"Se nos muri¨® en las manos", comenta uno de los testigos de la agon¨ªa del catedr¨¢tico

El catedr¨¢tico Francisco Tom¨¢s y Valiente expir¨® en manos amigas. Nada m¨¢s recibir los tres balazos asesinos, los profesores de los despachos contiguos de la Facultad de Derecho de la Universidad Aut¨®noma se abalanzaron hacia el lugar del atentado. Al entrar, encontraron al ex presidente del Tribunal Constitucional ensangrentado y agonizante. Le quisieron llevar hasta el garaje para sacarle en coche. No hubo suerte: "Se nos muri¨® en el ascensor, pr¨¢cticamente en las manos" coment¨® un colega del catedr¨¢tico de Historia del Derecho. El cad¨¢ver fue recogido por los facultativos del servicio de ambulancias del Insalud, quienes en el aparcamiento certificaron su muerte. Arriba, entretanto, crec¨ªa la indignaci¨®n.

La muerte de Tom¨¢s y Valiente sorprendi¨® a sus colegas en plena rutina de febrero. Al resonar los tres tiros en la cuarta planta de la Facultad de Derecho, salieron precipitadamenete de sus despachos. "O¨ªrnos un ruido como de petardos. Eran unos disparos. LIL gente sali¨® corriendo a los pasillos. Eso es algo inusual, porque esta planta es de profesores, no hay alumnos, y la gente suele ser muy tranquila", narraba ayer el decano de la Facultad de Derecho, Manuel Arag¨®n.Este testigo fue uno de los que se acercaron hasta el lugar del crimen. "Llegu¨¦ inmediatamente y vi que unos compa?eros bajaban el cuerpo al aparcamiento, estaba empapado de sangre. Una vez all¨ª se decidi¨® no tocarlo m¨¢s. Estaba niuerto", a?adi¨® Manuel Arag¨®n.

Su relato fue completado por la descripci¨®n del profesor Carlos Su¨¢rez, el primer hombre que lleg¨® hasta Tom¨¢s y Valiente. Su¨¢rez cont¨® c¨®mo al encontrarse: con el cuerpo agonizante del catedr¨¢tico, le tom¨® el pulso, "A¨²n lat¨ªa, por lo que, con ayuda de otros compa?eros, le trasladamos en volandas hacia el garaje. Quer¨ªamos llevarle a un centro m¨¦dico, pero ya era tarde", a?adi¨® Su¨¢rez.

Otro de los testimonios que completaban el cuadro de la tragedia proced¨ªa de El¨ªas D¨ªaz, el catedr¨¢tico que hablaba por tel¨¦fono con Francisco Tom¨¢s y Valiente en el mismo momento en que ¨¦ste fue acribillado. D¨ªaz, quien comparaba el crimen con el del fil¨®sofo positivista Moritz Schlick, asesinado por los nazis en 1936 en su despacho universitario, recordaba el griterio que sacudi¨® el pasillo de la cuarta planta de la Facultad de Derecho. "Cuando sal¨ª del despacho, la gente corr¨ªa hacia donde hab¨ªan disparado. Casi me cruzo con el asesino", dec¨ªa D¨ªaz.

El rastro del criminal, sin embargo, era ayer el m¨¢s evanescente. Al salir del despacho, seg¨²n los testimonios, el etarra enca?on¨® a los alumnos y profesores que se encontr¨® por el pasillo. Fueron una veintena de personas las que, seg¨²n la polic¨ªa, pudieron vislumbrar m¨¢s o menos el paso del criminal, vestido con un anorak, que huy¨® a toda velocidad hacia uno de los seis ascensores de la planta. Una vez all¨ª, su rastro se esfum¨®.

Anoche la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid ni siquiera pudo confirmar la puerta por la que huy¨® el etarra, ni donde le hab¨ªa esperado el Ford Orion rojo que le llev¨® a Madrid. Incluso dudaban de que hubiese escapado por el ascensor, pese a que as¨ª lo hab¨ªa afirmado por la ma?ana la secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles.

Asimismo, los testigos que hab¨ªan visto huir al autor de los disparos fueron llevados inmediatamente a las dependencias policiales para que cotejasen sus recuerdos con las fotos de etarras. Su testimonio pern¨²ti¨® identificar al asesino como Jon Bienzobas Arretxe. "Este hombre sab¨ªa perfectamente cuando iba a venir Tom¨¢s y Valiente, que no lo hac¨ªa todos los d¨ªas. Tambi¨¦n conoc¨ªa a la perfecci¨®n el lugar. S¨®lo as¨ª pudo huir tan r¨¢pidamente", dijo el decano.