Catedrat¨ªcos del siniestro

El pasado 28 de febrero, horas despu¨¦s de que un autob¨²s ardiera tras un choque, y murieran 29 viajeros, llegaba a Bail¨¦n, el lugar de los hechos, un profesor. Como tantas veces, detr¨¢s de la polic¨ªa, los periodistas y los parientes, Jose Luis San Ram¨®n, un ingeniero industrial de la Universidad Polit¨¦cnica, se plantaba en el escenario de una cat¨¢strofe de carretera para almacenar datos y buscar causas. Al d¨ªa siguiente, Francisco Ram¨®n, el director del centro para el que trabaja San Ram¨®n estaba en condiciones de afirmar algo espectacular: los viajeros se habr¨ªan salvado si hubieran conocido de antemano c¨®mo salir del autob¨²s, que cumpl¨ªa perfectamente las medidas de seguridad. Aparicio se encuentra al mando de la instituci¨®n espa?ola que m¨¢s sabe de accidentes de tr¨¢fico: el Instituto Universitario de Investigaci¨®n del Autom¨®vil, emplazado en la Escuela, T¨¦cnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Polit¨¦cnica.Adem¨¢s de profesores en esta escuela, los miembros de este instituto son expertos en autom¨®viles y autobuses, e investigan con escrupulosidad cient¨ªfica por qu¨¦ ocurren las desgracias y cu¨¢l es la mejor manera de evitarlas. No s¨®lo eso: igual persiguen el mejor combustible que luchan contra la contaminaci¨®n de la ciudad. Adem¨¢s, homologan pruebas de seguridad para veh¨ªculos de la Comunidad. Pero sin duda, el lado m¨¢s espectacular de este instituto, dependiente de la consejer¨ªa de Econom¨ªa, de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico y del Ministerio de Industria y Energ¨ªa, es lo que ata?e a los siniestros.

Aparicio guarda en su despacho el exhaustivo informe que su instituto compil¨® sobre un accidente de autob¨²s ocurrido en el verano de 1987 cerca de la localidad orensana de Ver¨ªn. Murieron 38 de las 45 personas que iban a bordo. En un principio se crey¨® en una aver¨ªa en el embrague. Aparicio aporta otras causas: "El coche iba completamente deteriorado: al conductor, en una bajada, le fue fallando todo, una cosa detr¨¢s de otra: los frenos, la direcci¨®n asistida, todo, hasta que acab¨® despe?¨¢ndose por un barranco tras derrapar en una curva".

Y aporta pruebas: las recopiladas durante los meses en los que el mont¨®n de chatarra en que qued¨® convertido el autob¨²s. estuvo a merced de los profesores en los almacenes de la Escuela de Ingenieros Industriales.,

Este particular centro universitario, en el que trabajan 46 profesores y que en unos meses se trasladar¨¢ a unas nuevas instalaciones en la carretera de Valencia, tambi¨¦n atesora informaci¨®n te¨®rica.

Aparicio aporta una sorprendente -y algo siniestra- f¨®rmula, basada en los c¨¢lculos estad¨ªsticos del profesor sueco Nilsson, que viene a decir lo siguiente: si incrementamos la velocidad del coche de 100 a 120 kil¨®metros por hora, el riesgo de tener un accidente aumenta un 20%, el de acabar herido, un 44% y el de morir, un 107%.

A estos profesores, que el viernes probaron en Getafe con maniqu¨ªes la estructura de un dise?o de autob¨²s, el andar todo el tiempo entre accidentes les ha. cambiado algo la vida: "Yo antes corr¨ªa m¨¢s con el coche, lo juro", comenta San Ram¨®n.

Preparados ya para mudarse a su nuevo emplazamiento, los laboratorios aparecen un poco desordenados. A¨²n as¨ª, uno puede distinguir una extra?a m¨¢quina especialmente dise?ada para calibrar la resistencia de los asientos de los autobuses. No es ninguna tonter¨ªa. Y Aparicio lo explica: "El cintur¨®n de seguridad de un pasajero de autob¨²s es el asiento del pasajero que va delante".