Simulacro ganadero
Ruchena / Manzanares, Mu?oz, El Cord¨®b¨¦sToros de Jodar y Ruchena (el 3? devuelto). Anovillados, inv¨¢lidos, mansos y muy descas¨ªados.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: palmas y silencio. Emilio Mu?oz: dos vueltas y silencio. Manuel D¨ªaz, El Cordob¨¦s: ovaci¨®n y dos orejas.
Plaza de Almer¨ªa. 24 de agosto. Cuarta corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Hubo corrida, pero no toros. Bueno, mas que corrida, se trat¨® de un bochornoso simulacro, ganadero. No pueden ser calificados como toros aquellos novillos sin presencia, sin cabeza, sin fuerza, sin casta y sin vida en sus entra?as. No puede ser calificado como ganadero quien cr¨ªa tales ejemplares y los lleva a plaza de categor¨ªa como si fueran lo que no son. Due?o de toros que, como la mayor¨ªa, debiera seguir un curso acelerado de cr¨ªa de ganado bravo para evitar fraudes de tama?o calibre al espectador que paga y sale enga?ado.El festejo resultaba un tost¨®n insoportable, a pesar de las intenciones de Manzanares y Mu?oz que ofrecieron lecciones te¨®ricas de buen toreo. Y la clase pr¨¢ctica, de toreo m¨¢s vasto pero vibrante, la ofreci¨® El Cordob¨¦s, que sali¨® a hombros despu¨¦s de superar las negativas condiciones de sus oponentes y desgranar toda una amplia oferta de decisi¨®n y valent¨ªa. Enloqueci¨® al p¨²blico con el salto de la rana pero antes hab¨ªa realizado al sexto el toreo ortodoxo, emocionante y r¨¢pido, por ambas manos; en el otro, aguant¨® estoico, que el toro le pusiera los pitones en el cuello una y otra vez. A los, dos los lance¨® a la ver¨®nica con garbo y vistosidad.
Manzanares s¨®lo tore¨® un toro (el cu¨¢rto era un muerto en y vida), ofreci¨® algunas exquisiteces sin emoci¨®n. Y Mu?oz imparti¨® una buena lecci¨®n te¨®rica con otro inv¨¢lido. Tuvo la delicadeza de explicar c¨®mo ser¨ªa el toreo hondo si hubiera toro. Hab¨ªa que imaginarse la emoci¨®n, pero se vislumbraba el clasicismo del toreo puro. Todo lo emborron¨® a la hora de matar, y al presidente le, dijeron de todo por no conceder una oreja que no pidi¨® la mayor¨ªa. En el quinto, muy descastado y peligroso, no pudo decir no p¨ªo.
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