La noche del s¨¢bado
En una pieza de este nombre, a mi juicio muy representativa de su talante, Benavente formul¨® todo un programa: "No pongas en tu obra ni un, adarme de pensamiento". Tan sugestivo proyecto est¨¢ en trance de realizarse en la presente campa?a electoral, donde cualquier atisbo de ideas ha sido sustituido por el enfrentamiento entre la tautolog¨ªa y la descalificac¨ª¨®n.?Y no ser¨¢ porque las condiciones objetivas no reclamaban algo distinto! Por una parte la notabil¨ªsima mejor¨ªa de la situaci¨®n econ¨®mica por todos reconocida y la l¨®gica aspiraci¨®n de los grandes partidos pol¨ªticos a ganar el voto centrista, permit¨ªa esperar una objetivaci¨®n en los mensajes y una moderaci¨®n en las actitudes, algo ciertamente distinto de la permanente y siempre incumplida enf¨¢tica afirmaci¨®n de ser moderados. De otro lado, los grandes problemas que el nuevo Gobierno deber¨¢ afrontar despu¨¦s de las elecciones -reformas institucionales como la electoral, pactos auton¨®micos, correcciones estructurales de la econom¨ªa necesariamente negociadas, etc¨¦tera- aconsejaban a todos y especialmente a los posibles vencedores, lanzar, no de palabra sino con hechos, cuantos puentes fuera posible para facilitar, al d¨ªa siguiente de los comicios, el establecimiento de amplios consensos pol¨ªticos capaces de pilotar consensos sociales a¨²n m¨¢s amplios. La democracia es conflicto y servicio y si se hipertrofia lo primero se dificulta sobremanera lo segundo.
Para esto precisamente sirven las ideas. Para establecer las bases objetivas de un acuerdo. Y, lo que es tanto o m¨¢s importante, para no pelearse sobre las personas, los afectos y las palabras. Especialmente las palabras de presa, todas pico y garras, cuya jaula los espa?oles har¨ªan bien en cerrar de una vez.
Pero desdichadamente se est¨¢ siguiendo el camino contrario, especialmente por los grandes partidos. De un lado el PP, despu¨¦s de seis a?os de acoso, derribo e improperio, ha optado por no contestar y ni siquiera debatir. Se limita a afirmar y enfatizar sus propias afirmaciones, reducidas ¨¦stas al enunciado de metas deseables, sin, por supuesto, explicitar nunca los medios, los plazos, los costes y las prioridades que, por definici¨®n, han de suponer postergaciones. Lo dem¨¢s es tautolog¨ªa que nadie puede negar, puesto que incluye el predicado en el sujeto, pero que nada nuevo quiere decir.De otro lado, el PSOE, tras m¨¢s de un lustro de andar a rastras de los acontecimientos y de su explotaci¨®n por par te de la oposici¨®n, se ha lanzado a una campa?a a la contra que se limita a descalificar de manera bastante burda a sus oponentes.- Ni una sola nueva idea, sino tan s¨®lo los viejos fantasmas y la vieja ret¨®rica... y un sinn¨²mero de errores y torpezas. No hablo, claro est¨¢, de IU, a la que no sobran ideas, pero s¨ª la m¨¢s anacr¨®nica y arbitrista de las ideo log¨ªas. Por tales v¨ªas lo m¨¢s probable es que los socialistas no consigan la movilizaci¨®n del voto que dicen les har¨ªa falta para ganar a las encuestas y que los populares venzan ampliamente, aunque no convenzan. Desde un punto de vista mec¨¢nico, la soluci¨®n no est¨¢ mal. Pero la pol¨ªtica con may¨²sculas es algo m¨¢s que mec¨¢nica electoral. Para dar un fruto algo m¨¢s sazonado que el turno (?pac¨ªfico?) de los partidos, necesita comprometer a los ciudadanos, esa especie animal que se mueve por los intereses comunes que las ideas pol¨ªticas est¨¢n llamadas a explicar y generalizar. Que en la democracia representativa otorgan un mandato electoral expreso para afrontar una situaci¨®n grave como la que, seg¨²n todos dicen, vivimos los espa?oles.
Pero en esta campa?a se les convoca, mediante consignas, al cambio o a la continuidad, sin abundar en su contenido. Se les hace votantes siempre resignados. Para quienes aspiran s¨®lo a ganar o, lo que es lo mismo, a seguir aun despu¨¦s de perder, eso basta y sobra. Pero el Gobierno democr¨¢tico de la ma?ana siguiente necesitar¨¢ de una ciudadan¨ªa despierta. Y eso no se improvisa.
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