EL CUADERNO DE VALDANO
El f¨²tbol negro. Cuando Brasil perdi¨® la final del 50, hubo quien interpret¨® aquella frustraci¨®n como un castigo divino por la impureza de la raza. Despu¨¦s lleg¨® Pel¨¦ y empezamos a creer que el futuro del f¨²tbol ser¨ªa negro. Desde entonces Brasil gan¨® y encant¨® mucho, con una influencia negra tan determinante que las selecciones demasiado blancas nos producen cierta desaz¨®n. Nos dice Jorge Amado que "en toda la expresi¨®n art¨ªstica brasile?a la presencia de los valores negros se impone primordialmente".Tambi¨¦n en f¨²tbol. Sobre todo, en f¨²tbol. En pa¨ªses como el Reino Unido y Holanda, los jugadores negros tuvieron que luchar contra mucha incomprension, pero cuando encontraron condiciones para la integraci¨®n, adquirieron confianza y fueron haciendo pesar con continuidad sus condiciones fisiol¨®ficas e intuitivas. ?frica, continente que padece los estragos de todos los males sociales, tardar¨¢ en encontrar una organizaci¨®n para su f¨²tbol, pero ¨¦sta es una materia de aprendizaje silvestre en donde la pobreza ense?a mejor que la abundancia.
Los excelentes jugadores que produce ese continente est¨¢n colonizando los mejores equipos europeos, y eso influye en la calidad competitiva de selecciones como las de Nigeria o Ghana, dos de las cuartofinalistas de estos Juegos, que empiezan a sentirse preparadas para atacar los grandes objetivos. La velocidad corta en las piernas, el culebrismo de sus caderas, el ritmo para componer movimientos originales de cuerpos que parecen hechos a la medida de este juego. Esta noche act¨²an Brasil, Nigeria y Ghana; magia negra en el mejor sentido.
Mucha agua estancada.
En la ¨²ltima Eurocopa vimos al f¨²tbol caminando hacia atr¨¢s y as¨ª, fortaleciendo el tren trasero, algunos equipos parecieron s¨®lidos, fuertes, seguros. Tengo otro modo de decirlo: los equipos fueron defensivos y co?azos. El delantero, llanero cada d¨ªa m¨¢s solitario, emprend¨ªa la b¨²squeda de compa?¨ªa para asociarse, del bal¨®n para divertirse y del gol para seguir alimentando a su familia. B¨²squeda in¨²til.
Hace alg¨²n tiempo, a aquellos jugadores que no serv¨ªan para mediocampistas se los convert¨ªa en defensores, porque cu¨¢nto m¨¢s atr¨¢s se juega, m¨¢s f¨¢cil es. Ahora, a cualquier central con algunas condiciones se le asciende a centrocampista. La cancha, ese lugar llen¨® de atascos con derecho a atropello, se llena as¨ª de tipos sin agilidad para la maniobra r¨¢pida, sin t¨¦cnica para resolver problemas en espacios cortos, y sin criterio para ponerle una br¨²jula al juego en la larga y ancha traves¨ªa del centro del campo.
En los Juegos Ol¨ªmpicos, Espa?a, Francia y Portugal insisten con los dos mediocampistas defensivos, una moda de mal gusto. ?Qui¨¦n se atrever¨¢ a quitar el tap¨®n para que corra esa agua estancada por el miedo?
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