Ser¨¢ enterrado junto a los muros de la Alhambra
El acad¨¦mico hab¨ªa pedido recibir sepultura en Granada
El cuerpo del arabista, traductor e historiador Emilio Garc¨ªa G¨®mez, fallecido el mi¨¦rcoles por la noche en su casa de Madrid, regres¨® una vez m¨¢s a Granada, como fue su ¨²ltima voluntad. A las ocho en punto de la tarde de ayer, el ata¨²d entr¨® en la casa morisca de la Escuela de Estudios ?rabes, que fund¨® en 1932 con la ayuda de Fernando de los R¨ªos. No m¨¢s de treinta personas aguardaron su llegada en el patio, junto a un estanque cubierto con nen¨²fares. "Don Emilio Garc¨ªa G¨®mez, conde los Alixares" ser¨¢ el escueto epitafio que lleve su tumba. El cad¨¢ver recibir¨¢ sepultura hoy por la ma?ana en el cementerio municipal de Granada, situado precisamente en el recinto monumental ¨¢rabe de la Alhambra que ¨¦l tanto amaba, siguiendo as¨ª su ¨²ltima voluntad manifestada en diferentes ocasiones.
La capilla mortuoria fue montada en Una sala contigua a la gran alberca de la escuela de Estudios ?rabes, que dirigi¨® desde 1932 a 1935. El servicio religioso se celebrar¨¢ hoy, hacia las once de la ma?ana -la hora estaba a¨²n por precisar al cierre de esta edici¨®n- en la iglesia de Santa Mar¨ªa de la Alhambra.Joaqu¨ªn Vallv¨¦, su sucesor en la c¨¢tedra de ?rabe de la Complutense, record¨® anoche en las dependencias de la escuela el asombro con que el mundo acogi¨® la traducci¨®n de sus poemas ar¨¢bigos-andaluces y el eco que tuvo entre sus amigos granadinos: Lorca, Falla y otros tantos. Un ¨¦xito que, a la vista de las repetidas traducciones que se han hecho del libro, no solo en Espa?a sino fuera de ella, es constante.
Casi todos los que velaron. inicialmente el cad¨¢ver de Garc¨ªa G¨®mez eran, de un modo o de otro, disc¨ªpulos suyos. Algunos describieron su talante como docente.
El pintor Miguel Rodr¨ªguez-Acosta evoc¨® la amistad que profes¨® hacia los pintores de su familia. "Recuerdo cuando, siendo yo ni?o, ven¨ªa a mi casa por San Miguel. Luego, cuando escribi¨® Silla del moro, describi¨® aquel atardecer, sus sonidos, sus olores, y habla de un globlo que hab¨ªa tirado Miguel desde el Albaic¨ªn".
Su vinculaci¨®n con Granada permaneci¨® inalterable con el paso del tiempo. El a?o pasado recibi¨® la medalla de la ciudad y dijo que era una buena ciudad para escuchar las trompetas del fin de la vida.
"Si ha tenido una constante l¨ªrica y afectiva ha sido Granada, hasta el ¨²ltimo momento. Un d¨ªa me dijo: 'Cuando me llaman granadino no los contradigo, sino que los dejo hacer'. Disfrutaba cuando confund¨ªan su origen", explic¨® Emilio de Santiago, profesor de Filolog¨ªa Arabe de la Universidad de Granada, quien lo trat¨® personalmente.
"Era un hombre desconocido; ocultaba una personalidad profunda. Aparentaba ser un tipo imp¨¢vido, una roca gran¨ªtica. Derivaba de Ortega pero no era tan sobrio, trasminaba Andaluc¨ªa. Ahora, con la edad, es cuando se vio desprotegido, algo que le hizo perder el gusto por la vida", record¨® De Santiago.
Luis Molina, actual director de la Escuela de Estudios ?rabes, declar¨® ayer: "La escuela ha cambiado con el paso del tiempo, sobre todo por las innovaciones t¨¦cnicas, pero su impronta perdura porque es una forma de trabajo y unos campos espec¨ªficos de estudio".
"Para la Alhambra ha sido una persona fundamental, fue el que volvi¨®. a leer y traducir las poes¨ªas epigrafiadas, en los muros del palacio en Ibn Zamrak, el poeta de la Alhambra, donde a¨²na a sus conocimientos filol¨®gicos una gran sensibilidad", dijo ayer Mateo Revilla, director del monumento.
Babelia
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