Sangre caliente
Al sol no le queda m¨¢s remedio que acudir a su cita con el festival donostiarra para reunirse con la diosa de la m¨²sica afrocaribe?a, Celia Cruz, y realzar una jornada festiva apta para todos los p¨²blicos. Pero el camino hasta la tierna, conmovedora Celia Cruz result¨® largo y sinuoso.Otra dama, la primera programada en el apartado de piano solo inaugurado el pasado a?o, ofreci¨® antes un recital introspectivo y directo, cauto y r¨ªgido ante las evidentes limitaciones t¨¦cnicas, y algo romo en originalidad. El irreprochable repertorio propuesto por Shirley Scott, m¨¢s conocida como organista, recibi¨® un trato respetuoso pero lineal y s¨®lo la modestia de planteamientos permiti¨® escuchar con agrado 60 minutos de swing leve y et¨¦reo. A pocos metros de all¨ª, a cielo abierto, todo estaba dispuesto para, la gran ceremonia tropical.
Shirley Scott (piano solo)
David S¨¢nchez Quintet. Celia Cruz con ?scar D'Le¨®n y su orquesta San Sebasti¨¢n. 28 de julio.
El quinteto del extraordinario saxofonista David S¨¢nchez actu¨® de emisario y tante¨® los ¨¢nimos de la audiencia. Casi toda estaba all¨ª con una idea fija y el puertorrique?o tuvo que trabajar de firme para captar la atenci¨®n. Despleg¨® un jazz colorista y brioso en el que la percusi¨®n abundante no actu¨® de lastre, sino de est¨ªmulo. Toc¨® boleros, calypsos y cl¨¢sicos del jazz con cabal conocimiento idiom¨¢tico y acab¨® recaudando su merecida cuota de reconocimiento.
La espera result¨® abrasadoramente entretenida con la orquesta venezolana de ?scar D'Le¨®n. El atl¨¦tico director de la que est¨¢ considerada mejor formaci¨®n de salsa del mundo advirti¨® de entrada que su gente no se est¨¢ quieta cuando suena el timbal. Como quiera que el timbal son¨® alto y claro, la concurrencia empez¨® a creerse hermana de la espuma y del sol. Los contoneos se multiplicaron y los cuentarrevoluciones se dispararon. S¨®lo cab¨ªa preguntarse c¨®mo la reina del ritmo cubano iba a apa?¨¢rselas para subir la ya t¨®rrida temperatura ambiental.
Puede que Celia Cruz no tenga aquella voz d¨²ctil y llena de matices de los a?os cincuenta, pero lo que ha perdido en brillantez vocal lo ha ganado en tablas y poder de comunicaci¨®n. Sali¨® de rubio platino con un vestido negro de lam¨¦ plateado que se mov¨ªa como un flan feliz a cada golpe de cadera. Abri¨® con dos t¨ªtulos viejecitos y se explay¨® en dichos de cubana graciosa y cantos de cubana sabia.
Quiso cantar, pero no quiso cantar sola. El p¨²blico ya se hab¨ªa rendido a su asombrosa naturalidad esc¨¦nica y coreaba con ella a la m¨¢s m¨ªnima insinuaci¨®n. La fiesta se complet¨® con un d¨²o arrollador de Celia con ?scar D'Le¨®n. Hasta el sol hab¨ªa cumplido en la ¨²ltima oportunidad de congraciarse con la afici¨®n donostiarra.
La 31? edici¨®n del Festival de San Sebasti¨¢n es ya historia. El severo castigo de la lluvia y una programaci¨®n quiz¨¢ saturada de actuaciones por debajo de la media impide la comparaci¨®n directa con la extraordinaria cosecha del pasado a?o.
De la edici¨®n de este a?o queda para el recuerdo la lecci¨®n de humildad del mejor pianista vivo, Hank Jones, y el poder de enso?aci¨®n de la gran cantante Abbey Lincoln. El concierto de Joe Henderson, ya en fase de sobreexplotaci¨®n del proyecto sobre la m¨²sica de Jobim, y las agradables confirmaciones de David S¨¢nchez y Yosuke Yamashita han sido otros cap¨ªtulos dignos de menci¨®n.
Babelia
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