La tentaci¨®n espera el autob¨²s
Los carteles publicitarios de las marquesinas entretienen a los usuarios mientras aguardan el transporte
M¨¢s de lino se ha despistado y dice haber perdido el autob¨²s. Y todo por culpa de la actriz Maribel Verd¨², que desde hace unas semanas cubre (poco) su cuerpo con delicados y sugerentes encajes de una firma de lencer¨ªa sobre las marquesinas de los autobuses.La an¨¦cdota la contaba la semana pasada un empleado de banca, Jos¨¦ Ortiz, de 35 a?os, habitual de la l¨ªnea 28, frente al escultural cuerpo del delito. "Una ma?ana no me di cuenta, estaba obnubilado con la chica ¨¦sta y pas¨® un autob¨²s. Yo, sin enterarme de nada. S¨®lo pensaba en lo bien que le quedar¨ªa el conjuntito a mi mujer. Lo peor es que el siguiente autob¨²s tard¨® 20 minutos y llegu¨¦ tarde al banco.- Tuve qu¨¦ inventarme una excusa en el trabajo", explica el hombre entre risas.A su lado, un se?or mayor que prefiere no decir su nombre -"tengo nietos y me pueden llamar viejo. verde"- apostilla: -rerefresca la vista; no hay m¨¢s que ver que cuerpo tan lozano que tiene la muchacha. A ciertas edades es un regalo del cielo salir a la calle y ver esto, porque en casa ya no tienes muchas p¨®sibilidades".
En apenas unos minutos, frente al cobijo de una de las paradas de autob¨²s de la calle de O'Donnell, se ense?aran monta una tertulia, aderezada con una algo" pizca de pol¨¦mica. Al o¨ªr las palabras del hombre, un ama de casa, Concepci¨®n Calvo, de 52 a?os y todav¨ªa de muy buen ver, no puede evitar meter baza en la animada conversaci¨®n: "Ande, .que su mujer va a tener mucho trabajo con usted. ?Qu¨¦ cosas tienen ¨¦stos hombres! S¨®lo piensan en lo mismo. Ven unas bragas y un sujetador y pierden la cabeza. Tambi¨¦n hay anun cios de chicos muy macizos y las mujeres no alardeamos tanto". El se?or se defiende: "Yo no estoy diciendo mentira. ?O alguien me va a negar a m¨ª que las braguitas le quedan mal a la niuchacha?". Otra se?ora, de unos cuarenta a?os y hasta entonces en la retaguardia, ataca: "?Pero ser¨¢ viejo verde! Todos son iguales, ven una teta y enseguida se ponen gallitos. Nosotras no nos ponemos tan nerviosas cuando vemos a un macizo".Varias paradas m¨¢s adelante, en la misma ruta del 28, el escaparate de la marquesina muestra el cuerpo desnudo de un hombre que anuncia ropa interior masculina. Las se?oras que pacientemente aguardan la llegada del autob¨²s miran con cierta timidez y comentan el anuncio: "Ya era hora de que los hombres ense?aran algo. El chico no est¨¢ mal, un poco peludo. De todas formas, yo no he perdido ning¨²n autob¨²s por. mirar un anuncio. Hay que ser tontos, eso s¨®lo pueden hacerlo los hombres que tienen muy poca cabeza", se despacha a gusto una se?ora con la compra del mercado en la mano.Una jovencita, con la carpeta de apuntes decorada con las fotos de sus ¨ªdolos, el grupo musical Take That, tambi¨¦n interviene. "El t¨ªo est¨¢ muy bueno, para que negarlo. Y los calzoncillos no est¨¢n mal, no son tan horteras como los que anunciaban antes".Una secretaria, Ana Diez, de 22 a?os, sin novio, dice que el hombre de sus sue?os se parece al de la fotograf¨ªa: "Es perfecto, no hay m¨¢s que ver c¨®mo le sienta el calzoncillo. Pero esos hombres no existen en la vida real, o por lo menos yo nunca he conocido a ninguno. Deben estar escondidos". En corrillo, todas hablan a la vez, unas m¨¢s alto que otras: "Las mujeres tambi¨¦n tenemos derecho a ver cuerpos de pel¨ªcula", "nos ponen un caramelo, pero no nos dejan tocarlo", "eso es un hombre y que se quite lo que, tenemos en casa", "ojal¨¢ pudi¨¦ramos llev¨¢rnoslo a casa", "es impresionante, el chico est¨¢ bien dotado". Frente al anuncio, la imaginaci¨®n femenina se desborda. Y ninguna de las f¨¦minas le hace ascos al chico que aparece en la fotograf¨ªa.El dicho de que la primavera la sangre altera debe de ser cierto. O al menos justifica la avalancha de anuncios de lencer¨ªa que se exhiben desde la llegada de la nueva estaci¨®n en las marquesinas de la ciudad.Eso es al menos lo que opina el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad Complutense Ferm¨ªn Bouza. "La lencer¨ªa es un producto t¨ªpicamente primaveral. En esta ¨¦poca, y eso est¨¢ demostrado, crece la disponibilidad de los encuentros er¨®ticos. Y, por tanto, la ropa interior se convierte en ropa exterior. Es el mejor momento para que los cuerpos, se exhiban y, por tanto, se cuida m¨¢s la lencer¨ªa que se lleva", explica.Sobre el fen¨®meno de la publicidad de la ropa interior masculina, el soci¨®logo Ferm¨ªn Bouza se?ala que estas prendas son ahora mucho m¨¢s "coquetas" que las que se luc¨ªan hace a?os. "Y por eso se exhiben y no se ocultan. La moda ha llegado tambi¨¦n a los calzoncillos, que cada vez se parecen m¨¢s a los ba?adores. Son mucho m¨¢s bonitos y, por tanto, hay que ense?arlos". Para terminar, el soci¨®logo de la Complutense pone el dedo en la llaga: "Ahora el hombre es tan objeto como la mujer".
Y es que la igualdad tambi¨¦n se ha parado en las marquesinas de los autobuses.
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