Un proceso imparable
Las revelaciones de Amedo han ido siendo corroboradas en el sumario
A principios de la semana que entra el juez Baltasar Garz¨®n elevar¨¢ una exposici¨®n motivada al Tribunal Supremo en la que explicar¨¢ que hay indicios fundados de que Jos¨¦ Barrionuevo, ex ministro del Interior y hoy diputado socialista, particip¨® en la creaci¨®n de los GAL y orden¨® el secuestro de Segundo Marey. El magistrado preguntar¨¢ si a la vista de esos indicios, y dado que Barrionuevo es aforado y s¨®lo puede ser procesado por el alto tribunal, debe remitir todo el caso GAL a la Sala Segunda.Es previsible que el magistrado se?ale tambi¨¦n -para que el Supremo act¨²e en consecuencia- que ha habido acusaciones de que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, aprob¨® la estrategia de los GAL, junto con el entonces ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra, y el entonces secretario general del PSE-PSOE, Txiki Benegas, seg¨²n las declaraciones prestadas por el ex socialista Ricardo Garc¨ªa Damborenea.
El fiscal jefe de la Audiencia Nacional tambi¨¦n ha visto claros los indicios que hay en el sumario contra el ex ministro y comparte la idea de que no puede seguir el proceso sin considerarle formalmente imputado, por lo que ha recomendado a Garz¨®n que remita la causa al Supremo.
Los indicios que han puesto contra las cuerdas al responsable de la lucha antiterrorista en la etapa en que actuaron los GAL, entre 1983 y 1987, son varios. El primero, las declaraciones de los ex polic¨ªas Jos¨¦ Amedo y Michel Dom¨ªnguez, condenados a 108 a?os de c¨¢rcel cada uno por seis asesinatos frustrados en los atentados contra los bares Batxoki y L a Consolation. Los ahora arrepentidos decidieron en diciembre de 1994 contar al menos una parte de lo que sab¨ªan y acusaron a sus superiores y al Gobierno de ser responsables de la guerra sucia contra ETA.
Sus declaraciones autoinculpatorias en lo referido al secuestro de Segundo Marey supusieron, en un primer momento, los procesamientos como creadores de los GAL del ex-director general de Seguridad, Juli¨¢n Sancrist¨®bal; el ex jefe del Gabinete de Operaciones Especiales del Ministerio del Interior, Francisco ?lvarez, y el ex jefe superior de Polic¨ªa de Bilbao, Miguel Planchuelo. Adem¨¢s, resultaron implicados directamente en la operaci¨®n otros polic¨ªas de menor rango como Julio Hierro y Francisco Saiz Oceja, que participaron en funciones de traslado del secuestrado, y Juan Ram¨®n Corujo y Luis Hens, que custodiaron a Marey durante los d¨ªas que permaneci¨® secuestrado en una caba?a en Cantabria. Ricardo Garc¨ªa Damborenea, ex secretario general del PSOE de Vizcaya, tambi¨¦n fue inculpado por el secuestro.
Amedo y Dom¨ªnguez no han confesado ning¨²n delito de sangre, a pesar de existir indicios claros de su participaci¨®n, al menos, en el atentado m¨¢s sangriento de los GAL, contra el caf¨¦ del hotel Monbar, de Bayona (Francia), en el que murieron cuatro presuntos etarras. Los ex polic¨ªas apoyaron sus declaraciones con pruebas. Por un lado, varios comunicados, manuscritos originales de algunos de los acusados, que los GAL emitieron para reivindicar atentados. Los dict¨¢menes periciales caligr¨¢ficos, a pesar de las iniciales negativas de los jefes de Amedo a reconocer su letra, fueron contundentes: la c¨²pula de la polic¨ªa en Bilbao hab¨ªa elaborado los comunicados.
Por otro, los ex polic¨ªas desvelaron la ubicaci¨®n de los pisos usados por los GAL en las calles Sabino- Arana, 51; Sim¨®n Bol¨ªvar, 21, y Ferrocarril, 3, todos "de Bilbao y alquilados con fondos de la Jefatura Superior de Polic¨ªa.
Amedo se explay¨® en la explicaci¨®n de c¨®mo usaban los mercenarios los contestadores autom¨¢ticos que hab¨ªa en los pisos y c¨®mo Saiz Oceja, primero, o Michel Dom¨ªnguez, despu¨¦s, recog¨ªan los recados que all¨ª se dejaban, entre otros por los polic¨ªas franceses vinculados a los GAL, Jean Louis y Guy Metge, o los reclutadores de mercenarios Christian Hitier y Jean Philippe Labade. Los alquileres costaron 900.000 pesetas y existen pruebas, como extractos de cuentas de los bancos donde se pagaban los recibos.
Amedo, especialmente, detall¨® el secuestr¨® de Marey, el paso de la frontera y c¨®mo se le traslad¨® a una caba?a en Colindres (Cantabria). La versi¨®n facilitada por Amedo fue negada de plano por todos los implicados. Los dos ex polic¨ªas que mientras estuvieron callados en la c¨¢rcel eran considerados en medios policiales y del Gobierno hombres de honor y poco menos que h¨¦roes por luchar contra ETA con sus propias armas, se convirtieron en traidores y su palabra dej¨® de tener valor para muchos.
Los datos proporcionados por Amedo se van corroborando poco a poco. El jefe de polic¨ªa de Pamplona, Eduardo Couto, confirma que la noche del 4 de diciembre de 1983, desde el puesto fronterizo de Dantxarinea (Navarra) le advirtieron que un polic¨ªa de Bilbao, llamado Amedo, quer¨ªa pasar la frontera con Segundo Marey, Mohand Talbi y Jean Pierre Echalier. Couto decidi¨® avisar a su superior, que no era otro que Luis Rold¨¢n, por entonces delegado del Gobierno en Navarra. Rold¨¢n confirma el relato de Couto y precisa que ¨¦l llam¨® a Rafael, Vera y que ¨¦ste le dijo que no se preocupase de nada, que era una operaci¨®n de Bilbao.
El cerco se iba estrechando, se visita la caba?a de Colindres y al mismo tiempo se reabre el sumario 1 / 88, por los atentados a los bares Batxoki y La Consolation, por el que Amedo y Dom¨ªnguez fueron condenados en 1991. Las esposas de los dos ex polic¨ªas a?aden m¨¢s le?a al fuego. Ambas re conocen, con documentos en la mano, que mientras sus maridos estaban en prisi¨®n cobraban entre 450.000 y 600.000 pesetas mensuales; que las dos, en diferentes momentos, fueron sometidas a sendas operaciones quir¨²rgicas que fueron satisfechas con los fondos reservados de Interior y que realizaron cuatro viajes a Suiza, donde ingresaron 200 millones cada una en cuentas a su nombre y al de sus maridos. De probarse estos hechos, y Garz¨®n tiene hasta, los maletines negros en los que recibieron el dinero, constituir¨ªan delitos de malversaci¨®n continuada de caudales p¨²blicos para encubrir seis asesinatos frustrados y varios delitos monetarios, con penas superiores a los 12 a?os de c¨¢rcel.
De resultas de esta nueva andanada caen el ex secretariode Estado para la Seguridad, Rafael Vera; su secretario particular, Juan de Justo, y los dos enviados a Suiza para llevar el dinero, el comandante de la Guardia Civil F¨¦lix Hernando y el comisario An¨ªbal Mach¨ªn. De Justo, primero, y Vera, despu¨¦s, organizan un festival ?te recusaciones a los jueces instructores, Garz¨®n y Carlos Bueren.
En el ¨¢mbito pol¨ªtico y judicial se desala una pol¨¦mica sobre si Garz¨®n -que ha vuelto de la pol¨ªtica seis meses antes- debe dejar el caso o no. Las objeciones son m¨¢s ¨¦ticas que legales. Precisarciente fue una ley socialista la que permiti¨® el regreso del magistrado desde su condici¨®n de diputado y Secretario de Estado. Los pol¨ªticos atacan a Garz¨®n, especialmente desde ¨¢mbitos socialistas y del Gobierno, mientras el Consejo General del Poder Judicial le defiende. En medios judiciales hay m¨¢s cr¨ªticas que elogios. Se le acusa de actuar correctamente, pero por motivos espurios.
FInalmente, tuvo que ser el Tribunal Constitucional el que resolviera que la recusaci¨®n no era procedente. Barrionuevo, pr¨¢cticamente desde el primer d¨ªa, no dej¨® de arremeter contra Garz¨®n. Barrionuevo no renuncia al acta de diputado e incluso ha sido incluido en la Diputaci¨®n Permanente de la C¨¢mara, de forma que seguir¨ªa aforado incluso si se disolviesen las Cortes.
As¨ª las cosas, en Semana Santa Garz¨®n procesa a todos los acusados, con un relato de hechos muy duro. El auto supone un vuelco. Garz¨®n dispone de pruebas, adem¨¢s del testimonio de Amedo.
Los procesados empiezan a ser puestos en libertad provisional por la Audiencia, a excepci¨®n de Juli¨¢n Sancrist¨®bal, del que dicen que dispone de gran capacidad econ¨®mica y que puede fugarse. Planchuelo vuelve a la c¨¢rcel por decisi¨®n de Garz¨®n, acusado de inductor de los seis asesinatos frustrados de los bares Batxoki y Consolation. ?l hab¨ªa autorizado el viaje de Amedo a Lisboa y lo pag¨® con fondos reservados. All¨ª, Amedo y Dom¨ªnuez se entrevistaron con Jean Philipe Labade y reclutaron a los mercenarios portugueses Antonio Jorge Ferreira, Paulo Figueredo, Rogerio Carvalho da Silva, Mario Correia da Cunha y Wolfango Pereira de Macedo.
La reconstrucci¨®n del viaje est¨¢ clara, con pruebas como los recibos de las facturas del Hotel Ritz, de Lisboa, del restaurante O Pescador, de Cascais, que Amedoabon¨® con su tarjeta Visa, aunque despu¨¦s le fue repuesto el gasto con fondos de la Jefatura de Bilbao. Est¨¢n acreditados tambi¨¦n los alojamientos de los mercenarios en los hoteles Nervi¨®n, de Bilbao; Orly y Niza, de San Sebasti¨¢n, y Alc¨¢zar, de Ir¨²n, as¨ª como la forma de operar en ambos atentados. El saldo fue. de seis personas heridas, algunas de gravedad.
El acoso de Garz¨®n a los procesados se convierte en una pesadilla para Planchuelo. Sigue en prisi¨®n y el Ministerio de Justicia e Interior le ha suspendido de empleo y sueldo tras el procesamiento, ha sacado a concurso su plaza de comisario de Salamanca y le va a echar de su vivienda oficial. Para colmo, se encuentra enfermo, con una artrosis degenerativa, y su familia atraviesa enormes dificultades econ¨®micas. Planchuelo no entiende por qu¨¦ su ministerio no s¨®lo no le protege, sino que le ha abandonado. Ni siquiera el hecho de que el PSOE haya pagado la fianza de 200 millones de pesetas a Rafael Vera le afecta m¨¢s de lo que ya est¨¢. Y decide cantar. Un canto limitado, pero canto al fin.
Planchuelo acude al juzgado de nuevo e implica primero al Cesid y a mandos de la Guardia Civil, pero tambi¨¦n a Barrionuevo. De lo suyo, s¨®lo reconoce participaci¨®n en el secuestro de Marey, pero ning¨²n delito de sangre.
Inmediatamente Sancrist¨®bal, ?lvarez, y los dem¨¢s polic¨ªas se suman al coro. De moniento son siete, y todos dicen lo mismo: Barrionuevo daba las ¨®rdenes y alguien con responsabilidades superiores en el Gobierno, aunque sin citar nombres, hab¨ªa aprobado la estrategia. Todos reconocen su responsabilidad en el secuestro de Marey, pero nada m¨¢s. Se asume gen¨¦ricamente la culpa por los GAL, pero nadie engorda sus m¨¢s que probables responsabilidades penales. Todos sugieren que hay que buscar una "soluci¨®n global" e incluso sus abogados llegan a proponer una ley de "punto final".
El ochote (en el Pa¨ªs Vasco, grupo de ocho voces masculinas que cantan a capella) lo completa Garc¨ªa Damborenea. Acusa a Gonz¨¢lez de ser el m¨¢ximo responsable de los GAL y de haber aprobado la estrategia del grupo terrorista, aunque precisa que el presidente del Gobierno no estaba al tanto de las operaciones concretas, del d¨ªa a d¨ªa. El antiguo l¨ªder del PSOE de Vizcaya aporta al juez datos y testigos de sus entrevistas con Gonz¨¢lez sobre los GAL y afirma en privado que tiene pruebas materiales contra ¨¦l -una nota manuscrita y unas cintas, seg¨²n fuentes pr¨®ximas a Garc¨ªa Damborenea- y que si es necesario las presentar¨¢. Fan¨¢tico de la guerra contra ETA por cualquier medio, organiza una rueda de prensa explosiva tras declarar ante Garz¨®n y elogia el terrorismo de Estado. ?l no est¨¢ arrepentido de nada, proclama.La reacci¨®n de Gonz¨¢lez no se hace esperar y desmiente rotundamente todas las acusaciones, alegando que ahora es su enemigo pol¨ªtico y que ha hecho campa?a con el PP. El jefe del Ejecutivo anuncia la presentaci¨®n de una querella contra Garc¨ªa Damborenea, como ya hizo con Amedo, sin ¨¦xito, cuando acus¨® al Gobierno de estar detr¨¢s de los GAL.
Los indicios contra Barrionuevo son muy serios. Los cuatro procesados que estuvieron reunidos en la Jefatura Superior de Bilbao tras descubrir que al secuestrar a Marey se hab¨ªan equivocado de persona, Sancrist¨®bal, ?lvarez, Planchuelo y Garc¨ªa Damborenea, aseguran que el primero habl¨® con Barrionuevo en presencia de los otros y que el entonces ministro del Interior les dijo que hab¨ªa que seguir adelante.
Las declaraciones de Ricardo Garc¨ªa Damborenea, por el momento, son s¨®lo eso, declaraciones, es decir, la palabra de uno contra la de otro. Aunque sus acusaciones a Gonz¨¢lez parecen guardar cierta l¨®gica con otros elementos que figuran en el sumario y con los indicios contra Barrionuevo, se enfrentan a la rotunda negativa del jefe del Gobierno y al argumento de la falta de pruebas. El estacazo pol¨ªtico ha sido brutal, aunque en el plano jur¨ªdico el efecto sea mucho m¨¢s limitado. Ning¨²n jurista cree que con la mera declaraci¨®n de Garc¨ªa Damborenea se pueda condenar a Gonz¨¢lez.
Mientras tanto, Garz¨®n formalizar¨¢ la exposici¨®n de motivos de su comunicaci¨®n al Supremo sobre los indicios contra el aforado Barrionuevo, pero hasta que ¨¦ste conteste continuar¨¢ instruyendo, buscando pruebas y citando a declarar a testigos, presumiblemente los que Garc¨ªa Damborenea, se?al¨® como presentes en sus reuniones sobre los GAL con Gonz¨¢lez.
El desfile de altos cargos del Cesid y la Guardia Civil con responsabilidades en la lucha antiterrorista y sospechosos de relaci¨®n con los GAL est¨¢ a punto de iniciarse el sumario del Monbar, que a partir de ahora ser¨¢ el buque insignia de la investigaci¨®n. El comandante y ex mando del Cesid Juan Alberto Perote todav¨ªa no se ha decidido a hablar, pero nadie pensaba a finales de 1994 que cualquiera de los nuevos inculpados lo fuera a hacer.
Tiempo al tiempo, dice el fiscal Pedro Rubira. En breve pueden abrirse investigaciones sobre los asesinatos de Ram¨®n O?aederra y Mikel Goikoetxea y al atentado en el que result¨® muerto Pedro Goikoetxea. Dom¨ªnguez ley¨® a emisoras de radio las reivindicaciones de estos cr¨ªmenes en nombre de los GAL, a petici¨®n de ?lvarez y Planchuelo. Medios jur¨ªdicos creen que, abierta la caja de los truenos, esto no ha hecho m¨¢s que empezar.
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