Popurr¨ª de medidas al gusto popular
Despu¨¦s de un periodo marcado por la indecisi¨®n y algunos comportamientos que parece l¨®gico atribuir a los h¨¢bitos adquiridos en una larga etapa de oposici¨®n, el Gobierno aprob¨® el 7 de junio un paquete de medidas que ha presentado como su respuesta inicial a las necesidades de reactivaci¨®n y liberalizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Su tardanza ha contribuido a aumentar las sospechas, ya bastante extendidas, de que no exist¨ªa un programa econ¨®mico de aplicaci¨®n inmediata tras el acceso al poder. Las medidas clave son de car¨¢cter fiscal, aunque hay otras, tambi¨¦n relevantes, orientadas a liberalizar parcialmente algunos segmentos (telecomunicaciones, suelo, colegios profesionales, energ¨ªa ... ) de la econom¨ªa espa?ola. Con ellas pretende el Ejecutivo demostrar, por v¨ªa de urgencia extraparlamentaria, que est¨¢ gobernando, as¨ª como reanimar el pulso de una econom¨ªa que presenta s¨ªntomas de desaceleraci¨®n, particularmente en la industria y la construcci¨®n.Lo primero que conviene aclarar, por tanto, es si nuestra econom¨ªa necesita medidas reactivadoras. Los expertos sostienen que estamos atravesando una pausa en la recuperaci¨®n econ¨®mica de la Uni¨®n Europea, y aunque algunos recortes dr¨¢sticos de las previsiones de crecimiento para este a?o, sobre todo en Alemania, han levanta do algunas sospechas, siguen apostando por un segundo semestre m¨¢s halag¨¹e?o. En cuanto al caso espa?ol, tampoco han asomado los desequilibrios que tradicional mente siegan de cuajo la recuperaci¨®n econ¨®mica u obligan a enfriar nuestra econom¨ªa apenas se pone a tono. El sector exterior goza de buena salud, la inflaci¨®n subyacente sigue bajando, y lo mismo est¨¢n haciendo el d¨¦ficit p¨²blico y los tipos de inter¨¦s. La situaci¨®n financiera de las empresas y familias es tambi¨¦n mucho m¨¢s boyante que en anteriores ciclos, lo que cierra un cuadro tan favorable y at¨ªpico por estos la res que anima a los observadores internacionales a concedernos la categor¨ªa de pa¨ªs europeo con mayores posibilidades de crecimiento en los pr¨®ximos 18 meses. Quejarse en estas circunstancias de la herencia econ¨®mica que dej¨® el anterior Gobierno forma parte del ritual del cambio pol¨ªtico, y por eso es disculpable, pero equivale a mostrarse enfadado con las buenas noticias. Lo razonable, en estas circunstancias, es que la pol¨ªtica econ¨®mica concentre sus esfuerzos en sostener y reforzar la tendencia convergente iniciada por las variables macroecon¨®micas en el camino de Espa?a hacia la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), asegurar su llegada en tiempo y manera, de jando lo dem¨¢s, fuegos artificiales y atenci¨®n a la clientela, para mejores momentos. De este modo se pondr¨ªan tambi¨¦n las bases para una futura y larga etapa de crecimiento sostenido. Lamentablemente, los ciclos econ¨®micos siguen una trayectoria misteriosa, no se reconocen unos en otros y tienen entresijos tan complejos como la vida misma, por lo que siempre requieren vigilancia intensiva. Hay que ser cuidadosos hasta con las dosis inoculadas de fomento, por utilizar una palabra rescatada por el actual Gobierno del arc¨®n del abuelo. Por eso conviene, sobre todo, valorar si el paquete de medidas contribuye a alcanzar los objetivos de convergencia que todos, menos Julio Anguita, consideramos prioritarios.
Entre las medidas fiscales, vendidas como fuente movilizadora del ahorro hacia la inversi¨®n productiva, el consumo y el empleo, hay que distinguir las que efectivamente pueden tener alguno de esos efectos de aquellas que constituyen la primera carta de agradecimiento al electorado sociol¨®gico del PP y CiU. Entre las primeras hay que celebrar la nueva fiscalidad de las sociedades y fondos de capital riesgo, as¨ª como las facilidades concedidas para la actualizaci¨®n de balances, que tendr¨¢n un gran coste recaudatorio. Entre las otras, las del gui?o poI¨ªtico, el tratamiento que se otorga a la tributaci¨®n de las plusval¨ªas del ahorro y al rendimiento neto de actividades sometidas a m¨®dulos del m¨¦todo de estimaci¨®n objetiva del IRPF suponen una clara redistribuci¨®n de la carga tributaria de este importante impuesto en favor de los que Galbraith llama, estratos contentos de la sociedad y en contra de los contribuyentes m¨¢s infortunados. En cuanto a los m¨¢s ricos o satisfechos, nos conformaremos con agradecerle a Crist¨®bal Montoro, imaginado simpatizante de la Escuela de Chicago, que les haya identificado como herederos directos de la conciencia fiscal de Al Capone. En lo que respecta al consumo, todav¨ªa renuente, las medidas; son inocuas. Se avanzar¨ªa mucho m¨¢s en este prop¨®sito si el Gobierno consigue reducir la apreciable diferencia existente entre la rapidez con que los bancos y cajas reajustan. las ca¨ªdas de los tipos de inter¨¦s en la remuneraci¨®n a las cuentas de pasivo y el retardo con que trasladan los descensos del precio del dinero a los cr¨¦ditos y dem¨¢s operaciones activas. En estos momentos, pese a la dura competencia establecida en el sector, la diferencia entre el precio oficial del dinero y el de los pr¨¦stamos preferenciales supera los dos puntos de media; y en el caso de los cr¨¦ditos al consumo a un a?o, los m¨¢s utilizados para adquirir autom¨®viles y bienes dom¨¦sticos, el diferencial alcanza los seis puntos.
El conjunto de medidas fiscales tendr¨¢ tambi¨¦n un coste para la Hacienda que repercutir¨¢ negativamente en el d¨¦ficit p¨²blico los pr¨®ximos meses. La cabriola sin red sobre la desprestigiada curva de Laffer que estos d¨ªas hemos visto dar a quienes imaginan que la mayor movilidad te¨®rica del ahorro familiar (derivada del nuevo tratamiento fiscal) conducir¨¢ una parte importan-te del mismo hacia la inversi¨®n productiva y, por ende, a la creaci¨®n de empleo y al aumento de los ingresos fiscales no es otra cosa que una exaltaci¨®n gratuita de la capacidad de suposici¨®n que se nos atribuye maliciosamente a los economistas. Es una l¨¢stima que el env¨ªo hacia el extremo de la legislatura de la supresi¨®n del impuesto de matriculaci¨®n de autom¨®viles, hasta que la providencia y las cuentas p¨²blicas lo permitan, no haya servido de ejemplo en otros ¨¢mbitos. Las presiones van a seguir, en la l¨ªnea de la petici¨®n de la CEOE de "otras muchas medidas, de mayor calado, para que desemboquen en una generaci¨®n masiva de empleo". No obstante, es posible que Espinosa de los Monteros y Rafael Termes consigan que hasta Cuevas parezca muy centrado. Las medidas liberalizadoras tienen mejor aspecto, al menos a primera vista, por, cuanto abordan varias reformas estructurales largamente demandadas y resuelven ciertas situaciones anacr¨®nicas, como la de las farmacias. Algunas figuraban ya en la Ley de Acompa?amiento de los Presupuestos Generales que populares y convergentes impidieron aprobar en diciembre del a?o pasado, pero esto no desmerece la iniciativa. Quedan, eso s¨ª, algunas dudas sobre la liberalizaci¨®n real que represente pasar del monopolio al duopolio en telecomunicaciones, lo mismo que sobre el car¨¢cter independiente de un ¨®rgano regulador del sector en el que todos los miembros los nombra el Gobierno; lo ¨²nico seguro es que han sido legalizados los concursos de cable convocados irregularmente por ayuntamientos gobernados por los populares y que el decreto-ley no le ha gustado a CiU, luego se revisar¨¢. Las dudas razonables se extienden tambi¨¦n al verdadero significado de la resignaci¨®n casi franciscana con que algunos gremios, otrora aguerridos, han saludado la colegiaci¨®n ¨²nica y la supresi¨®n de honorarios m¨ªnimos. E incluso hay quien sostiene que la eliminaci¨®n de los precios m¨¢ximos del gas¨®leo no conduce inexorablemente al incremento de la competencia y puede contribuir al aumento de los precios m¨¢ximos en algunas zonas de territorio nacional.
Respecto a los cambios en la Ley del Suelo, es m¨¢s que discutible si la reducci¨®n del porcentaje de suelo cedido a los ayuntamientos producir¨¢ una disminuci¨®n del precio de la vivienda (la experiencia catalana parece desmentirlo) o conducir¨¢ a una mayor retenci¨®n especulativa de suelo (o la traslaci¨®n de esa cuota al sector privado, porque tambi¨¦n los ayuntamientos especulan lo suyo) y a la construcci¨®n de menos viviendas sociales, como han se?alado bastantes alcaldes. Finalmente, la nota de color la ponen los servicios mortuorios, que podr¨¢n ser pronto de provisi¨®n privada.
En resumen, el popurr¨ª de medidas adoptadas por el Gobierno no tendr¨¢ previsiblemente un efecto positivo apreciable para la convergencia de la econom¨ªa espa?ola en la CEM, y algunas de ellas pueden ser un obst¨¢culo adicional para la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico. Pese a ello, la rentabilidad pol¨ªtica obtenida por el Ejecutivo parece fuera de toda duda, y el m¨¦todo de discriminaci¨®n de los ciudadanos seguido en este caso puede ser un simple avance de su estrategia futura: obsesionado como est¨¢ con no ser calificado de antisocial, el Gobierno ha preferido elegir a los beneficiarios directos de las medidas, su clientela pol¨ªtica, que se?alar con el dedo, uno a uno, a los perjudicados. Se dice que los agravios comparativos molestan m¨¢s a los ciudadanos que los absolutos, pero son muy numerosos los maltratados que no aciertan a descubrirlos. De momento podemos hablar de un cuidadoso dise?o de geometr¨ªa fiscal, asim¨¦trico y descentrado, al que le faltan algunos trazos que se ir¨¢n completando a lo largo de la legislatura. El equipo del vicepresidente Rato puede apadrinar medidas confusas, como las aqu¨ª comentadas, pero tiene algunas intenciones muy claras y no le van a faltar sugerencias ni ocasiones para ensayarlas.
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