El gusto por la bronca
MotorheadLemmy Kilmister (voz y bajo), Phil Campbell (guitarra), Mikkey Dee (bater¨ªa).
Sala Aqualung. Entrada: 900 espectadores. Madrid 1 de junio de 1995.
Vino Lemmy, personaje coherente donde los haya, a dar la sana bronca, y a fe del personal que lo consigui¨®. No necesita de ning¨²n motivo extra para golpear con su rock bestia y voraz, pero no est¨¢ de m¨¢s se?alar que hace 20 a?os que se fund¨® esta m¨¢quina del ruido llamada Motorhead. En estas dos d¨¦cadas de fidelidad al sonido propio, vocacionalmente m¨¢s cercano al punk que al heavy metal, s¨®lo hay tres decisiones que los ac¨¦rrimos del grupo no han aceptado plenamente. La primera fue el fugaz fichaje del guitarrista Brian Robertson, hace 12 a?os.
El siguiente paso afect¨® al sector brit¨¢nico de su afici¨®n, que se sinti¨® un tanto decepcionado cuando la banda decidi¨® trasladarse a tierras californianas un lustro atr¨¢s. Y la ¨²ltima fue hace dos temporadas, en el momento en que a Lemmy le dio por componer una balada en pleno reinado y ¨¦xtasis del vatio orgulloso. Como si no tuviera derecho...
Tres ¨²nicas excepciones que no hacen bajarse del burro a los incondicionales. Que en numero y en calidad todav¨ªa son suficientes para captar y devolver al escenario las hipers¨®nicas vibraciones lanzadas por el eternamente joven Lemmy. La tropa acompa?ante sufri¨® no hace demasiado la baja del segundo guitarrista Wurzel, pero la bronca no disminuy¨® en el formato de tr¨ªo. Y es que s¨®lo eran tres en el comienzo y en la etapa de gloria del abrumador disco en directo No sleep'Til Hammersmith. Motorhead parece mantener una relaci¨®n sadomasoquista con la audiencia: despu¨¦s de hora y media de toma y daca, un acople interminable flota en la sala para que nuestros o¨ªdos no olviden que han sido vapuleados por unos maestros del estr¨¦pito.
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