EL CUADERNO DE VALDANO
La l¨®gica de la genialidad. Pensemos en Di St¨¦fano, Cruyff, Maradona; al talento aut¨¦ntico no hay modo de contenerlo, ni para los adversarios, ni para sus propios entrenadores. El genio se descubre porque utiliza la t¨¦cnica como herramienta de la originalidad, pero el hueso de su creatividad es una rebeld¨ªa que tiene a bien desobedecer. En f¨²tbol las cosas son como parecen y al aut¨¦ntico grande se lo ve detr¨¢s de cien misiones vulgares. Miro a Iv¨¢n de la Pe?a jugando a 60 metros de la porter¨ªa adversaria y lo Compadezco. Iv¨¢n es un creador uno de esos jugadores que le encuentra entradas a los muros defensivos inventando caminos ins¨®litos por donde s¨®lo pasa un bal¨®n. All¨¢ arriba, donde el f¨²tbol recomienda el riesgo, es un seguro de imprevisibilidad, un surtidor que recibe balones normales y los sirve predispuestos para el gol a delanteros voraces. Si juega en un sitio en donde resulta m¨¢s ¨²til tener sentido com¨²n (Milla, Guardiola, Vizca¨ªno) que genialidad se convierte en un intermediario con un grave defecto: si le sale la gran jugada a¨²n le quedan 50 metros para llegar al gol, si pierde el bal¨®n regala un con tragolpe peligros¨ªsimo. Es como apostar cien pesetas con el riesgo de perder mil. Mal negocio para el equipo y para Iv¨¢n que sigue sin encontrar el lugar, la confianza... y la re beld¨ªa.Todo tiene un l¨ªmite. Encontrar los lugares no siempre es f¨¢cil. El brasile?o Tim, para algunos un sabio de verdades simples, entrenaba un equipo de su pa¨ªs y no lograba ser entendido por uno de esos extremos que tienen muchas condiciones, pero no saben qu¨¦ hacer con ellas. Tim le ense?aba de un modo gr¨¢fico a diferenciar las zonas del campo: "Donde est¨¢ la publicidad de Gillette hay que tocar r¨¢pido, desde el cartel de Coca-Cola puedes regatear y cuando llegas adonde dice Philips tienes que centrar". Pero ese tipo de jugadores, que se llevan mejor con la pelota que con el juego, no suelen entender mucho. Tim se desesperaba y en un partido no par¨® de gritarle: "Frena", "mira", "cierra", "acelera", "t¨®cala", "corre", "tira", "est¨¢te atento", "m¨¢s adelante", "vuelve"; ya ronco de radiarle el partido decidi¨® cambiarlo. El extremo se meti¨® en el banco contrariado, bebi¨® un trago largo de agua que le devolvi¨® la fe en s¨ª mismo y se atrevi¨® a hacer un comentario aclaratorio: "Maestro, yo no estaba cansado, ?eh?". "Pero yo s¨ª", le contest¨® Tim con la paciencia gastada.
Las virtudes del enga?o. Los privatizados y atl¨¦ticos cuerpos de Atlanta se van a los extremos haciendo caer las primeras marcas mundiales, mientras miles de millones miramos con admiraci¨®n y algo de espanto. Ese sinceramiento f¨ªsico que est¨¢ siempre a punto de ser inhumano es la esencia del atletismo (m¨¢s veloz, m¨¢s alto, m¨¢s fuerte), pero no del f¨²tbol. Me contaba Justo Gilberto, en Tenerife, que en los anos sesenta un entrenador orden¨® hacer un ejercicio com¨²n en esa ¨¦poca: tocar el suelo con las manos a uno y otro lado del cuerpo cada, tres pasos. Ante la pereza mental y la falta de flexibilidad f¨ªsica de uno de los jugadores, el entrenador fue muy gr¨¢fico en la correcci¨®n: "Medina, como no salten los caracoles, no agarra ni uno". Frases como "correr es de cobardes" o definiciones futbol¨ªsticas como "corre mucho, pero juega bien", nos dan una idea del poco prestigio que el despliegue f¨ªsico ha tenido siempre entre los jugadores. Es que en este juego, el aut¨¦ntico talento se expresa mintiendo y hay que usar el cuerpo para hacerle creer al rival lo contrario de lo que intentaremos: el pie hace prestidigitaci¨®n con el bal¨®n; para las piernas es tan importante acelerar como frenar; la cintura se hamaca para enga?ar y hasta los Ojos (Laudrup) miran al sitio falso con la intenci¨®n de mandar un mensaje equivocado. El atletismo lleg¨® con af¨¢n intervencionista al f¨²tbol, pero sus verdades no siempre le sirven a un juego felizmente mentiroso.
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