Francia despide con emoci¨®n a Mitterrand, el ¨²ltimo presidente que encarn¨® la "grandeur"
Este invierno amargo ser¨¢ recordado por los franceses. La muerte de Fran?ois Mitterrand cay¨® ayer como una burbuja de silencio sobre un pa¨ªs aterido y convulso, nost¨¢lgico de una grandeza que acaso el viejo l¨ªder socialista fuera el ¨²ltimo en encarnar. Ya no era presidente, sino un anciano de 79 a?os que luchaba valerosamente contra un dolor indecible, pero segu¨ªa proyectando la sombra de un gigante. Su, largu¨ªsimo mandato de 14 a?os, su influencia internacional, sus obras arquitect¨®nicas y su propia personalidad hicieron de ¨¦l un Rey Sol del siglo XX. Francia entera se inclin¨® en memoria del hombre que acab¨® con la guillotina. Jacques Chirac, su, sucesor, le defini¨® como "un modelo", y "una gran figura".
Tras una noche , en duermevela, Mitterrand se durmi¨® por ¨²ltima vez ayer de madrugada. Su coraz¨®n se detuvo durante el sue?o, poco antes de las 8.30, hora en que fue certificada su muerte. Estaban junto a ¨¦l su esposa Danielle y sus dos hijos. El presidente Jacques Chirac acudi¨® sobre las 10 al piso de la avenida Fr¨¦d¨¦ric-Le Play, cuando a¨²n no se hab¨ªa difundido la noticia del fallecimiento.A esa misma hora empezaban llegar los periodistas al palacio del El¨ªseo para asistir a la tradicional recepci¨®n de A?o Nuevo. Era inevitable evocar la reuni¨®n del a?o anterior, en la que un Mitterrand consumido pero firme, soportando un dolor queuno de sus m¨¦dicos calific¨® de "atr¨®z", habl¨® largamente de la muerte, la voluntad y la esperanza. El rumor de la muerte de Tonton se difundi¨® justo antes de que apareciera Chirac para hacer el anuncio oficial: "El presidente Fran?ois Mitterrand nos ha dejado.esta ma?ana. Vengo de saIudarle por ¨²ltima vez y he presentado a su familia mis condolencias y las de la naci¨®n". El actual presidente rindi¨® homenaje al valor de su antecesor y a su esfuerzo por unir Europa. "Nos deja una gran figura que yo saludo con emoci¨®n y respeto", dijo Chirac, antes de suspender el encuentro.
Desde ese momento se sucedieron los homenajes. El primer ministro, Alain Jupp¨¦, subray¨® el "coraje frente a la enfermedad". El ex primer ministro ?douard Balladur afirm¨® que Mitterrand hab¨ªa "marcado la historia de Francia" y le defini¨® como "un hombre de Estado que supo estar. abierto al porvenir". Desde su propio bando, el l¨ªder socialista Lionel Jospin dijo que en adelante habr¨ªa que "pensar siempre en Mitterrand"., "Supo. unir pol¨ªtica y humanismo", se?al¨® el tambi¨¦n socialista Jean Glavany. "Un gran destino acaba de extinguirse", proclam¨® el correligionario y rival Michel Rocard.
Fue un rosario de declaraciones superpuesto a la emoci¨®n an¨®nima e ¨ªntima de los franceses. Mitterrand, que ten¨ªa muchos enemigos, los perdi¨® todos al morirse. Quedaron el recuerdo, la nostalgia, el estupor, la admiraci¨®n o el simple respeto ante la desaparici¨®n de una figura gigantesca. Despu¨¦s de tantos, tantos a?os con Tonton, y a¨²n conociendo su agon¨ªa, se le ve¨ªa casi como inmortal.
El de Mitterrand fue un largu¨ªsimo adi¨®s. Desde 1992, cuando sufri¨® la primera intervenci¨®n quir¨²rgica para atajar el c¨¢ncer de pr¨®stata, la vida pol¨ªtica francesa estuvo pendiente de su salud. No se esperaba que alcanzara el final de su mandato, especialmente tras la segunda operaci¨®n, en julio de 1994. Pero Mitterrand, flaco, empeque?ecido, calvo, casi trasl¨²cido por la dureza del tratamiento m¨¦dico y el sufrimiento causado por la enfermedad, aguant¨® hasta el pasado fin de mayo y protagoniz¨® con Jacques Chirac el m¨¢s sereno y elegante traspaso de poderes de la V Rep¨²blica.
Durante el pasado verano a¨²n pod¨ªa v¨¦rsele, casi a diario, paseando por el bulevar Saint Germain o junto al Sena y curioseando en peque?as librer¨ªas de lance. Solo, con traje de verano y sombrero panam¨¢, manos a la espalda y paso breve, se deten¨ªa a charlar con cualquier viandante que le saludara. El polic¨ªa de escolta se manten¨ªa a cierta distancia mientras Tonton callejea a por su querido Barrio Latino como un abuelo cualquiera. Del vera quedar¨¢n tambi¨¦n las no im¨¢genes de un Mitterrand consumido pero sonriente, feliz junto a sus nietas y sus amigos.
En septiembre tuvo que abandonar su angosta casa de la rue de Bi¨¨vre, cerca de la catedral de N?tre-Dame, por el exceso de el caleras. Se instal¨® en el piso oficial que le ofrec¨ªa la Rep¨²blica y sus paseos, m¨¢s breves y menos frecuentes, se desplazaron a los alrededores de la Escuela Militar. "Es duro envejecer", dec¨ªa, con un hilo de voz.
Los doctores sab¨ªan que el final era inminente, pero Mitterrand quiso pasar las Navidades en Egipto. Volvi¨® d¨¦ Asu¨¢n el 29 de diciembre, muy d¨¦bil. Recibi¨® el a?o nuevo en su casa campestre de Latche (suroeste de Francia) y a su retorno a Par¨ªs se postr¨® para siempre en cama.
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