El administrador de Barings acepta la oferta de compra del grupo holand¨¦s ING
La entidad bancaria y aseguradora holandesa Internationale Nederlanden Groep (ING) inform¨® esta que su oferta para comprar el banco de negocios brit¨¢nico Barings, que quebr¨® el pasa do lunes, ha sido aceptada por los administradores designados por el Banco de Inglatera (Ernst & Young). Mientras, nuevas revelaciones parecen confirmar la responsabilidad de los directivos de Barings en la quiebra.
"Acabamos de firmar un acuerdo para comprar pr¨¢cticamente todos los negocios de Barings", asegur¨® el portavoz de ING, Ruud Polet, en Amsterdam. Poco despu¨¦s la noticia era confirmada en la sede de Barings en Londres. Polet no facilit¨® sin embargo detalles sobre el precio de compra o la f¨®rmula empleada, y se limit¨® a remitir a un posterior comunicado de los administradores. ING se ha enfrentado a la competencia de un consorcio encabezado por su archirival holand¨¦s ABN, para hacerse con el banco m¨¢s antiguo de Gran Breta?a.Barings jug¨® demasiado fuerte, a trav¨¦s de uno de sus j¨®venes operadores, Nick Leeson, en el mercado de derivados en las bolsas de Jap¨®n y Singapur. Leeson espera su extradici¨®n en una c¨¢rcel alemana, pero cada vez est¨¢ m¨¢s claro que la responsabilidad de lo ocurrido descansa sobre los hombros de todo el equipo directivo de Barings.
Se trataba de un banco familiar manejado a trav¨¦s de los a?os por un pu?ado de nobles, herederos de una familia procedente de Holanda. La titularidad del imperio estaba en manos de una fundaci¨®n caritativa de forma que, a la larga, los grandes perdedores en este torbellino que se ha tragado la vieja instituci¨®n, ser¨¢n los hipot¨¦ticos beneficiarios de esa caridad.
Analistas, curiosos y expertos se preguntan c¨®mo ha podido ser. ?C¨®mo es posible que en una semana un cambio de fortuna se haya tragado un banco con m¨¢s de dos siglos de historia? La respuesta acaso est¨¦ en la nueva fase postcapitalista en la que se mueve el mundo. Los bancos de negocios comercian a gran escala sin mover un dedo. Los tratos se realizan a velocidad de v¨¦rtigo, gracias a las posibilidades de la electr¨®nica. Barings -igual que otros bancos- se ech¨® en brazos de la modernidad de la mano de Cristopher Heath, un genio del comercio que vislumbr¨® inmensas posibilidades en los mercados del Sureste Asi¨¢tico. Manejando con destreza el mercado de futuros de Jap¨®n y los pa¨ªses orientales, Heath consigui¨® enormes beneficios para Barings en los 80. Diez a?os despu¨¦s, Leeson jug¨® tambi¨¦n sus bazas, aunque con menor fortuna. Representante de una legi¨®n de j¨®venes, no necesariamente inteligentes, pero s¨ª llenos de ambici¨®n y osad¨ªa, j¨®venes que se queman en dos o tres a?os de actividad directa en las bolsas internacionales, Leeson pas¨® en unos pocos a?os a manejar la divisi¨®n de derivados de la oficina de Singapur de Barings. Algo que en realidad manejan miles de operadores en todo el mundo. La diferencia reside en una simple cosa: la prudencia. Los derivados -instrumentos financieros cuyo precio se basa en un supuesto movianiento de valor de un activo concreto- pueden proporcionar gigantescos beneficios y gigantescas p¨¦rdidas. Lo normal es que los operadores apuesten en dobles direcciones, manteniendo la cautela. Lo malo es que la actividad de Leeson, en un momento dado, dej¨® de ser la de un operador de Bolsa para entrar de lleno en la de un jugador de ruleta.
Su apuesta al ¨ªndice Nikke¨ª 225 result¨® fallida, pero el Leeson jugador la dobl¨® esperando un cambio de fortuna que no lleg¨® a producirse. Sin embargo, su curiosa historia se ha revelado llena de inc¨®gnitas. A lo largo de la se mana, la prensa brit¨¢nica ha ido despejando algunas de ellas. Se ha sabido, por ejemplo, que desde 1992, los directivos de Barings estaban advertidos de los riesgos en los que estaba incurriendo su oficina de Singapur. Se ha sabido, que las autoridades reguladoras de la banca en Estados Unidos amenazaron con cerrar el a?o pasado la oficina de Barings en Nueva York, debido a graves errores de funcionamiento.
Directivos de Barings conoc¨ªan adem¨¢s desde agosto pasado, gracias a una auditoria interna del grupo, el arriesgado estilo de funcionamiento de Leeson. Pese a ello, la entidad sigui¨® gir¨¢ndole desde Londres inmensas sumas de dinero en met¨¢lico para ir apuntalando sus sucesivos tratos.
En la City de Londres, algunos brokers gritaron "que lo cuelguen", cuando se supo de la detenci¨®n de Nick Leeson. El cordero estaba servido para el sacrifio. Pero la ¨²ltima responsabilidad de la historia descansa en los hombres del honorable Peter Barings, de 59 a?os, presidente del grupo, heredero de la saga Barings que espera en silencio la ominosa venta. de Barings por una simb¨®lica libra para presentar su dimisi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.