Un pol¨ªtico cat¨®lico y socialista
Antonio Guterres, 46 a?os, cat¨®lico practicante, nacido en Lisboa pero muy ligado a la regi¨®n de su familia -Fundio, cerca de Castelo Branco-, primero de la clase desde su m¨¢s tierna infancia, aficionado a los libros de historia y geograf¨ªa, amante de los viajes y la ¨®pera. ?ste podr¨ªa ser un telegrama enviado por alguna embajada para dar a conocer al futuro primer ministro de Portugal. En las canciller¨ªas europeas, sin embargo, no har¨ªa falta ya que Guterres es bien conocido dado que fue miembro de la Comisi¨®n para la Integraci¨®n Europea entre 1976 y 1979, y aquellos a?os obligaron a muchas reuniones.El pr¨®ximo primer ministro de Portugal es, antes que nada, un hombre educado, pero tambi¨¦n algo fr¨ªo y distante. Construye un discurso bien ordenado, coherente, con muy escasas concesiones a la demagogia y dirigido, en cada momento, al p¨²blico que tiene delante. En los m¨ªtines, intenta fijar la mirada en dos o tres personas y es a ellas a quienes se dirige.
Ba?os de multitud
En los contactos directos con el electorado, que en Portugal equivalen a someter al candidato a una verdadera sauna humana, se deja vapulear, abrazar, dar la mano. Cuando, por fin, consigue recluirse en el coche, se quita la chaqueta, se afloja ligeramente la corbata y le dice a su chofer: "Por favor, ponga ahora la m¨²sica". Entonces, el Volvo 850 de la campa?a se convierte en un auditorio de ¨®pera a todo volumen. Esto fue, al menos, lo que ocurri¨® el pasado mi¨¦rcoles en un pueblecito del Alto Mi?o, al lado de Galicia.Ayer, a las 11.35 de la noche, ofreci¨® su balance de estas elecciones legislativas. Primera frase: "Queridos ciudadanos, se?ores periodistas". Despu¨¦s, agradecimientos y alabanzas, con "una muy especial al se?or Fernando Nogueira", el l¨ªder del derrotado partido socialdem¨®crata.
Guterres, un hombre que dice que "han acabado las grandes utop¨ªas, pero deben mantenerse las peque?as utop¨ªas", dedic¨® los siguientes minutos a repasar sus compromisos electorales. Desde la lucha contra la droga y sus causas -el desempleo, la pobreza, la marginaci¨®n social- hasta la estabilidad del tipo de cambio del escudo. Y record¨® que ¨¦l y su partido se han comprometido a realizar "un cambio sereno y tranquilo".
De cada frase queda, en el fondo y en la forma, un poso de ese catolicismo comprometido con las mejoras sociales. Algunos ejemplos: "Todo lo que de positivo sea dado, ser¨¢ mantenido, y todo lo que sea injusto deber¨¢ cambiarse con sentido de la justicia". Porque "cambiar no es destruir", afirm¨® anoche, el pr¨®ximo primer ministro de Portugal. Nadie dijo am¨¦n, pero quienes le conocen afirman que la par¨¢bola evang¨¦lica de los talentos es una de sus preferidas.
El socialista Guterres -casado desde 1972 con una psiquiatra, Luisa, con quien tiene dos hijos- es perseverante y cauto. Se alz¨® con la secretar¨ªa general del partido en 1992, en el congreso que desplaz¨® a Jorge Sampaio tras el descalabro electoral sufrido por ¨¦ste en las legislativas de 1991. Sampaio es ahora alcalde de Lisboa y el ¨²nico pol¨ªtico que ha presentado hasta el momento su candidatura a las elecciones presidenciales.
'Revoluci¨®n de los claveles'
El 26 de abril de 1974, a punto de cumplir los 25 a?os, Guterres cambio su militancia en las Juventudes Universitarias Cat¨®licas de Portugal por. las Juventudes Socialistas. En aquellos a?os revolucionarios la militancia de verdad era la comunista. Su ascenso en el partido fue lento pero inexorable de la mano de Mario Soares, con quien se inici¨® en la pol¨ªtica. En 1976 ya es diputado. Dirigi¨® esa campa?a electoral y la de 1987. Entre 1989 y 1992 es uno de los miembros del secretariado general que encabeza Sampaio, a quien sustituir¨¢ en el X Congreso del PS con un 82,5% de los votos.Guterres, en declaraciones de hace a?os a la prensa portuguesa, presum¨ªa de ser r¨¢pido en la toma de decisiones. Primero la intuici¨®n, despu¨¦s el razonamiento. Y confiesa que la mayor parte de sus errores se produjeron cuando confi¨® demasiado en personas que no lo merec¨ªan.
Ayer la confianza no la dio; se la dieron a ¨¦l los portugueses. Dijo entender el mensaje de confianza limitada que implica una mayor¨ªa relativa y pidi¨® a los ciudadanos que ayudaran a "la nueva mayor¨ªa" a ayudarles. "Porque tener la mayor¨ªa no significa que tengamos necesariamente raz¨®n", declar¨® Guterres.
La banda sonora de la pel¨ªcula 1492 con la que Guterres pretend¨ªa que los portugueses "redescubrieran" Portugal son¨® en la madrugada de hoy en la Torre de Bel¨¦n, a orillas del Tajo con especial fuerza. Esta vez la taquilla ha colmado las expectativas.
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