Un piano y dos Stradivarius

Por acuerdo entre el Patronato Nacional y la Fundaci¨®n Alb¨¦niz comenz¨® anteayer, en el Auditorio Nacional de Madrid, un ciclo de m¨²sica de c¨¢mara en el que se utilizan los Stradivarius del Palacio Real. Por enfermedad de Zakhar Bron, se hizo cargo de la parte violin¨ªstica el laureado int¨¦rprete h¨²ngaro Vilmos Szabadi, quien alternando o en uni¨®n con el pianista Dimitri Basjirov y el violonchelista Iv¨¢n Monighetti desarrollaron un interesante y comprometido programa.Tan singular conjunto nos depar¨® una magn¨ªfica versi¨®n del Tr¨ªo en do mayor, KV 548, de Mozart, y otra, realmente insuperable, del escrito por Shostak¨®vich en la tonalidad de mi menor. La norma hecha gracia propia del m¨²sico salzburgu¨¦s y el sentimiento dram¨¢tico del sovi¨¦tico, menos pat¨¦tico y desolado que en sus ¨²ltimas p¨¢ginas, encontraron en el magisterio del ins¨®lito grupo interpretaciones aleccionadoras.

Valores arquitecturales

En la primera parte, Iv¨¢n Monighetti hizo gala de su t¨¦cnica perfecta y de su sonido pleno y bello en la Suite n¨²mero 3, de Juan Sebastian Bach. No res ponde su concepto al expresivismo human¨ªstico de un Casals o un Rostrop¨®vich, emparentado con las ideas de Schweitzer, sino m¨¢s bien a un fuerte estructuralismo en el que resaltan principalmente los valores arquitecturales de la obra interpretada.

Vilmos Szabadi domin¨® la sonata que Eugene Vsaye dedicara a Enesco de una manera avasalladora. Se trata de una p¨¢gina plagada de dificultades dentro de un contexto de refinada musicalidad. En fin, Szabadi y Monighetti expusieron la extraordinaria Sonata para viol¨ªn y violonchelo, homenaje a Claudio Debussy, de Mauricio Ravel. El racionalismo po¨¦tico del m¨²sico vasco franc¨¦s se torna aqu¨ª intencionada sugerencia impresionista, algo m¨¢gico y prodigioso, como adjetivara Manuel de Falla a Ravel.