Contra la conspiraci¨®n de la memoria
El tiempo dir¨¢, pero si hubiese que elegir, entre las novelas espa?olas de los ¨²ltimos a?os, la m¨¢s emblem¨¢tica de los tiempos que corren y del papel que en ellos le cabe jugar a una conciencia cr¨ªtica a la conciencia individual, deber¨ªa se?alarse sin reservas El estrangulador (Mondadori, 1994). Con esta novela, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n no s¨®lo ha escrito un texto extraordinario, cuyas intenciones y alcance trascienden con mucho el horizonte cultural social y pol¨ªtico de la Espa?a contempor¨¢nea: ha acertado con algo todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de obtener premeditadamente, una figura literaria capaz de expresar la condici¨®n de toda una ¨¦poca."Todos somos pontencialmente estranguladores, escribe Albert Cerrato, alias el estrangulador de Boston. Y es que, desde su raz¨®n, "s¨®lo el estrangulador ha existido". S¨®lo cabe reconocerse en esa figura que se alza contra el olvido, pero tambi¨¦n contra, la conspiraci¨®n de la memoria, "esa novela"; que encuentra un sentido moral no tanto en lo que hace como en lo que deja de hacer; que no reconoce en la cultura imperante ning¨²n freno capaz de reprimir la tendencia natural del hombre a ser un lobo para el otro hombre y que por eso se decide a ser. simplemente un loco parla el otro hombre; y cuyo mutismo desencadena el ruido de una escritura subversiva, que act¨²a criminalmente contra ese "cero absoluto" con que los f¨ªsicos nombran las temperaturas extremadamente bajas en que se alcanzar¨ªa el silencio perfecto.
Este cero absoluto es la m¨¢s perfecta met¨¢fora del ideal a que aspira el orden establecido. Esta temperatura estil¨ªstica a la que, aterido, hubo de someterse V¨¢zquez Montalb¨¢n para escribir su Autobiograf¨ªa del general Franco, y que desat¨® luego el estr¨¦pito de unas p¨¢ginas en las que los guardianes de ese orden se muestran rid¨ªculamente gesticulantes.
El estr¨¦pito de la risa que en todo momento acompa?a la perorata demente del estrangulador, y que se revela como ¨²nico germen de aut¨¦ntica curaci¨®n contra la enfermedad dominante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.