Hijos de la March, hu¨¦rfanos del teatro
Por aquella ventanilla de N¨²?ez de Balboa, en Madrid, pasaron a lo largo de m¨¢s de 20 a?os 6.000 escritores, lun¨¢ticos, poetas, bi¨®logos, ling¨¹istas, m¨¦dicos, pintores, m¨²sicos, escultores, ge¨®grafos. Fueron los 6.000 hijos de la March. La Fundaci¨®n que les dio confianza y dinero en aquella ventanilla de los a?os sesenta y setenta ha cumplido ahora su 40 aniversario y lo ha hecho con la sobriedad que es parte de su propio libro de estilo: en lugar de pedir aplauso, public¨® un libro sobre el espa?ol en el mundo, hizo que lo coordinaran los acad¨¦micos Gregorio Salvador y Manuel Seco, concentr¨® a sus amigos para celebrarlo y luego volvi¨® al silencio de sus moquetas, sus exposiciones, que han abierto Espa?a al arte del mundo, y sus ciclos, que alternan la m¨²sica, el pensamiento y la literatura.La cultura es lo que la gente produce y no s¨®lo lo que la gente consume, aunque es obvio que la combinaci¨®n de los dos factores hace que todo esfuerzo cultural cobre sentido. La March, durante los mejores a?os de su experiencia, cuando el desierto espa?ol era adem¨¢s una dictadura, se propuso ayudar a los j¨®venes creadores espa?oles a tener confianza en s¨ª mismos para expresar sus mundos respectivos con la libertad que, por desgracia, a veces s¨®lo permite la relativa holgura econ¨®mica. Si hoy se hiciera una foto de los 15.000 hijos de la March, el retrato probablemente acoger¨ªa una biograf¨ªa bastante aproximada de lo que ha sido y es la creaci¨®n cultural en Espa?a, en todos los ¨¢mbitos, incluido el ¨¢mbito de la cultura cient¨ªfica, que tan descuidadamente se ha tratado siempre en nuestro pa¨ªs. Y ¨¦se es un m¨¦rito que no conviene que pase desapercibido, a pesar de que la Fundaci¨®n siga empleando la sobriedad como el arma principal de su coherencia y mantenga silencio sobre sus propios logros. Sin quererelo, adem¨¢s, puso de manifiesto el d¨ªa de su conmemoraci¨®n la grave crisis en que este Estado que descuida tanto sus patrimonios mantiene el espa?ol en el mundo: una lengua que pudiera ser su principal industria y que tiene en el Cervantes la met¨¢fora presupuestaria de su desidia.
Es muy dif¨ªcil este pa¨ªs. Ahora celebramos los 40 a?os de la March y recordamos su generosidad y su perspicacia, porque gracias a ella esos 6.000 hijos de la Fundaci¨®n pudieron creer que viv¨ªan en otro pa¨ªs cuando este pa¨ªs parec¨ªa no vivir en s¨ª mismo, gris y totalitario, cerrado y mezquino, como una piedra a punto siempre de caer al abismo. Era aria esperanza: un d¨ªa uno de aquellos becarios, extra?ado de que se pudiera pagar por escribir novelas que luego nadie leer¨ªa, puso al final del libro que entreg¨® puntual en la ventanilla de N¨²?ez de Balboa:"Nunca entender¨¦ por qu¨¦ la Fundaci¨®n March me di¨® dinero para escribir este libro".
Un pa¨ªs dif¨ªcil. Ahora este pa¨ªs dificil le ha dado el Premio Nacional de Teatro a La Abad¨ªa, que es tambi¨¦n una fundaci¨®n que como no tiene dinero de origen recibe apoyo (?recibe el apoyo?) de diversas instituciones madrile?as y que se alza, por iniciativa del actor y director Jos¨¦ Luis G¨®mez, en una vieja abad¨ªa de la calle Vallehermoso. Se trata de convocar a j¨®venes actores para que perfeccionen su pasi¨®n por el teatro, y se trata de crear nuevos espect¨¢culos: fue ejemplar su versi¨®n de Valle-Incl¨¢n, con la que inaugur¨¦, hace casi un a?o su andadura, y es ejemplar ver trabajando a esa especie de monje onubense que es G¨®mez ensayando con los chicos nuevas formas de decir lo que siempre se dijo en el teatro. Como las noticas son habituales, todo el mundo sabe que ese teatro que ahora honran boquea falto de ese apoyo que la gente da siempre con suspiros cuando ya las cosas no existen.
Ahora recibe G¨®mez una mano en la espalda, y es amable, porque se trata de un premio; la gente no sabe cu¨¢ntas veces esa mano se convierte en un pu?o. Cerrado y mezquino.
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