Movida o morri?a
Por fin empiezo a entender algo del gran duelo en el OK corral gracias a los oportunos apellidos de nuestro c¨¦lebre par de triunfadores en el Imperio: Banderas contra Iglesias. Eliminas las may¨²sculas, los colocas cara a cara, con las piernas muy abiertas y los dedos tensos acariciando el marfil de las culatas, estilo Sergio Leone, en medio de la vieja calle Mayor de Bardem, y a votar como siempre hemos dualizado desde que se fund¨® la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.Y no s¨®lo banderas laicas versus iglesias vaticanas; sobre todo, el arcano duelo a muerte entre la Espa?a two much y la Espa?a hey. Movida contra morri?a. Aunque ahora intenten transformar la gran batalla simb¨®lica que conmociona al pa¨ªs desde otra vil simetr¨ªa: el joven gal¨¢n de la charcuter¨ªa, secci¨®n pata negra andaluza, contra el maduro entertainer de la fruter¨ªa, especialidad bogavantes del Cant¨¢brico.
Yo, personalmente, estoy hecho un l¨ªo porque esos duelistas que a ¨²ltima hora se han sacado de la manga son amigos m¨ªos por razones, ambas, muy inconfesables e insumables. Ahora bien, reconozco que es la ¨²nica manera sensata de dividir al pa¨ªs por dos, por Anto?ito y Julito, una vez que han fracasado los v¨ªdeos, los debates televisivos, esa necesaria memoria hist¨®rica sobre la que el imprescindible Montalb¨¢n insiste machaconamente, los programas cre¨ªbles, las ideas o ideolog¨ªas veros¨ªmiles, los matices diferenciales sobre el Pensamiento ¨²nico, el sorpasso regenerador, los grandes enfrentamientos geol¨®gicos sobre el Miniestado del Bienestar; y encima nadie, absolutamente nadie, quiere saber nada del asunto que yo cre¨ªa desde mi est¨²pida ingenuidad que iba a ser el meollo de estos idus de marzo, la autonom¨ªa de lo pol¨ªtico.
Menos mal que nos quedan Iglesias y Banderas en un pa¨ªs que, comparado su producto interior bruto (incluso sus exportaciones) con lo que cobran por sesi¨®n de trabajo nuestros dos triunfadores en la Metr¨®poli, suena como a Burundi. Consol¨¦monos pensando que en Francia, Italia, Alemania o el Benelux no habr¨ªa sido posible un duelo electoral as¨ª, tan paradigm¨¢tico, por la sencilla raz¨®n de que sus triunfadores planetarios son m¨¢s, mucho m¨¢s que dos.
El s¨²bito surgimiento de nuestra pareja de famosos en duelo tipo spaguetti-western le ha echado vitaminas energizantes a la recta final de la campa?a tontorrona y desmemoriada, ha embarullado el suicida trilema y su intenci¨®n de voto, ha actuado como McGuffin contra el necesario y non nato debate sobre la autonom¨ªa de lo pol¨ªtico y ha descolocado, sobre todo, a esa tropa de micro-macroencuestadores que intentan plagiar el duelo entre Aquiles y la tortuga.
Reconocer¨¢n que es muy distinto preguntar puerta a puerta si Felipe, Josemari o qu¨¦, sin m¨¢s viodeomatices ni gaitas ideol¨®gicas, que encuestar entre Banderas o Iglesias, si pata negra o cola de bogavante. Ah¨ª empiezan las grandes dudas nacionales, entre la movida y la morri?a de Julioantonio.
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