Un congreso medi¨¢tico
La cobertura, total y directa, del congreso nacional del PSD por los dos canales de televisi¨®n y las principales emisoras privadas de radio, constituy¨® un acontecimiento de gran relevancia en la vida pol¨ªtica portuguesa. Los medios de comunicaci¨®n del Estado -RTP y RDP- no pod¨ªan quedarse atr¨¢s y, durante tres d¨ªas, millones de portugueses pudieron ver y o¨ªr todo lo que acontec¨ªa en la sala y los pasillos del Coliseo de los Recreos de Lisboa, mejor incluso que los dirigentes, delegados y militantes del partido del Gobierno.1 Los telespectadores que no simpatizan con el PSD o no se interesan por la pol¨ªtica (la mayor¨ªa, seg¨²n las encuestas de opini¨®n) no tuvieron a lo largo de todo un fin de semana (y hasta altas horas de la madrugada) otra alternativa que seguir los programas culturales del segundo canal p¨²blico o buscarse otro entretenimiento.
Decenas de c¨¢maras de televisi¨®n y un batall¨®n de periodistas con micr¨®fono en pu?o no se limitaron a registrar los discursos y los movimientos de los oradores. Objetivos indiscretos filmaron los menores incidentes, situaciones ins¨®litas, comentarios y reacciones.
Observadores, curiosos, analistas profesionales y l¨ªderes de los partidos de la oposici¨®n fueron solicitados para dar su opini¨®n sobre los m¨¦ritos, virtudes y defectos de los candidatos a la sucesi¨®n de An¨ªbal Cavaco Silva en un verdadero ejercicio de democracia virtual sin precedentes en la historia de la democracia portuguesa..
Por primera vez, la telegenia del aspirante a l¨ªder, su capacidad de arrancar aplausos, risas o emociones, fueron medidas, y comentadas en directo.
Prueba temible
Una prueba temible para cualquier pol¨ªtico experimentado, capaz de destruir en segundos una carrera pol¨ªtica en ciernes. Por ejemplo, Luis Felipe Menezes, l¨ªder de la mayor federaci¨®n del PSD y brazo derecho de Nogueira, tuvo que renunciar a la candidatura a vicepresidente, del partido tras provocar una bronca monumental con una frase infeliz sobre la tradicional rivalidad entre Lisboa y Oporto.
Es dif¨ªcil medir cu¨¢ntos votos m¨¢s o menos merecieron las canas, la barba y la simpat¨ªa personal de Nogueira, frente a la fogosidad, el rigor intelectual y el color de la corbata de Dur?o.
Una cosa es cierta: con vistas a futuras elecciones legislativas, el mayor partido portugu¨¦s trat¨® de encontrar al l¨ªder m¨¢s capaz de sobrepasar la crisis de influencia que los m¨¢s l¨²cidos atribuyen a los errores y fallos de 10 a?os de gobierno. El cambio y la renovaci¨®n quedaron para des pu¨¦s. Ahora de lo que se trata es de ganar elecciones, y ah¨ª la imagen es lo que vale.
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