Con la tecnolog¨ªa, la curiosidad puede durar toda una vida
El presidente de Microsoft ensalza las posibilidades de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n.
Cuando observo lo que la tecnolog¨ªa est¨¢ empezando a ofrecer a los ni?os, me gustar¨ªa volver a ser ni?o.Los ni?os nacen con un mont¨®n de talento y de curiosidad. Est¨¢n hechos para explorar el mundo y averiguar c¨®mo encajan en ¨¦l. Dedican una asombrosa energ¨ªa a las cosas que les interesan. Por ejemplo, algunos ni?os pueden decir de corrido docenas de disparatados nombres de dinosaurios.
A medida que se van haciendo mayores, los ni?os pierden parte de su curiosidad. Es lamentable, porque en el mundo de hoy, las personas con mente curiosa pueden llegar m¨¢s lejos.
Cuando se responde a las preguntas de un ni?o de una forma ingeniosa, ¨¦ste sigue preguntando. ?sta es una de las razones por las que son tan importantes los maestros atentos y los padres que ayudan a sus hijos.
Pero si el adulto est¨¢ demasiado ocupado o no puede responder a una pregunta, o si el libro de texto no satisface las necesidades particulares de un ni?o, a menudo la curiosidad se marchita. Cuando se frustra una y otra vez la curiosidad, pueden perderse el placer y las ganas de aprender.
He conservado parte de mi curiosidad infantil, pero me gustar¨ªa tener m¨¢s. Estoy seguro de que un mont¨®n de gente se siente de la misma manera.
Hoy, los ni?os de todo el mundo pueden aspirar a disponer de herramientas que ayudan a mantener la curiosidad al satisfacerla de formas muy sugestivas. Precisamente ahora empiezan a estar disponibles estas herramientas multimedia, porque la gente va averiguando por fin c¨®mo aunar el poder de los ordenadores con la enorme necesidad de una educaci¨®n mejor.
Un ordenador multimedia puede manejar programas interactivos que combinen texto, fotos, im¨¢genes de v¨ªdeo y sonido. Interactivo significa que un programa est¨¢ organizado de tal manera que la persona que utiliza el ordenador controla lo que ve y oye.
Por ejemplo, una ni?a interesada en el sistema solar podr¨ªa utilizar un programa que le permitiera elegir cualquier planeta o sat¨¦lite que quisiera estudiar.
Podr¨ªa ver fotos, escuchar narraciones, examinar diagramas y leer los detalles. Si no supiera algo -la diferencia entre un planeta y un sat¨¦lite, pongamos por caso-, podr¨ªa averiguarlo.
Para que esto funcione, hay que poder disponer casi instant¨¢neamente de una informaci¨®n abundante. En su mayor parte, esto se hace hoy almacenando informaci¨®n en los CD-ROM, unos discos id¨¦nticos en todo a los compactos musicales, excepto que tambi¨¦n reproducen textos, fotos e im¨¢genes de v¨ªdeo.
Sin embargo, dentro de pocos a?os casi toda la informaci¨®n multimedia llegar¨¢ a trav¨¦s de redes de informaci¨®n de alta velocidad, que conectar¨¢n todos los colegios y empresas y tambi¨¦n la mayor¨ªa de los hogares. Estas redes, denominadas en conjunto autopista de la informaci¨®n, prometen hacer llegar cantidades pr¨¢cticamente ilimitadas de informaci¨®n.
S¨¦ que hay escepticismo. Tambi¨¦n hubo reparos contra la introducci¨®n de ordenadores en los colegios, porque estaban orientados a los ex¨¢menes. Los ordenadores no se utilizaban realmente para impartir conocimientos, sino para examinar el nivel de conocimientos. Esto dio a los ordenadores un papel negativo que no hizo ning¨²n bien. Pero ahora que los ordenadores pueden satisfacer la curiosidad y hacer m¨¢s divertido el aprendizaje, las posibilidades resultan emocionantes.
Los ni?os gozan de una sensaci¨®n de destreza. Est¨¢n orgullosos de saber m¨¢s sobre algo que un adulto que admiren. Un ordenador puede nutrir esa sensaci¨®n de destreza recordando lo mucho que ha aprendido y anim¨¢ndole a estudiar m¨¢s.
El reforzamiento positivo desencadena un deseo de descubrir m¨¢s. Incluso los ni?os de tres a?os pueden verse recompensados con sorpresas como personajes que se asoman de repente a la pantalla y los aplauden. Los ni?os se vuelven locos con cosas as¨ª.
Siempre me ha impresionado ver a los peque?os jugar con grandes programas, como la serie Living Books, publicada por Brederbund and Random House. Con muy poca pr¨¢ctica, ni?os que apenas tienen edad para enlazar frases pueden utilizar un rat¨®n para explorar acogedores mundos haciendo clic aqu¨ª o all¨¢ en la pantalla para ver lo que sucede.
Las herramientas multimedia no sustituir¨¢n a maestros y padres m¨¢s que los libros de texto, y tampoco convertir¨¢n la lectura en algo menos importante que ahora. Pero las im¨¢genes y los sonidos a?aden much¨ªsimo a la experiencia educativa.
Muchos colegios ofrecen ya unos cuantos ordenadores, que tambi¨¦n est¨¢n invadiendo masivamente los hogares. En todo el mundo la gente compra m¨¢s ordenadores personales que autom¨®viles. No todas las familias pueden permitirse ahora tener ordenador, pero sus precios, cada vez m¨¢s bajos, podr¨¢n rivalizar con el tiempo con los de los televisores. Colegios, bibliotecas, oficinas gubernamentales y locales comunitarios tendr¨¢n numerosos ordenadores, de forma que ning¨²n ni?o se ver¨¢ privado de uno.
Siempre soy optimista. Creo que los ni?os que crezcan teniendo acceso a estos recursos conservar¨¢n m¨¢s esa curiosidad suya en la edad adulta. Francamente, me dan un poco de envidia.
A veces recibo cartas de ni?os que me dicen que quieren ser como yo cuando sean mayores. Pero cuando me fijo en lo que va a ser posible en los pr¨®ximos a?os, desear¨ªa ser un ni?o que estuviera creciendo ahora.
registrado 1995, Bill Gates.
(Distribuido por New York Times Special Features).
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