El Rayo se conforma con un tibio triunfo
Los de Paquito no quisieron despellejar al M¨¦rida, que jug¨® 45 con nueve
Gan¨® el Rayo al l¨ªder, pero sali¨® el aficionado madrile?o refunfu?ando, como cabreado. Luego, delante del aperitivo, expondr¨ªa sus quejas: "?Hombre, es que hemos jugado todo el segundo tiempo contra nueve y no hemos hecho ning¨²n gol!". El razonamiento es correcto, pero el que puede argumentar el t¨¦cnico y los jugadores rayistas, tambi¨¦n: se ha ganado a un directo rival por la lucha por el ascenso y adem¨¢s se ha mejorado la diferencia de goles particular, ya que el M¨¦rida venci¨® en su terreno por la m¨ªnima (1-0).El M¨¦rida tuvo un paso fantasmag¨®rico por Madrid. Si no llega a ser por los festivos 3.000 seguidores que acudieron a Vallecas se podr¨ªa imaginar que all¨ª no hab¨ªa ning¨²n representante extreme?o. Por el campo se mov¨ªan unos chicos de rojo, pero cada vez eran menos y mas cabizbajos.
Todav¨ªa no hab¨ªan tocado el bal¨®n la mitad de los jugadores extreme?os cuando ya les hab¨ªa ca¨ªdo un yunque encima: ten¨ªan un gol en contra (marcado, para mayor fatalidad, en propia meta por Salguero) y un jugador menos. Esta ¨²ltima circunstancia hay que ponerla en el saco positivo de On¨¦simo.
Ten¨ªa Momparlet una tarjeta amarilla cuando On¨¦simo cogi¨® el bal¨®n, levant¨® la cabeza (s¨ª, a veces tambi¨¦n lo sabe hacer) y mir¨® a su derecha, pero no encontr¨® su objetivo. Su presa estaba en la izquierda. Momparlet pic¨®, meti¨® la pierna y el peque?o delantero del Rayo exager¨® la ca¨ªda. El M¨¦rida, con un jugador menos.
Todav¨ªa pod¨ªa dar guerra el M¨¦rida. No es la primera vez que un equipo con 10 levanta un partido. Pero los dos ¨²ltimos minutos de esta primera parte les sepultaron. El proyectil de Chesa que acab¨® en la red abri¨® la herida; la expulsi¨®n de Monreal mand¨® al M¨¦rida al hospital. Daba pena ver a los nueve jugadores del M¨¦rida salir a disputar los segundos 45 minutos. Cabizbajos, comenzaron a perder tiempo desde el primer segundo. On¨¦simo, mientras tanto, se relam¨ªa. "Me voy a hinchar", debi¨® pensar. Y desde el primer minuto cont¨® con espacios para correr a sus anchas. Quince minutos dur¨® el atrac¨®n de On¨¦simo. En ellos estrell¨® un bal¨®n en el larguero, dio un par de balones de gol, se regate¨® a los pocos jugadores emeritenses que quedaban y provoc¨® un par de penaltis.
El ¨¢rbitro s¨®lo se?al¨® uno, que el propio On¨¦simo desperdici¨®. Y como sus compa?eros no estaban por la labor de humillar al M¨¦rida, de despellejar a un rival que jugaba con nueve, tambi¨¦n ¨¦l decidi¨® dormir. La pereza del Rayo fue tal que los aficionados extreme?os acabaron por acompa?ar con ol¨¦s las jugadas trenzadas de su equipo.
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