El hombre de Narc¨ªs vuelve a casa
Varias veces figur¨® en las quinielas para sustituir a Narc¨ªs Serra en la cartera de Defensa, pero finalmente acab¨® en Educaci¨®n y olvid¨® sus pretensiones, que no sus a?oranzas. Cuando menos lo esperaba, le ha llegado la ocasi¨®n. Gustavo Su¨¢rez Pertierra vuelve a casa. All¨ª encontrar¨¢ a sus antiguos colaboradores y amigos, con quienes ha mantenido contacto permanente. Su lealtad a Serra, el hombre que le aup¨® en la pol¨ªtica, ha sido el factor clave al sopesar los aspectos negativos y positivos para nombrarle. Ser un hombre de Serra pod¨ªa transformarse en una losa contra el aspirante. Tambi¨¦n una garant¨ªa de continuidad. Est¨¢ claro que ha primado lo segundo. Adem¨¢s, no se ha tenido en cuenta que, cuando el Cesid realizaba las escuchas ilegales, los miembros del servicio de espionaje estaban "adscritos" a su subsecretar¨ªa, si bien se trataba de un aspecto administrativo formal.Nacido en El Pitu (Cudillero, Asturias) hace 45 a?os, Su¨¢rez Pertierra hab¨ªa optado profesionalmente por una rama tan alejada de lo militar como la ense?anza del Derecho Can¨®nico. En el primer gobierno. socialista fue director general de Asuntos Religiosos -impuls¨® el actual sistema de financiaci¨®n estatal a la Iglesia- y desde ese cargo tuvo los primeros contactos con el mundo de Serra, entonces ministro de Defensa, al redactar la primera legislaci¨®n sobre la objeci¨®n de conciencia. Serra se fij¨® en aquel t¨¦cnico que daba pocos pasos decididos, pero ninguno en falso. Eran del mismo estilo, y en 1984 aterriz¨® en Defensa como subsecretario.
Uno de sus primeros cometidos consisti¨® en reducir al m¨ªnimo el campo de actuaci¨®n de la Justicia Militar (el resultado fue muy valorado, aunque el paso del tiempo lo pone en entredicho), y fundamentalmente se enfrasc¨® en los aspectos de mayor sensibilidad para los militares: modelo de carrera (la Ley del Personal Militar a¨²n levanta ronchas), sistemas de ascenso (la antig¨¹edad dej¨® der ser el factor ¨²nico), adecuaci¨®n del servicio militar (se redujo a nueve meses) o reforma de la ense?anza militar (a¨²n no concluida).
Las reformas planteadas en esos terrenos convirtieron a Su¨¢rez Pertierra, junto con Serra, en el objetivo de los militares reacios a cualquier cambio y modernizaci¨®n en materia de personal. Lo mismo ocurri¨® con los militares progresistas de los que se rode¨® a la hora de elaborar ese nuevo paquete legislativo. En la balanza contraria, la mayor¨ªa de los actuales generales, y casi todos los que ocupan la c¨²spide de la cadena de mando, deben en buena medida su elecci¨®n a los informes favorables del entonces subsecretario y despu¨¦s secretario de Estado (desde 1990).
Pero cuando ya parec¨ªa un pol¨ªtico enfrascado en Defensa y en la l¨ªnea de sucesi¨®n de Serra, Felipe Gonz¨¢lez se fij¨® en ¨¦l para dirigir el Ministerio de Educaci¨®n. No pudo empezar peor. A los pocos meses de llegar, las huelgas y manifestaciones estudiantiles no dejaron dormir durante semanas a Su¨¢rez Pertierra y a sus colaboradores, algunos de ellos, incluido alg¨²n militar, llegados con ¨¦l desde el Ministerio de Defensa. Alcanzada la pacificaci¨®n, Su¨¢rez Pertierra ha intentado, con desigual fortuna, desarrollar iniciativas imaginativas a falta de un presupuesto consistente, que finalmente s¨ª logr¨® para este curso pr¨®ximo.
A Su¨¢rez Pertierra le es aplicable ese comentario con el que algunos definen al pol¨ªtico eficaz pero no brillante: "No es espectacular en nada, pero saca nota media alta en todo". Otros prefieren definirlo como "un hombre gris". ?l se considera, sobre todo, "trabajador honesto", pero es obvia su preocupaci¨®n por la imagen escasamente brillante que transmite.
El probable adelanto electoral har¨¢ muy corta su vuelta a Defensa. Pero, por los graves conflictos que encierra esa casa -empezando por poner orden en el Cesid-, Gonz¨¢lez ha optado por alguien que no tiene que empezar de cero al relevar a Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas. Gustavo Su¨¢rez, por fin, puede hacer honor con todo merecimiento al sobrenombre humor¨ªstico con el que es citado en algunos c¨ªrculos: "Pertierra, mar y aire".
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