?25 oscarizables!
Durante los ¨²ltimos a?os, la parte m¨¢s bullanguera y viva de este escaparate, el hormiguero de los periodistas, estuvo expulsada de Berl¨ªn y recluida en el gueto de una sala de congresos. Durante este tiempo el pulso del festival baj¨® en picado y fue invadido por la rutina. En definitiva, un festival carece de sentido si no est¨¢ orientado hac¨ªa los medios de comunicaci¨®n. Este a?o, se han dado cuenta de aquella metedura de pata, las aguas han vuelto a su viejo cauce y los cuadernos de notas, los ordenadores, el olor del tabaco y de las zamarras vuelven a codearse con los chaneles, los visones y los esm¨®quines. Y la Berlinale vuelve a parecerse a lo que era.A parecerse, no a serlo, pues hay diferencias muy marcadas, sobre todo lo que supone el creciente adue?amiento de Hollywood de esta formidable plataforma europea, que los ¨²ltimos a?os se ha convertido en un ensayo general y en un cobaya de los oscars. N¨²meros cantan. Nada menos que 24 aspirantes a ganar una estatuilla de la Academia de Hollywood participan en 10 de las m¨¢s de 20 pel¨ªculas estadounidenses seleccionadas para dar cuerpo a esta Berlinale. Que en Hollywood han adoptado como casa propia este regalo lo demuestra que el mismo d¨ªa que comenz¨® el festival un portavoz de la academia california dio la bienvenida en Los Angeles a esta casualidad, que no tiene pinta de ser tal cosa.
Las pel¨ªculas aqu¨ª presentes convocadas al Oscar son las siguientes: Sentido y sensibilidad, que aspira a siete oscars; Pena de muerte y Nixon, a cuatro; Toy Story, a tres. Restauraci¨®n, Ricardo III y 12 monos, a dos. Todas ellas est¨¢n en la secci¨®n oficial. Adem¨¢s, La batalla alrededor de Ciudadano Kane, Mary Reilly y Faithful, aspiran a uno y est¨¢n en otras secciones. Si a ¨¦stas se a?ade el filme sueco La belleza, de las cosas, que compite para el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera, las aspirantes redondean el n¨²mero 25. Toda una invasi¨®n.
El director de la Berlinale, Moritz de Hadeln, se quej¨® p¨²blicamente del mal trato que los periodistas le estamos dando. Pero si es evidente que recibe plumazos, no lo es menos que ¨¦l pone la tinta. A?adi¨® que le parece inevitable que la prensa est¨¦ enfadada con ¨¦l, "porque los cr¨ªticos son gourmets del cine y si les sirvo pato a la naranja seguro que me pedir¨¢n cap¨®n al vino tinto y si les ofrezco helado de chocolate seguro que me piden natillas". Hadeln tiene madera de excelente pol¨ªtico, pues en su met¨¢fora gastron¨®mica alude astutamente a opciones entre delicatessen, pero se cuida de no mencionar para nada los abundantes mendrugos y casta?as (por no hablar de bellotas) que nos echa al pesebre y que los periodistas hemos de tragar. A Hadeln le agradar¨ªa que nos comi¨¦ramos todo sin rechistar. Ciertamente lo comemos todo, qu¨¦ remedio. Pero si lo que comemos nos parece no un pato o un cap¨®n, sino un bocata de basura, nuestro deber es decirlo y el suyo aguantarse.
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