mexicana El callej¨®n de los milagros, que son las obras mejor logradas, con gran diferencia, el batiburrillo de desperdicios que pueden beneficiarse con el r¨ªo revuelto del conjunto selecionado, indigerible donde los haya.
S¨®lo han concurrido en esta Berlinale tres pel¨ªculas de fuste: Smoke, El rey del r¨ªo y L'appat. Pero Wayne Wang, Guti¨¦rrez Arag¨®n y Bertrand Tavernier, y sobre todo los dos ¨²ltimos, son sorprendentemente ignorados en la ecograf¨ªa prefabricada del rumor alem¨¢n, que lanza sus sondas y anzuelos por otros lados que, de confirmarse, dar¨ªan la puntilla a esta deleznable edici¨®n de la Berlinale, desvelando por v¨ªa indirecta ¨¦sa su condici¨®n.
El jurado tiene en realidad en la mano la resoluci¨®n inteligente y digna de este atolladero: concretando en estos tres filmes los premios globales y aislando de algunos otros (por ejemplo, la gran creaci¨®n de Paul Newman en Nobody's fool o la de la actriz protagonista del filme chino Rosa roja) algunas de sus calidades parciales. Pero el hecho de que estas obras de empaque hayan sido concentradas por los programadores en los dos d¨ªas finales del concurso, lo que impide a los medios de comunicaci¨®n concentrarse en ellas, es un mal s¨ªntoma: no son obras del gusto de la organizaci¨®n y es ¨¦sta, al elegir el d¨ªa de su proyecci¨®n y los miembros del jurado que ha de valorarlos, la que mueve los hilos que conjugan los gustos y los intereses de cada uno de ellos y la que, por consiguiente, tiene la ¨²ltima palabra.
Babelia
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