Feliz Navidad
Sal¨ªa yo de casa para comenzar otra jornada en mi arriesgado oficio de intr¨¦pido reportero de investigaci¨®n- cuando mi actual esposa me pregunt¨®: "Cari?o, ?qu¨¦ me vas a regalar estas navidades?".Me qued¨¦ un momento mir¨¢ndola. Aunque sabe que odio las navidades, todos los a?os me hace la misma pregunta y siempre consigue que me enfade. Este a?o, no. Haciendo alarde de la enorme tranquilidad que me caracteriza desde que empec¨¦ ese r¨¦gimen de Prozac, le contest¨¦: "Es una sorpresa, mi amor".
"Pero quiero saber ahora", susurr¨® ella con ese vozarr¨®n que me encanta.
Menos mal que estaba preparado. Tan s¨®lo unos d¨ªas antes hab¨ªa llegado a mis manos publicidad impresa de varios centros m¨¦dico-quir¨²rgicos. ?sa es una de las ventajas de vivir en la gran ciudad: si bien la vida es bastante insoportable, siempre hay ofertas que no existen en un pueblo, que es de donde procede ella.
"Te he apuntado para unos cursos de belleza y salud", le contest¨¦. "El d¨ªa despu¨¦s de Reyes empiezas tratamientos de l¨¢ser candela, sugaring, peeling corporal, aromaterapia, manicura y pedicura terminal (sistema americano) y drenaje linf¨¢tico". Le extend¨ª un folleto de vivos colores. "Y si eres especialmente amable conmigo, te regalar¨¦ esta oferta de todo un d¨ªa que da soluci¨®n a las tensiones acumuladas durante todo un a?o, que encuentran en estas horas de relax y tratamiento una soluci¨®n eficaz y agradable. Para el a?o nuevo vas a ser una mujer nueva". (Obviamente, no dije -no quer¨ªa amargarle las fiestas- que le vendr¨ªa muy bien una liposucci¨®n masiva para quitar algunos de esos cuarentaitantos kilos de grasa que le sobran en gl¨²teos y aleda?os). "?Oh, gracias, cari?o!" me contest¨®. "De nada, mi vida. Adem¨¢s, dice aqu¨ª que estos tratamientos est¨¢n realizados por profesionales especializados en cirug¨ªa pl¨¢stica y vascular en cl¨ªnica de gran prestigio', de modo que no te pasar¨¢ ninguna tragedia de las que cuentan en los reality shows de la tele"
"?Y sabes lo que te voy a regalar a ti?", me pregunt¨®.
"Prefiero que me sorprendas" , le contest¨¦, ya que sus regalos de Navidad suelen ser horrendos.
"Pues no, pienso dec¨ªrtelo ahora: un perro".
"?Un perro?", le contest¨¦, incr¨¦dulo. "Est¨¢s loca? Si odio los perros".
"Pues mi consejero espiritual me dice que est¨¢ demostrado que precisamente con las personas gru?onas y antip¨¢ticas como t¨² los perros obran maravillas. Las personas con perros son m¨¢s felices y amables. Los perros aportan compa?¨ªa y despiertan las ganas de amar".
"Pero cari?o", le contest¨¦, "siempre me has aportado t¨² m¨¢s que suficiente compan¨ªa y ganas de amar".
"Adem¨¢s", prosigui¨® inmutable, ''podr¨¢s tomar el aire fresco, "?Pretendes que yo pasee al perro todos los d¨ªas?".
"Te vendr¨¢ muy bien. Parece que siempre est¨¢s o en casa o en alg¨²n bar".
"?Quieres decir que tendr¨¦ que juntarme con todos esos gilipollas que pasean sus asquerosos perros por la plaza de Espa?a y el parque del Oeste?".
"As¨ª podr¨¢s hacer nuevas amistades".
"?De modo que voy a ensuciar Madrid incluso m¨¢s de lo que ya est¨¢?".
"?De ensuciar, nada", contest¨® ella. "Desde hace unos d¨ªas, el Ayuntamiento reparte gratis pinzas-retrete, brillante iniciativa de los concejales de Limpieza y Medio Ambiente, Luis Molina y Adriano Garc¨ªa Loygorri. Para recoger este aparato, tan s¨®lo tienes que asistir a los cursos de adiestramiento de perros, que por tercer a?o consecutivo se imparten gratis en siete distritos de nuestra ciudad"
Me vi sin escapatoria. Encima, ella misma insisti¨® en escoger el animal en cuesti¨®n: un bicho car¨ªsimo y, adem¨¢s, de los m¨¢s peque?os que existen; ni s¨¦ c¨®mo se llaman. Lo entregan ma?ana. Mientras tanto, he asistido al primer curso de adiestramiento y estoy aprendiendo a manejar el aparato ese, aunque -no hay quien pare al periodismo de investigaci¨®n en una sociedad libre- creo haberle encontrado graves defectos estructurales.
Feliz Navidad.
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