Literatura y aritmetica
Los electores recordar¨¢n c¨®mo, seg¨²n el PP, se pod¨ªa reducir el d¨¦ficit sin disminuir la inversi¨®n ni la protecci¨®n social. Incluso se pod¨ªan bajar los impuestos, aunque, eso s¨ª, s¨®lo para unos cuantos. Para ello, bastaba eliminar el despilfarro, suprimir canong¨ªas y liberalizar, privatizar, desregular y desfiscalizar para relanzar la econom¨ªa. Esa literatura electoral, construida en un lenguaje esf¨¦rico, sin aristas ni concreciones, de vocablos "pol¨ªticamente correctos" (austeridad, eficacia, di¨¢logo, consenso ... ), ten¨ªa que chocar con la implacable aritm¨¦tica del Presupuesto y de los beneficios y perjuicios que toda decisi¨®n comporta.Hoy, una reforma administrativa, un ajuste presupuestario, algunos problemas con el reloj de Maastricht y tres decretos-leyes, permiten analizar la diferencia entre la literatura de la oposici¨®n y la aritm¨¦tica del Gobierno.
La realidad ha demostrado que la supresi¨®n de altos cargos para ahorrar ?50.000 millones! era una enorme falacia. Se reconoce ahora que los famosos 5.000 altos cargos, como las 50.000 v¨ªrgenes de la leyenda, nunca existieron. Fue, seg¨²n ahora se dice, "un error de interpretaci¨®n", puesto que esa cifra incluye pr¨¢cticamente todos los puestos de trabajo de relevancia ocupados por funcionarios con t¨ªtulo universitario. Pero, condicionados por sus demag¨®gicas promesas, han suprimido puestos t¨¦cnicos vitales para el buen funcionamiento de la Administraci¨®n, con un ahorro directo irrelevante y un elevado coste en t¨¦rminos de p¨¦rdida de eficacia.
Si tanto despilfarro de gastos corrientes hab¨ªa y tan notorio era, la reducci¨®n del gasto de 200.000 millones era la ocasi¨®n para empezar a eliminarlo. Pero no ha sido as¨ª. El recorte efectivo reduce la inversi¨®n en 120.000 millones, m¨¢s de lo que hab¨ªamos advertido que ser¨ªa necesario hacer. Y aunque todav¨ªa hoy no sabemos qu¨¦ partidas concretas se ven afectadas, se reconoce ya que una, reducci¨®n del 0,25% en los gastos de funcionamiento es un "enorme esfuerzo" y que no se puede hacer m¨¢s hasta que no se defina "una nueva pol¨ªtica de compras" (?).
En realidad, el ajuste presupuestario es menor de lo anunciado, porque la reducci¨®n en 75.000 millones de las transferencias a la UE y a las administraciones territoriales no es realmente un "recorte". Estas aportaciones ser¨¢n las que tengan que ser, en funci¨®n de las variables que las regulan. Si "sobra" cr¨¦dito, el menor gasto no ser¨ªa el resultado de una decisi¨®n pol¨ªtica de no gastar, y si no, no habr¨ªa ni reducci¨®n del gasto ni, por tanto, ajuste.
Pero mientras la literatura del Gobierno proclama la firme voluntad de reducir el d¨¦ficit, la aritm¨¦tica demuestra que el conjunto de las medidas lo aumenta, puesto que el recorte en la inversi¨®n queda anulado por los menores ingresos que producir¨¢n las medidas fiscales aprobadas por los decretos-leyes de fomento y liberalizaci¨®n de la actividad econ¨®mica, presentados a la opini¨®n p¨²blica y a "los mercados" como instrumentos clave de la reactivaci¨®n ec¨®nomica y el empleo, universalmente ben¨¦ficos en sus efectos y de extraordinaria urgencia en su adopci¨®n. Pero en realidad, la adecuaci¨®n de estas medidas al objetivo que se les atribuye es muy dudosa, tienen un coste elevado, van dirigidas a sectores sociales muy espec¨ªficos, involucionan gravemente el sistema de imposici¨®n directa y, en su conjunto, nos alejan de Maastricht.
Algunas de las m¨¢s importantes medidas de liberalizaci¨®n propuestas, como la creaci¨®n de un segundo operador de telecomunicaciones en torno a Retevisi¨®n o la reducci¨®n de plazos en el planteamiento urbano, ya fueron propuestas por el Gobierno socialista, y el PP impidi¨® su aprobaci¨®n.
Otras pueden producir efectos socialmente negativos, contrarios a los objetivos que se proponen. Tal es el caso de la disminuci¨®n de las cesiones de suelo a los ayuntamientos en el proceso de urbanizaci¨®n. Es una buena noticia para los propietarios de suelo, pero muy mala para los que esperan poder acceder a una vivienda de protecci¨®n oficial (VPO), porque ¨¦stas se construyen mayoritariamente, sobre estos suelos. Siendo la VPO un motor b¨¢sico de la construcci¨®n, es m¨¢s que probable que la ventaja que se da a los propietarios de suelo afecte negativamente a la actividad del sector, mientras que nada asegura que se traslade al precio final del suelo. Otro ejemplo es la cacareada liberalizaci¨®n de los precios de los combustibles, que consiste, simplemente, en suprimir el precio m¨¢ximo de venta del gas¨®leo. Si los precios son libres con un m¨¢ximo que los limita, ?qu¨¦ ventaja puede esperar el consumidor de la supresi¨®n de ese l¨ªmite? Lo que puede ocurrir es que en parte del territorio rural, donde la oferta y, por tanto, la competencia es escasa, los precios tiendan a superar el valor que hoy los limita. En otros casos, como el de los colegios profesionales, se trata de un ejercicio lampedusiano, o se adoptan, en telecomunicaciones, decisiones urgentes que se van a aplicar en el 98 o que constituyen una verdadera revancha pol¨ªtica, como la amnist¨ªa fiscal a los ayuntamientos del PP que, en claro fraude de ley convocaron concursos de cable sin competencia legal ni constitucional para ello.
Dentro de las medidas fiscales, la modificaci¨®n de la tributaci¨®n de las plusval¨ªas en el IRPF produce la m¨¢s grave preocupaci¨®n.Se trata de una voladura incontrolada del impuesto sobre la renta. A partir de ahora, ya no habr¨¢ un impuesto sobre "la" renta, sino impuestos distintos para distintas clases de rentas. Una de las cuales, las ganancias de capital, se gravar¨¢n a un tipo proporcional y moderado, el 20%, cualquiera que sea su cuant¨ªa y la de las otras rentas del contribuyente.
Se trata de una modificaci¨®n trascendental de la estructura del impuesto, cuya aprobaci¨®n por decreto-ley es totalmente injustificada, de efectos m¨¢s regresivos y m¨¢s se lectivos de lo que hubiera sido la rebaja de los tipos marginales, que beneficia extraordinariamente a una minor¨ªa de contribuyentes, tanto m¨¢s cuanto mayor sea su renta, y perjudica a la gran mayor¨ªa, tanto m¨¢s cuanto menor sea ¨¦sta. Es la medida har¨¢ inevitable un tratamiento igualmente privilegiado de otras rentas de capital, intereses y dividendos, porque la distorsi¨®n que va a producir en los mercados de capitales ser¨¢ insostenible. Aunque quiz¨¢ eso sea, a fin de cuentas, lo que se busca.
Y lo que es m¨¢s grave, este tipo de medidas fiscales no son adecuadas al objetivo de incremento del empleo, a trav¨¦s de un aumento del ahorro y de la inversi¨®n, que dicen perseguir. A corto plazo, el problema de la econom¨ªa espa?ola es la aton¨ªa del consumo, m¨¢s que la insuficiencia del ahorro, y a largo plazo, la evidencia emp¨ªrica demuestra que las medidas fiscales desplazan el ahorro entre las distintas clases de inversi¨®n, pero no aumentan el volumen global del ahorro. Lo que es seguro es que har¨¢n m¨¢s regresiva la: distribuci¨®n de la renta a costa de agravar los problemas, presupuestarios.
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