Por que son contraproducentes las privatizaciones
El autor mantiene que el Gobierno ha acometido una err¨®nea pol¨ªtica de gastos e ingresos y se opone a la pol¨ªtica de privatizaci¨®n apoyada por el Gobierno
Adem¨¢s de no existir base cient¨ªfica sobre la mayor o menor eficiencia de una empresa en base a su titularidad -p¨²blica o privada-, los ide¨®logos de las privatizaciones en nuestro pa¨ªs olvidan interesadamente varias cuestiones. La primera es la importancia de la dimensi¨®n de la empresa -de gran relevancia ante el fen¨®meno de globalizaci¨®n de la econom¨ªa-, no s¨®lo en el ¨¢mbito del mercado, sino tambi¨¦n en el ¨¢mbito de la producci¨®n con la subcontrataci¨®n y las alianzas estrat¨¦gicas, concentraci¨®n de capital, disponibilidad de tecnolog¨ªa, etc¨¦tera.Son factores relacionados con las caracter¨ªsticas de las empresas transnacionales, y lo cierto es la inexistencia pr¨¢ctica de empresas espa?olas en la lista de las 100 empresas industriales internacionales y las que existen son (eran) de control p¨²blico.
La segunda, nuestra escasa capacidad de ahorro interno, por lo que la venta masiva de patrimonio p¨²blico -aun con los mercados de capital a la baja- se traducir¨¢ en una mayor penetraci¨®n de capital exterior, que arrebatar¨¢ un mercado y no necesariamente impulsar¨¢ la empresa comprada. Tercero, el sector privado de la econom¨ªa espa?ola ha constatado su debilidad schumpeteriana: no ha sido capaz de crear empleos netos en los ¨²ltimos 20 a?os (1974-1994), tal como dice el documento Una pol¨ªtica industrial para Espa?a: una propuesta para el debate, del Ministerio de Industria.
B¨¢sicamente, pensamos que las privatizaciones disminuir¨¢n las posibilidades de instrumentalizar una pol¨ªtica industrial activa, que permita a la econom¨ªa espa?ola aliviarse de sus problemas estructurales y superar con mayor facilidad la crisis de empleo en la que nos encontramos. La empresa p¨²blica, en nuestro pa¨ªs, y con la tipolog¨ªa de empresas existentes, es un instrumento fundamental de la pol¨ªtica industrial por su capacidad para elaborar y difundir tecnolog¨ªa -incorporando como pioneros a sus procesos productivos los requerimientos ambientales que estimamos precisos-, su potencialidad en econom¨ªas de escala, su tir¨®n de demanda a la pyme en la necesaria subcontrataci¨®n, su efecto de localizaci¨®n espacial, su dimensi¨®n para negociar equilibradamente con el capital trasnacional y las sinergias industriales y financieras que tiene ese capital.
Por ejemplo, en lo que respecta al esfuerzo en investigaci¨®n y desarrollo (I + D), nuestro pa¨ªs se encuentra a gran distancia de los niveles alcanzados por las potencias industriales., Nadie duda de la necesaria potenciaci¨®n de la I + D. Ahora bien, en t¨¦rminos de I+ D aplicada directamente a la industria, la escasa dimensi¨®n media de las empresas espa?olas impide ser optimistas en este aspecto (s¨®lo las empresas de tama?o medio / grande est¨¢n en condiciones de acometer este proceso). El dominio de las multinacionales en el segmento de las empresas de mayor tama?o es patente, de forma que el llamado efecto-sede conduce a localizar preferentemente los esfuerzos en I + D en los pa¨ªses donde est¨¢n ubicadas las matrices. Las ¨²nicas empresas espa?olas de mayor tama?o se encuentran en los grupos p¨²blicos, raz¨®n que invitar¨ªa, precisamente, potenciarlos.
No obstante, se intentan justificar las privatizaciones bajo una serie de argumentos:
En primer lugar, los sectores conservadores mantienen que la empresa p¨²blica es menos eficiente que la privada. Ni la realidad ni la teor¨ªa parecen compartir esta afirmaci¨®n. Los comportamientos que se aducen como generadores de ineficiencias en la empresa p¨²blica son igualmente constatables en las grandes corporaciones privadas y, por tanto, no atribuibles a la titularidad p¨²blica de la empresa, sino a la gesti¨®n de las mismas. La realidad muestra que existen empresas p¨²blicas tanto o m¨¢s eficientes que sus hom¨®logas privadas.
Como bot¨®n de muestra: Repsol, Argentaria o Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA). Asimismo, los resultados negativos que registran algunas empresas p¨²blicas no tienen su origen en problemas de eficiencia, sino que se explican, porque se sit¨²an en sectores de demanda en retroceso (Hunosa, etc¨¦tera) o se trata de empresas que prestan un servicio p¨²blico donde gran parte del beneficio que generan tiene un car¨¢cter social y, por tanto, es externo a su cuenta de resultados (Renfe). Parte de la situaci¨®n actual de la empresa p¨²blica se debe situar en el haber del Gobierno socialista. As¨ª, la compra por parte de ENDESA (p¨²blica) de malos activos de Sevillana de Electricidad (privada) es una muestra de que los malos h¨¢bitos de ¨¦pocas anteriores se repiten.
En segundo lugar, privatizar para reducir el d¨¦ficit p¨²blico es un argumento manido desde posiciones liberales. No obstante, las privatizaciones (pol¨ªtica de "pan para hoy y hambre para ma?ana") no tienen en cuenta que la evoluci¨®n del d¨¦ficit sigue luna pauta estructural que se explica por la evoluci¨®n de los ingresos y gastos p¨²blicos ordinarios. Los ingresos extraordinarios y coyunturales a los que dan lugar las privatizaciones pueden servir para maquillar la cifra de d¨¦ficit p¨²blico durante un ejercicio, pero ¨¦ste vuelve a sus niveles habituales al a?o siguiente si no se alteran los componentes y prioridades de ingresos y gastos.
A¨²n m¨¢s, debido a la ca¨ªda de los ingresos por dividendos consecuencia de la venta de acciones, el nivel de d¨¦ficit podr¨ªa estar por encima incluso del nivel tendencial. Como esto es sabido, nos tememos que una vez derribado el muro de las empresas p¨²blicas rentables se entre directamente en la contrarreforma fiscal, tanto a nivel de ingresos como de gastos p¨²blicos, tras la contrarreforma laboral.
En tercer lugar, la popularizaci¨®n del capitalismo entendida como el acceso de la clase media a la propiedad empresarial a trav¨¦s del dise?o de operaciones de privatizaci¨®n que permitan al peque?o y mediano ahorrador comprar acciones. ?ste fue un argumento especialmente utilizado por Margaret Thatcher en el proceso privatizador brit¨¢nico. Se intenta confundir la figura del ciudadano con, la del peque?o propietario, al que se le convierte en detentador de lo p¨²blico.
En la pr¨¢ctica, los peque?os ahorradores venden los t¨ªtulos -despu¨¦s de obtener una plusval¨ªa a corto plazo-, y al final del proceso los t¨ªtulos terminan en manos de los inversores con intereses en el sector. Es revelador, por ejemplo, la confesi¨®n de Javier G¨²rpide, vicepresidente del BBV, caya, reconociendo la falta en Espa?a de inversores institucionales en renta variable que aseguren la configuraci¨®n de un accionariado nacional, por lo que impl¨ªcitamente reconoce la transferencia, m¨¢s que potencial, al exterior de futuras empresas productivas p¨²blicas (nacionales). Adem¨¢s, por si alguien no lo sabe, el sector empresarial p¨²blico espa?ol es uno de los m¨¢s peque?os de Europa, por lo que se demuestra el car¨¢cter medi¨¢tico de la campa?a contra el patrimonio de todos los ciudadanos/as.
Si, como piensa Izquierda Unida, la empresa p¨²blica se entendiese como una fuente de creaci¨®n de empleo y los gobernantes y gestores estuviesen m¨¢s preocupados por vender sus productos que por vender la empresa, se podr¨ªa acometer una pol¨ªtica de desarrollo que acabar¨ªa repercutiendo positivamente sobre los gastos (por la disminuci¨®n del paro) y los ingresos presupuestarios. Por el contrario, una err¨®nea pol¨ªtica, inversora, de gastos y de compras del Estado, ha favorecido un despoblamiento de capacidad productiva interna e incrementado el d¨¦ficit: AVE, moratoria nuclear...
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