Una largu¨ªsima aventura escocesa

La novela cl¨¢sica de sir Walter Scott, que narra como a principios del siglo XVIII en Escocia, Robert Roy, el jefe del clan de los MacGregor, es robado y' deshonrado por el se?or de Cunningham, ha dado lugar a dos pel¨ªculas.Una primera versi¨®n dirigida en 1953 por el ingl¨¦s Harold French con Richard Todd y Glynis Jolins, como protagonistas, una de las primeras producciones con actores de Walt Disney. Y ¨¦sta realizada por el escoc¨¦s Michael Caton-Jones.

A pesar de la indudable calidad del gui¨®n de Alan Sharp, que explica con demasiada minuciosidad la historia con tonalidades de leyenda que tiene entre manos, el problema de esta versi¨®n de Rob Roy no es lo previsible de su desarrollo, como suele ser habitual en el g¨¦nero de aventuras, sino la premiosidad con que est¨¢ narrada.

Por un curioso problema de prestigio, despreciando la tradicional capacidad hollywoodense de s¨ªntesis, las actuales producciones norteamericanas con ciertas pretensiones cada vez son m¨¢s largas. De manera que, pese a contar la misma historia, de los 81 minutos de la versi¨®n de 1953 se ha pasado a los 141 de la versi¨®n de 1995, un crecimiento de una hora en poco m¨¢s de 40 a?os, que da al conjunto una lentitud que hace que m¨¢s que una din¨¢mica pel¨ªcula de aventuras norteamericana, parezca una filos¨®fica producci¨®n europea.

Nada puede contra esta equivocada plasmaci¨®n del tiempo narrativo, tan atribuible a los productores como al propio realizador, que hace que en esta versi¨®n de Rob Roy incluso resulte lento el tradicional duelo final entre el bueno y el malo. Ni la cuidada ambientaci¨®n, ni la belleza de los paisajes, ni el brillante reparto a cuya cabeza se sit¨²an. un Liam Neeson doblado con una engolada voz de anuncio de whisky, una Jessica Lange con un cometido muy por debajo de sus posibilidades y un Tim Roth demasiado exagerado como malo mal¨ªsimo, frente a un mucho m¨¢s eficaz John Hurt.