Los j¨®venes de Aznar
"?Aqu¨ª est¨¢n / los j¨®venes de Aznar! ?Aqu¨ª est¨¢n / los j¨®venes de Aznar!". Un p¨²blico entregado, que llenaba el pabell¨®n municipal de deportes de M¨®stoles, coreaba el pareado al un¨ªsono y cada vez con m¨¢s fuerza, sin distinci¨®n de edad ni condici¨®n social, sin perder ritmo. Los gritos estremec¨ªan los muros y la techumbre, y la vibraci¨®n realimentaba el entusiasmo. Todo se inundaba de "la moral ganadora" del centro-derecha. Se dejaba sentir el efecto de los sondeos publicados en la prensa de la ma?ana. A todos se les ve¨ªa enardecidos con la miel de las encuestas en los labios.Pasaban las doce y el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, tardeaba. Pese al manejo magistral de los t¨¦cnicos de luz y sonido, resultaba inconveniente seguir conteniendo la impaciencia. Por eso, a las 12.15 se abr¨ªa el port¨®n de cuadrillas y el l¨ªder, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, iniciaba el consabido pase¨ªllo longitudinal desde el extremo opuesto al escenario. Las vallas y el servicio de orden abr¨ªan camino, pero Aznar, sonriente, se arrimaba a uno y otro lado, estrechaba todas las manos que se le tend¨ªan y se dejaba besar por las admiradoras. Al mismo tiempo, la megafon¨ªa lanzaba las notas de la sinton¨ªa electoral del PP -"tar¨ª / tar¨¢ / taritirar¨¢P"- repetida una y otra vez in crescendo, y lograba as¨ª el mismo efecto que Ravel con su bolero de la inminencia.
El turno de oradores en M¨®stoles perm¨ªt¨ªa observar diversos estilos, que, en secuencia de ducha escocesa, iban pasando del calor efectista del candidato local, Fernando Bastarreche (un doble del periodista Graciano Palomo), a la abstracta frialdad de P¨ªo Garc¨ªa Escudero, presidente regional del PP; de la imprevista eficacia mitinera de Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano a la distancia conceptual de Alberto Ruiz Gallard¨®n, candidato a la Comunidad de Madrid. M¨¢s all¨¢ de las formas, todos coincidieron en presentar al PP como abanderado del juego limpio, en las ant¨ªpodas de la campa?a basura de los socialistas. Adem¨¢s, como en la canci¨®n -"?Mami, qu¨¦ ser¨¢ / lo que tiene el negro?"-, se preguntaron qu¨¦ tendr¨¢ el PP que se va a alzar con los gobiernos municipales y regionales all¨ª donde todav¨ªa estaba en la oposici¨®n y que va a mejorar su mayor¨ªa all¨ª donde ya gobernaba, sin acusar desgaste alguno.
M¨®stoles fue elegida para reclamar la victoria por mayor¨ªa, por esa misma mayor¨ªa que hasta 1993 se constitu¨ªa en concepto "intr¨ªnsecamente perverso" cuando estaba en otras manos, pero que ahora, bajo la insignia popular, se asegura que carecer¨¢ de contraindicaciones y de prepotencias. En su turno, el pen¨²ltimo, Gallard¨®n mostraba andares desgarbados, tem¨ªa que las aclamaciones encendidas terminaran por da?arle. Hablaba del sur, de la pol¨ªtica como servicio a los ciudadanos y de Madrid como vanguardia del cambio. Ped¨ªa el voto cr¨ªtico y rechazaba el cheque en blanco, cerrando el camino a que esas cosas se las dijera el l¨ªder m¨¢ximo como ven¨ªa su cediendo en otras plazas. Aznar cerraba las intervenciones. Sub¨ªa al escenario "muy suelto de body".
Le apostrofaban de cojonudo lo mismo que a Carmelo, el portero del Athletic. Aznar dec¨ªa que de esta campa?a le quedaban aIgunas heridas "en las manos, producto de vuestro. afecto". Buscaba la interacci¨®n coloquial. Ofrec¨ªa trabajo estable, vivienda, progreso y reducir a seis meses el servicio militar. Defin¨ªa a la nueva generaci¨®n como la de la democracia, la mejor preparada, la m¨¢s brillante. Entonces, "?vamos a ganar!", entraban a tope la megafon¨ªa y la luminotecnia. Era la apoteosis.
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