'Imaquinaci¨®n'
Las m¨¢quinas, adem¨¢s de inteligentes, son muy astutas. Tras imponerse por decreto en nuestra cotidianidad ahora se al¨ªan con artistas pl¨¢sticos para cautivar las entretelas del ciudadano. Una entidad bancaria, Cajamadrid, va a sembrar la ciudad de cajeros autom¨¢ticos amables, todo coraz¨®n. Alberto Coraz¨®n, precisamente, ha realizado el dise?o de estos artefactos cordiales que susurran piropos personalizados a tu cuenta corriente, vulgar incluso.El cachivache huele a trampa saducea. Si esos artilugios pretenden ser afables de verdad, tendr¨¢n que permitirse licencias filantr¨®picas con cualquiera que se acerque en busca de consuelo. Los bancos volver¨ªan a ser lo que fueron, un asiento del jard¨ªn donde pueden descansar varias personas. Vano espejismo. Los cajeros seguir¨¢n siendo dogm¨¢ticos e intransigentes con los tipos sin inter¨¦s, aunque te doren la p¨ªldora con todo el cinismo que propicia la cortes¨ªa.
Cabe la esperanza de que estos artificios pierdan la cabeza, al igual que otros bichos complacientes, como las vacas y las ovejas (las cabras ya estaban tarumba desde mucho antes). En Madrid hay miles de m¨¢quinas locas, sobre todo en bares.
Taberna de barrio. La televisi¨®n est¨¢ en su apogeo; la radio, infiltrada como m¨²sica de fondo; los parroquianos levantan la voz para entenderse. Sobresaliendo por encima de todos, la m¨¢quina del tabaco reitera como un loro: "Introduzca precio exacto". Una se?ora escucha extasiada los v¨ªtores de la tragaperras: "?Vamos, currito! ?S¨¢lvalo! ?Jo! ?Bravo, campe¨®n! ?Oh, nooo!". Estos artefactos ya han sido sancionados por incitar a la ludopat¨ªa. Sin previo aviso, entonaban Pajaritos o Mi jaca para tentar a los incautos. El peso de la ley frustr¨® su ambici¨®n desmedida.
Las m¨¢quinas amables acabar¨¢n en chirona por dejar a alg¨²n ciudadano tirado como una colilla a horas intempestivas. Les va a salir muy caro, porque tirar una colilla en Madrid est¨¢ multado con 500 talegos. Bien que a tu pesar, las m¨¢quinas no tienen Coraz¨®n, Alberto.
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