Fondo y alusi¨®n
El mis¨¢ntropo
El mis¨¢ntropo, de Moli¨¦re (escrita en 1666). Adaptaci¨®n de Fernando Savater. Int¨¦rpretes: Juan Gea, Carlos Hip¨®lito, H¨¦ctor Colom¨¦ y Adriana Ozores. M¨²sica de Juan Carlos de Mulder y Daniel Carranza. Escenograf¨ªa y vestuario: Monse Amen¨®s.
Direcci¨®n: Adolfo Marsillach. Teatro de la Comedia. Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico.
Mis¨¢ntropo: el que odia a la humanidad. Hoy decimos la palabra con un sentido m¨¢s suave, citando a quien se aparta, a quien desprecia normas o encuentra motivos de escepticismo en la norma. En la ¨¦poca de Moli¨¨re, el t¨¦rmino ten¨ªa su crudeza entera: y era el odiador, fastidioso perdedor, el que se quedaba sin amor por su culpa y se iba por la "apartada senda" de fray Luis de Le¨®n, que en su famoso poema hac¨ªa el elogio del mis¨¢ntropo celeste, pero que en esta obra tiene el otro sentido.Lo que tiene esta excelente versi¨®n de Savater y Marsillach es una aproximaci¨®n que puede ser equ¨ªvoca. Alceste, que interpreta. Carlos Hip¨®lito, (y en parte por ser este interesante actor de personajes favorables quien lo hace), es un ser razonable, aunque criticado por su amigo Filinto (Juan Gea). Son ellos dos la parte razonable de la humanidad esc¨¦nica: los que hablan con naturalidad y filosofia, y est¨¢n rodeados de personajes c¨®micos, de figurones rid¨ªculos, incluyendo la propia Celimena -p¨¢lida y entonada en rojo, bella, e inteligente Adriana Ozores-, coqueta y mujer de corte y sociedad. La aproximaci¨®n est¨¢ en este, aspecto de seres compuestos que, tienen todos: trajes qu¨¦ pueden ser de hoy, cabezas y afeites de entonces. Estamos, dice la obra vista ahora en la Comedia, en una ¨¦poca en la que el mis¨¢ntropo. tiene raz¨®n: la humanidad es deplorable. La que nos rodea, se quiere decir: la que probablemente est¨¢ en ¨¦l patio de butacas, y en la calle, y en los. estrados del poder que es o el que va a ser. Hay que irse de ella: hay que renegar de ella. No es tan disparatado huir "al desierto" como dice el protagonista; ni tampoco lo es que la mujer de corte y cortejo no est¨¦ decidida a seguir al puro. Cuando Alceste, el mis¨¢ntropo, se va de escena, pasillo del patio de butacas adelante, con el gesto amargo, no es s¨®lo que sale es que se va del escenario, se va de la obra, se va del teatro.Bello y brillante
Hablo del espect¨¢culo y sus crea dores: es bello y brillante. Fernando Savater ha construido un di¨¢logo castellano fresco y colorido; Monse Amen¨®s, un decorado bello y reposante; los actores tienen los valores de los ya cita dos y de los que quedan por citar (Ana Mar¨ªa Barbany, extraordinaria; H¨¦ctor Colom¨¦ como un Oronte c¨®mico y grave, casi una caricatura,de la imagen de Dr¨¢cula. Todos, todos), y Marsillach siembra literalmente de inventos, de segundas acciones, de objetos ins¨®litos, de maneras de colocar frases y gestos en los actores la acci¨®n principal: adem¨¢s de este entendimiento primero, y del a?adido de la melancol¨ªa al antip¨¢tico, al doctrinario, al incapaz de indulgencia para los dem¨¢s; al que ignora su propio vicio.
La tendencia a considerar que la sociedad es mala nos hace a todos participar un poco del personaje que no tiene raz¨®n (como no la tiene Don Juan, ni Tartufo, ni Harpag¨®n: los figurones de Moli¨¨re nunca la tienen) y asimilarnos a ¨¦l. Entenderle m¨¢s de lo que se le ha entendido en los trescientos a?os pasados. Sin embargo, la lecci¨®n est¨¢ m¨¢s clara ahora: siempre ha habido, en cada ¨¦poca y en cada tiempo, quien considerase que su tiempo era el peor de todos los transcurridos y que se hab¨ªan perdido en ¨¦l los viejos valores.
Queda dicho lo que se puede: que es un bello y punzante espect¨¢culo, que es una cr¨ªtica de las sociedades dominantes, que lo es de ¨¦ste por muchas alusiones, y que tiene todos los valores de un teatro bien hecho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.