Decepcionante G-7
UNA VEZ m¨¢s, la decepci¨®n constituye el m¨¢s visible de los resultados con que se ha saldado la reciente reuni¨®n del Grupo de los Siete (G-7). Coincidiendo con la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), los siete pa¨ªses m¨¢s ricos -Estados Unidos, Alemania, Jap¨®n, Reino Unido, Francia, Italia y Canad¨¢- se han enfrentado nuevamente al principal problema que justific¨® hace 10 a?os su renacimiento: la inestabilidad financiera internacional y, en particular, la motivada por el tipo de cambio del d¨®lar.En octubre de 1985? el denominado acuerdo del Plaza inaugur¨® una etapa en la coordinaci¨®n entre los grandes, cuyo prop¨®sito m¨¢s concreto fue frenar la tendencia apreciadora que defin¨ªa entonces el tipo de cambio del d¨®lar, principal responsable, seg¨²n la Administraci¨®n de Reagan, del deterioro en las cuentas exteriores de aquella econom¨ªa. La situaci¨®n hoy es bien distinta. La continua depreciaci¨®n del d¨®lar ha pasado a constituir una sena amenaza sobre el crecimiento del comercio internacional y, en general, de la econom¨ªa mundial. As¨ª lo ha advertido el propio FMI, que por primera vez ha denunciado de forma expresa la manifiesta incapacidad de ese grupo de pa¨ªses para garantizar un cierto grado de coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas entre los grandes. A ello se a?aden las perturbaciones a que se ven sometidos los mercados financieros por la situaci¨®n fiscal estadounidense, determinante de ese dudoso privilegio que ostenta hoy ese pa¨ªs de ser el principal deudor del resto del mundo.
Es general la reclamaci¨®n de que Estados Unidos asuma sus compromisos con la estabilidad financiera y controle los efectos adversos asociados al actual tipo de cambio de su moneda. Sin embargo, no lo es la forma. de afrontar la reducci¨®n de esas tensiones en los mercados. Estados Unidos, Alemania y Reino Unido no favorecen la existencia de acuerdos tendentes a limitar las fluctuaciones de los tipos de cambio, a los que se muestran mas proclives Francia y Jap¨®n.
La reciente reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s oficiales en Alemania y Jap¨®n hab¨ªa llegado a generar ciertas expectativas de coordinaci¨®n, que se han visto desautorizados a tenor de la resistencia de la Reserva Federal estadounidense a elevar los suyos. El resultado no es otro que el mantenimiento del d¨®lar en niveles hist¨®ricamente bajos y la percepci¨®n por los operadores financieros de que en modo alguno se ha puesto fin a eventuales depreciaciones adicionales frente al marco alem¨¢n y, en especial, frente al yen. De persistir esta inestabilidad originada por la falta de confianza en la moneda americana, podr¨ªamos asistir a una contenci¨®n del ritmo de expansi¨®n del comercio y de la econom¨ªa mundial, pero tambi¨¦n a senas alteraciones en el funcionamiento de las relaciones monetarias internacionales.
Las autoridades japonesas, por ejemplo, est¨¢n considerando la reducci¨®n de la importancia que la moneda americana tiene en las reservas exteriores de ese pa¨ªs y su directa sustituci¨®n por oro y marcos alemanes. No muy distintas podr¨ªan ser las actitudes de algunas organizaciones de exportadores que siguen utilizando el d¨®lar como principal moneda vehicular y, en particular, la OPEP.
En ese clima de desentendimiento es muy dif¨ªcil que el FMI pueda asumir las tareas de gobernabilidad internacional que ser¨ªan exigibles en un entomo econ¨®mico y monetario crecientemente globalizado y complejo.
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