Pinto Font¨¢n se asoma por fin a Las Terrazas
Un juez imputa delitos de estafa y falsedad a 11 personas, entre ellas cuatro empleados de La Caixa
Cuentan los amargados moradores de Las Terrazas de Aravaca que Jos¨¦ Luis Pinto Font¨¢n, de 54 a?os (el avezado promotor de frustrados proyectos inmobiliarios, como el de Nuevo Versalles, en Fuenlabrada), sol¨ªa apelar a Dios para apaciguar las iras que provocaba en los vecinos la lentitud de las obras. "Est¨¢ ah¨ª arriba y nos ve...", gesticulaba, intentando convencerles de que los trapicheos que se le atribu¨ªan no pegaban con sus profundas convicciones religiosas.Pero los meses pasaban y la prometida culminaci¨®n de las casas y de las zonas verdes de Las Terrazas segu¨ªa casi tan estancada como al principio, all¨¢ por 1991. Meses despu¨¦s, los vecinos decidieron acudir a los jueces. Hoy, 23 de marzo de 1995, todav¨ªa est¨¢n indignados. "Cuando le ve¨ªa comulgar en misa todos los domingos, me' daban ganas de sacarle de all¨ª de los pelos", asegura una de las vecinas.
Jos¨¦ Luis Pinto Font¨¢n cambi¨® de apellido tiempo despu¨¦s de desaparecer en los a?os setenta tras dejar empantanado y lleno de deudas su proyecto lilegal de Nuevo Versalles. Y -ya como G¨®mez-Pinto, seg¨²n su nuevo carn¨¦ de identidad- promovi¨®, a principios de los noventa, las 450 casas de Las Terrazas de Aravaca. Los dos bancos que le concedieron ingentes cr¨¦ditos -La Caixa y Cajamadrid- no repararon en que se trataba del mismo constructor al que en su d¨ªa se dio por insolvente (y pese a lo cual ha residido durante estos a?os en una mansi¨®n de Somosaguas; por supuesto, a nombre de una empresa). En esa lujosa casa le encontr¨® este peri¨®dico en junio de 1991, cuando intentaba reconstruir la historia de Nuevo Versalles, el frustrado barrio que sali¨® del olvido al ser demolidas -una vez superados toldos los inconvenientes burocr¨¢ticos- las estructuras de aquella urbanizaci¨®n. Si de Nuevo Versalles, con un reguero de deudas, sali¨® indemne de la justicia, todo indica que la suerte de Pinto Font¨¢n le ha abandonado en Las Terrazas.
Hoy en d¨ªa s¨®lo unas 50 viviendas est¨¢n habitables en esta nueva promoci¨®n. All¨ª s¨®lo se atisba desolaci¨®n: esqueletos de bloques cercanos a, la ruina, edificios de oficinas vac¨ªos, materiales de obra amontonados y oxidados alrededores... S¨®lo dos de los 11 proyectados, tienen vida. En ellos residen unas 25 familias (la mayor¨ªa, bastante acomodadas) que aguardan a un God¨®t incierto.
Y all¨¢ donde haya desolaci¨®n y sufrimiento est¨¢n los subasteros. Dos de los m¨¢s expertos ama?adores de pujas que circulan diariamente por los Juzgados de la Plaza de Castilla reba?ando con malas artes las casas que les embargan a otros por impago de la hipoteca han conseguido meter la cabeza en Las Terrazas: tan revueltas se hallan las aguas en esta urbanizaci¨®n -por culpa de los supuestos manejos y estafas de Pinto Font¨¢n- que algunas entidades. bancarias est¨¢n ejecutando hipotecas por impago. "Los subasteros se han quedado tres pisos por la mitad de su precio real; y uno de ellos est¨¢ habitado incluso", se quejan, impotentes y asombrados, vecinos de Las Terrazas.
Tras una compleja investiga ci¨®n que ocupa 2.600 folios, el Juez parece haber desenmascarado por fin a Pinto Font¨¢n (quien se ha negado en innumerables ocasiones a hablar con EL PA?S). Desde que dej¨® en la estacada a miles de humildes familias que aspiraban a una casa en los 21 edificios ilegales proyectados en la urbanizaci¨®n Nuevo Versalles en Fuenlabrada, Pinto Font¨¢n apenas tiene nada a su nombre. Pero a juzgar por una re por ning¨²n sitio el nombre de Pinto Font¨¢n. Pero en esta ocasi¨®n, cuando el juez se hizo cargo del asunto, uno de sus testaferros ciente resoluci¨®n judicial, todo indica que Pinto Font¨¢n, algunos de sus omnipresentes testaferros y vanos empleados de La Caixa pueden sentarse dentro de unos meses en el banquillo de los acusados por delitos de estafa y falsedad en relaci¨®n con Las Terrazas. El juez ya ha remitido su auto inculpador a las partes per sonadas en las diligencias.
En los papeles de Aravaca Somosaguas, SA, la empresa que promovi¨® Las Terrazas -urbanizaci¨®n ideada para 450 viviendas de lujo con un coste que osc¨ªla entre los 40 y los 100 millones de pesetas cada una-, no figura le delat¨® como el aut¨¦ntico art¨ªfi ce de Las Terrazas. En un auto que tiene fecha del pasado 28 de febrero, el juez llega a la siguiente conclusi¨®n: "El[ aut¨¦ntico due?o de la empresa [Aravaca Somosaguas], la persona que aporta el dinero, quien decide todos los t¨¦rminos de la negociaci¨®n con La Caixa [la entidad que financi¨® parte de la operaci¨®n inmobiliaria]; quien, en suma, ten¨ªa la ¨²ltima palabra, a quien todos se remiten y para quien todos act¨²an como testaferros es Jos¨¦ Luis G¨®mez Pinto Font¨¢n".El meollo de] asuntoLa presunta estafa parte de los siguientes hechos,La sociedad Aravaca Somosaguas -y en su nombre Pinto Font¨¢n- se reuni¨® en su d¨ªa con los vecinos y les dijo que las viviendas les ser¨ªan entregadas en junio de 1991.No cumpli¨® con su palabra. Ante el evidente retraso de las obras -y, por tanto, de los plazos de pago al banco-, Francisco Casals Ribes, miembro del comit¨¦ de riesgos de La Caixa y entonces director regional de esta entidad en Madrid, convino con Pinto Font¨¢n modificar las condiciones del pr¨¦stamo hipotecario en el que deb¨ªan subrogarse los compradores de las casas (es decir, los compradores pagan la hipoteca suscrita por el promotor, como ocurre habitualmente, una vez que ocupan la vivienda). Esa modificaci¨®n, seg¨²n explica el juez en el citado auto, "se hizo a espaldas de los compradores ", a pesar de que estaba estipulado que cualquier variaci¨®n deb¨ªa contar con su aquiescencia. Sobre todo si ello -como es el caso- implicaba un mayor coste econ¨®mico.Es entonces cuando Juan M¨ªnguez G¨®mez, arquitecto director de la obra y presidente oficial de Aravaca Somosaguas; Carlos Garc¨ªa Yanes, aparejador y administrador de esa sociedad, y Carlos Pinilla Utrilla, arquitecto de la sociedad de tasaci¨®n designada por La Caixa, "emiten, con fecha 1 de abril de 1991, falsas certificaciones" dejando entrever que las obras ya hab¨ªan concluido (y, por tanto, los compradores pasaban a pagar el pr¨¦stamo). Pero las casas segu¨ªan inconclusas. De hecho, hasta el oto?o de 1992 no se empezaron a habitar algunos bloques.
Con estas "falsas certificaciones" se pretend¨ªa desbloquear la entrega de los 164 millones que La Caixa se hab¨ªa comprometido a prestar a Pinto Font¨¢n una vez terminadas las obras. Nunca antes. Pero como corr¨ªa el tiempo y tampoco hab¨ªa dinero para acabarlas, La Caixa accedi¨® a entregar anticipadamente esa suma. Se acababa as¨ª la aut¨¦ntica garant¨ªa" que ten¨ªan los compradores, seg¨²n el juez, para ver terminadas sus casas (pues Pinto Font¨¢n ya no necesitaba acabarlas para obtener el dinero).
El juez imputa falsedad en documentos y estafa a 11 personas, unas como cooperadoras y a otras como autoras. Entre ellas, a varios directivos de La Caixa, a Pinto Font¨¢n y a varios de sus hombres de paja. Seg¨²n el magistrado, en la modificaci¨®n unilateral del pr¨¦stamo hipotecario intervinieron, por parte de La Caixa, Lisardo. Romero L¨®pez, Jes¨²s Fern¨¢ndez Arribas, Delfin Arbizu de Brito y Manuel Vel¨¢zquez Lorenzo; y por parte de Aravaca Somosaguas, Antonio D¨ªaz Jara, Celso Pastor Gaitero y Carlos Garc¨ªa Yanes, este ¨²ltimo asiduo compa?ero de viaje de Pinto Font¨¢n como testaferro (persona interpuesta para ocultar al verdadero gestor) en muchos de sus frustrados proyectos.Escrito judicialEl juez relata en su escrito: "A pesar de la modificaci¨®n de las condiciones del pr¨¦stamo hipotecario, a espaldas de los compradores, las obras no se terminan. Y hacia junio de 1992 se cit¨® ante un notario de Madrid a algunos de los compradores. para elevar a escritura p¨²blica los contratos privados de compraventa. Al llegar al despacho notarial, [los compradores] se encuentran con la desagradable sorpresa", agrega el magistrado, "de que Aravaca Somosaguas, SA, se niega a firmar las escrituras si [¨¦stos] no abonan importes relativos a intereses de preamortizaci¨®n pendientes de pagar por parte de Aravaca a La Caixa. Esos intereses, seg¨²n los contratos de compraventa, deb¨ªa pagarlos la constructora". Las cantidades de intereses qu¨¦ les exig¨ªan oscilaban entre 600.000 y cerca de tres millones de pesetas, dependiendo de la dimensi¨®n de la vivienda. Algunos vecinos, por miedo a perder sus casas, accedieron a pagar; otros se negaron. "La cuerda" se rompi¨® por el lado m¨¢s d¨¦bil, destaca el juez.
El magistrado entiende que se ha cometido una estafa: "Al haber obtenido los sujetos activos [Pinto Font¨¢n y compa?¨ªa] ventaja, provecho, utilidad o beneficio derivado de haber conseguido fuertes cantidades de dinero, en algunos casos a cambio de nada". Y a?ade: "La Caixa se reserv¨® un 20% del pr¨¦stamo - 164 millones- para ser entregado [a la promotoral al finalizar la obra, una vez vendidos los pisos y con autorizaci¨®n [expresa] de los compradores. Confiados en tal garant¨ªa,los compradores accedieron a ir abonando a cuenta, a una entidad desconocida [Aravaca Somosaguas] sin el respaldo de escrituras p¨²blicas pero con el respaldo de La Caixa. Cuando La Caixa conoce perfectamente que se han ido vendiendo pisos y que la obra va mal, conviene [con Pinto Font¨¢n] cambiar las condiciones del pr¨¦stamo (...) El perjuicio para los compradores es evidente. Es costumbre inveterada de muchas inmobiliarias y entidades financieras hacer valer su posici¨®n privilegiada sobre el modesto consumidor", remata el juez.
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