La UE da m¨¢xima prioridad al empleo en la cumbre que abre la reforma de Maastricht
ENVIADO ESPECIAL Maastricht-2 empez¨® ayer su gestaci¨®n con un fuerte tono social. La cumbre de jefes de Estado o de Gobierno que abri¨® la Conferencia Intergubernamental (CIG) para reformar el Tratado de la Uni¨®n Europea (UE) lanz¨® la discusi¨®n sin alharacas, pero tambi¨¦n sin quiebras. Un fuerte pulso de los l¨ªderes de izquierda dio al objetivo de establecer una pol¨ªtica europea contra el desempleo mucho ¨¦nfasis. Tanto como a la necesidad de avanzar en una pol¨ªtica exterior com¨²n o al prop¨®sito de reformar las instituciones comunes para que puedan absorber sin agrietarse a la quincena de pa¨ªses candidatos a la ampliaci¨®n que se prev¨¦ para el cercano a?o 2000.
Esta cumbre europea ha tenido coloraci¨®n ideol¨®gica. Se la imprimieron los l¨ªderes socialdem¨®cratas. En su reuni¨®n previa del jueves, se conjuraron para elevar el tono de la referencia a la lucha contra el desempleo contenida en la propuesta de mandato o cat¨¢logo de temas a resolver por la CIG que hab¨ªa planteado la presidencia italiana. La consideraron "demasiado floja", m¨¢s all¨¢ de la referencia a que "la lucha contra el desempleo es el contenido prioritario". Asi, el sueco Goran Persson, el finland¨¦s Paavo Lipponen, el holand¨¦s Wim Kok, el portugu¨¦s Antonio Guterres, el griego Costas Simitis, el austriaco Franz Vranitzky y el espa?ol Felipe Gonz¨¢lez encargaron a su colega dan¨¦s, Poul Nyrup Rasmussen, que presentara una enmienda para reforzar el mandato sobre la pol¨ªtica de empleo. El dan¨¦s propuso varias modificaciones: que las pol¨ªticas nacionales de empleo "constituyen materia de preocupaci¨®n com¨²n"; que pese a su importancia "se necesita una acci¨®n coordinada suplementaria"; y que la Conferencia decida "la manera de dotar al Tratado de un marco para el desarrollo de una estrategia com¨²n de empleo coherente". Las labores de los funcionarios encargados de la negociaci¨®n fueron arduas. El Reino Unido se opuso. Pero parte de la derecha social, como la del canciller Kohl, se abstuvo. Otros intentaron rebajar las aspiraciones socialdem¨®cratas. Al final, se incluy¨® todo el texto de Rasmussen, aunque rebajando su tercera propuesta: la Conferencia no se abre ya con la determinaci¨®n de introducir la inclusi¨®n del empleo en el Tratado y de discutir s¨®lo su "forma"; tambi¨¦n habr¨¢ que discutir previamente "la posibilidad" de hacerlo". Los conjurados se mostraron satisfechos porque "la propuesta. ha sido sustancialmente aceptada", como dijo Felipe Gonz¨¢lez. Al empleo, y en general a lo social dedicaron los Quince la mitad de su discusi¨®n del almuerzo, aunque con pocos resultados adicionales. El presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, dedic¨® su mejor oratoria de campa?a a destacar que "no podemos resolver. problemas como la moneda o la defensa sin tratar los efectos de una mundializaci¨®n salvaje sobre el modelo social europeo: protecci¨®n social, papel del Estado en la econom¨ªa y di¨¢logo entre los agentes sociales" que no comparten ni EE UU ni los dragones asi¨¢ticos. Parec¨ªa encarnar la rebeli¨®n popular de diciembre contra su premier, Alain Jupp¨¦.
Pese a tanto dispendio ret¨®rico, Chirac no logr¨¦ para su planteamiento m¨¢s que una menci¨®n de pasada en un anexo a las conclusiones del Consejo Europeo. Lo tuvo en cambio el presidente de la Comisi¨®n, Jacques Santer. Su propuesta de "Pacto europeo de confianza para el empleo", que incluye el desv¨ªo de unos, 300.000 millones de pesetas para financiar las grandes redes transeuropeas y otros proyectos generadores de trabajo, se tuvo en cuenta: obtuvo mayor espacio.
Pero la acogida no fue esplendorosa. Los Quince no la discutieron. Encargaron al Consejo de Ministros pertinente que la madure y se autoemplazaron para decidir sobre ella en la cumbre de junio, en Florencia. Como no especificaron a qu¨¦ Consejo se refer¨ªan -"aunque muchos pensamos que deber¨ªan ser los ministros de Trabajo", manifest¨® Gonz¨¢lez-, puede que acabe siendo despedazada por el Ecofin. Los poderosos ministros de Econom¨ªa y Finanzas se opusieron a este "Pacto de confianza" incluso antes de que se presentase oficialmente. En suma, Santer no logr¨¦ el deseado "impulso pol¨ªtico" de los jefes de Estado de Gobierno que le ayudase a puentear a sus ministros econ¨®micos.
?stos reivindican que todo el dinero sobrante de la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) -los 300.000 millones son la mitad de lo que se prev¨¦ ahorrar en este concepto- se renacionalice para facilitar la reducci¨®n de los d¨¦ficit presupuestarios nacionales. Ahora, el impacto de la solidaridad con el Reino Unido por la crisis de las vacas locas y el mejor ejercicio agr¨ªcola (que implica m¨¢s gastos de la PAC) a?aden argumentos a su voluntad de no modificar las previsiones presupuestarias plurianuales.
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