El IBI de la LAU
En estos tiempos en los que coinciden el d¨ªa de la Constituci¨®n y el primer aniversario de la Ley 29/1994 de Arrendamientos Urbanos (LAU), las contradicciones entre ambos textos duelen m¨¢s que nunca. La Constituci¨®n no proh¨ªbe (por razones obvias) que el legislativo pueda legitimar cuestiones absurdas. Legislar que el martes preceder¨¢ al lunes ser¨ªa una rid¨ªcula insensatez.Otras cuestiones no son tan triviales, aunque s¨ª m¨¢s sutiles, pero igual de absurdas. Tal es el caso del impuesto sobre bienes inmuebles (IBI) de la LAU, que pagar¨¢ el inquilino por una propiedad que no posee.
Que pueda reclamarse al inquilino el impuesto que el propietario paga por su propiedad es un lamentable absurdo consensuado por la mayor¨ªa de nuestros ilustres legisladores, para contento de propietarios y empresas inmobiliarias.
El pago del IBI podr¨ªa entenderse como un curioso castigo al inquilino por no ser propietario, o como una forma novedosa de compartir la propiedad privada.
De este modo, ¨¦l impacto psicol¨®gico de esta original medida es muy beneficioso, porque as¨ª los inquilinos se sentir¨¢n un poco propietarios pagando impuestos como si lo fueran. Pero ya es hora de que los medios de comunicaci¨®n, las asociaciones de inquilinos y organizaciones de consumidores el Defensor del Pueblo y los foros europeos competentes en materia social y legal (vivienda, derechos e indefensi¨®n de consumidores y usuarios) act¨²en.- Juan Carlos Stockert.
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