La Polic¨ªa Montada, al abordaje
. "Atenci¨®n Ottawa, aqu¨ª patrullera Sir Wilfred Grenfell, del servicio de Guardacostas. El barco espa?ol ha logrado rechazar los intentos de abordaje y no detiene los motores. Otros cinco pesqueros nos hostigan. Pedimos permiso para lanzar r¨¢fagas de advertencia". En 10 minutos el mensaje de la patrullera Sir Wilfred Grenfell ten¨ªa respuesta, ordenada por el propio Jean Chr¨¦tien, primer ministro de Canad¨¢: "Adelante".Cuatro r¨¢fagas de ametralladora del calibre 0.50 convencieron al capit¨¢n del Estai, Eduardo Davila Gonz¨¢lez, y a los 30 hombres de la tripulaci¨®n de que la cosa iba en serio. Eduardo Davila orden¨® que todos se pusieran a cubierto y fren¨® la carrera. Los dem¨¢s pesqueros se perdieron entre la niebla. Un comando especial de la Polic¨ªa Montada del Canad¨¢ abord¨® el Estai, dej¨® al capit¨¢n en el puente de mando y a lo marineros en sus camarotes y organiz¨® la expedici¨®n hacia Saint John's.
A pesar de que la acci¨®n del jueves era solamente la segunda ocasi¨®n en la historia en la que los guardacostas canadienses disparaban para conseguir inmovilizar a un barco, la caza y captura del Estai no tuvo nada de improvisado. Desde hace tiempo exist¨ªa un plan operativo, dirigido por el Departamento de Pesca, para detener y abordar a los pesqueros que desafiaran las decisiones del Gobierno de Ottawa sobre la explotaci¨®n pesquera de los Grandes Bancos.
El Departamento de Pesca tiene su propia dotaci¨®n de guardacostas y patrulleras para hacer cumplir las normas, pero puede pedir ayuda, si lo considera necesario, a la Polic¨ªa Montada, y cuenta tambi¨¦n con la posibilidad de recurrir al uso de helic¨®pteros, fragatas y destructores de la Marina.
Salvas de aviso
El jueves, despu¨¦s de varios d¨ªas de reuniones de planificaci¨®n a partir de los datos sobre las capturas de los pesqueros espa?oles y portugueses, el guardacostas y el remolcador del Departamento de Pesca, Cape Roger y Leonard J. Cowley, respaldados por la patrullera Sir Wilfred Grenfell, con los comandos de la Polic¨ªa Montada, se lanzan a por el Estai.
El pesquero gallego desoye los llamamientos para que detenga su marcha. Desde el remolcador se disparan salvas de agua, insuficientes tambi¨¦n para que el Estai pare las m¨¢quinas. El guardacostas se acerca al pesquero y tiende escalas para abordarlo. Ya en pleno combate, los marineros del Estai empujan las escalas y cortan las redes con las que faenaban, pensando que todav¨ªa era posible la fuga. Otros cinco pesqueros trataban de estorbar la maniobra de los canadienses, y la niebla, que permit¨ªa una visibilidad inferior a los 200 metros, parec¨ªa echar una mano.
En ese momento la patrullera solicit¨® y obtuvo permiso para pasar a mayores y lanzar las r¨¢fagas de advertencia. La persecuci¨®n acab¨®. "No somos ingenuos, sab¨ªamos muy bien lo que est¨¢bamos haciendo y yo, personalmente, aprob¨¦ la operaci¨®n", dijo despu¨¦s el primer ministro Chr¨¦tien. "No es un acto de pirater¨ªa, como afirma Bruselas, sino un acto de patriotismo, el de proteger desesperadamente los ¨²ltimos bancos pesqueros", asegur¨®, enardecido, Brian Tobi, ministro de Pesca y motor de la estrategia contra los barcos espa?oles y portugueses. "Esta flota nunca ha jugado limpio", asegur¨® Tobi, ahora mismo el hombre m¨¢s popular en su nativa provincia de Newfoundland.
Hoy en el muelle del puerto de Saint John's, entre los escasos testimonios de solidaridad con el Estai se encontrar¨¢ el embajador espa?ol en Ottawa, Jos¨¦ Luis Pardos, llegado ayer. En principio, el capit¨¢n del pesquero ser¨¢ puesto a disposici¨®n judicial, la tripulaci¨®n podr¨¢ volver a casa y el barco quedar¨¢ inmovilizado, pendiente del proceso.
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