Sin noticias de Macrolandia
Llevamos varios d¨ªas sin noticias de Macrolandia y empiezo a sentir un gran vac¨ªo en el televisor. A pesar del reciente intento de Miguel Boyer por animar el patio nacional, los h¨¦roes del mitin prefieren mirar descaradamente para otro lado, luego de haber estado todo el curso pol¨ªtico d¨¢ndonos la paliza con sus c¨¦lebres intransigencias tautol¨®gicas acerca de la ¨²nica econom¨ªa posible, la ¨²nica moneda posible, la ¨²nica convergencia posible, los ¨²nicos europlazos posibles, el ¨²nico tipo de inter¨¦s posible, los ¨²nicos mercados financieros posibles y otros dogmas tontorrones del mismo calibre unanimista.Y este gran vac¨ªo se nota sobre todo en el televisor. De repente, se han borrado de nuestras pantallas los macrocuadros, los dram¨¢ticos decimales que nos amargaban el telediario, las sensacionalistas eurocurvas, las sagradas tablas de la ley de Maastricht, el econometrismo explica lo todo, la jerga suprema del tanto por ciento estad¨ªstico, el ruido especulativo de la prosa monetarista, en fin, esa cantilena po¨¦tica (tan ¨²nica) de los maestros contables del Reino. Y m¨¢s de una semana sin noticias de Macrolandia, en nuestro caso, es much¨ªsimo tiempo. Es algo que te acaba provocando mono monote¨ªsta. Sobre todo porque estabas convencido de que lo del 3-M era una simple abreviatura de esas tres grandes emes may¨²sculas que hasta las elecciones hab¨ªan colonizado nuestra vida pol¨ªtica (Macroeconom¨ªa, Moneda, Maastricht) y fuera de las cuales, como recordar¨¢n, no hab¨ªa salvaci¨®n intelectual posible.
Reconozco que es m¨¢s divertido que los h¨¦roes de marzo, en lugar de re?ir sobre los queridos microdecimales de Macrolandia, jueguen a tirarse v¨ªdeos a la cabeza como si fueran bolas de nieve. Pero admitamos que es raro este cortocircuito del rodillo del Pensamiento ¨²nico en campa?a electoral y encima cuando las iras del diciembre franc¨¦s empiezan a derretir el mu?eco de hielo ortodoxo, y por toda la Europa sensata empieza a escucharse ya, de nuevo, el ruido de lo social, lo plural, lo diverso, incluso lo divertido.
No quiero pensar ni por un segundo que se trate de un olvido m¨¢s o menos selectivo, en el estilo de nuestras ya universalmente c¨¦lebres amnesias, ni mucho menos que nuestras autoridades en la materia se hayan ca¨ªdo de la mula ¨²nica. Apuesto doble contra sencillo que a partir del 4-M las pantallas volver¨¢n a llenarse con los garabatos de Macrolandia, como si aqu¨ª no hubiera pasado nada. La explicaci¨®n de este vac¨ªo es m¨¢s sencilla.
Es que, durante la campa?a, el Pensamiento ?nico queda fatal en el televisor. Si elegir es diferenciar, y lo es, ya me dir¨¢n c¨®mo diablos es posible distinguir entre Solbes y Rato cuando se ponen a hablar de sus queridos tiquismiquis decimales. Algo much¨ªsimo m¨¢s dif¨ªcil que diferenciar entre Blur y Oasis. Por eso nos han concedido recreo. En cuanto a Anguita, alguien deber¨ªa advertirle que su intransigente y maximalista no, y s¨®lo su no, a cualquier cosa que suene a Maastricht tambi¨¦n es Pensamiento ¨²nico.
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