Crimen y verg¨¹enza
Una comisi¨®n de las Naciones Unidas y otra de la CIA norteamericana han emitido sendos informes que, partiendo de informaciones independientes entre s¨ª, coinciden en concluir que aproximadamente el 90% de los cr¨ªmenes de guerra y de la llamada limpieza ¨¦tnica en los casi cuatro a?os de guerra en los Balcanes ha sido cometido por fuerzas serbias. Se?alan que, a la vista de la forma en que fueron cometidos, est¨¢ claro que son parte de una pol¨ªtica aplicada de forma sistem¨¢tica y organizada.Estas afirmaciones no sorprenden a nadie que haya sido testigo en esta guerra o haya seguido su desarrollo con un m¨ªnimo de lucidez y honestidad. Las grandes operaciones de limpieza ¨¦tnica en la Krajina y Eslovenia croatas, primero, y en Bosnia oriental, despu¨¦s -infinitamente m¨¢s brutal esta ¨²ltima-, fueron ejecutadas todas siguiendo el mismo patr¨®n, con plena coordinaci¨®n entre el ej¨¦rcito yugoslavo y las bandas paramilitares, y -esto ya no lo dice la CIA ni la ONU, sino yo- por ¨®rdenes de Belgrado.
El terror ejercido contra la poblaci¨®n bosnia no fue una consecuencia colateral de los combates, sino el medio fundamental del ej¨¦rcito y las bandas paramilitares para lograr su objetivo m¨¢ximo, la expulsi¨®n de todos los habitantes no serbios de regiones enteras. Para lograr hacer huir a estas gentes, tan apegadas a sus casas y tierras, hab¨ªa que inocularles p¨¢nico. Para ello no era suficiente la abstracta amenaza de muerte. Hac¨ªan faltan una y mil veces ejemplos de horror, im¨¢genes y relatos sobre hombres, mujeres, ni?os y ancianos muertos y mutilados, que hicieran huir despavorida a la poblaci¨®n superviviente.
Gracias al terror generado en el primer a?o de guerra, no tuvieron las autoridades serbias que mantener a m¨¢s prisioneros que los imprescindibles para el intercambio, unos cuantos campos de concentraci¨®n y alguno de exterminio para liquidar a prisioneros que pod¨ªan engrosar las filas combatientes del enemigo.
Lo lamentable de estos informes es que servir¨¢n de muy poco. La limpieza ¨¦tnica en los territorios ocupados por las fuerzas serbias en Croacia y Bosnia es ya casi total. Y la pr¨®xima -previsible en el calendario de tragedias balc¨¢nicas-, la de los albaneses en la zona norte de Kosovo, se har¨¢ cuando nadie recuerde estos informes. Tan s¨®lo desenmascaran una vez m¨¢s al ej¨¦rcito de tontos e hip¨®critas -pol¨ªticos y plumas mejor o peor retribuidas- que, desde Occidente, han equiparado siempre culpas de unos y otros para apuntalar pol¨ªtica e intelectualmente la pasividad ante el crimen y garantizar as¨ª, por medio de la impunidad, el apoyo objetivo a los criminales.
Al menos hay un tribunal internacional en La Haya para juzgar dichos cr¨ªmenes, objetar¨¢ alguno. Nadie duda de la sinceridad del esfuerzo de los magistrados que lo componen. Pero hay que ser ingenuo para creer que podr¨¢ ejercer su funci¨®n. Es muy posible que su existencia sea moneda de trueque en la negociaci¨®n para arrancarle a Serbia alguna concesi¨®n. En todo caso, y despu¨¦s de lo visto, no debe extra?ar que los serbios no anden sobrados de respeto a la ONU y que se tomen a broma las demandas de entrega de compatriotas acusados de cr¨ªmenes de guerra.
Precisamente para evitar verg¨¹enza a tanto pol¨ªtico occidental y a mucho criminal serbio -hoy supuestamente amantes de la paz-, la CIA manten¨ªa en secreto su informe. Ha sido filtrado a la prensa por alg¨²n funcionario harto de tanta ceguera y mala fe. Pero que nadie crea que empa?ar¨¢ la imagen de adalid de la paz de Milosevic que difunden ahora los mediadores. Porque, con fuerza y voluntad de usarla, Belgrado puede molestarnos. M¨¢s, en todo caso, que los gemidos de sus v¨ªctimas. Seguiremos por ello congeniando con el verdugo. Por comodidad. Confirmamos as¨ª que, en este fin de siglo, el cr¨ªmen lleva al ¨¦xito, y ¨¦ste a la impunidad y al reconocimiento. Queda el triste consuelo de que hoy ya nadie puede llamarse a enga?o.
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