Eficacia o agon¨ªa
Bruselas ha puesto fin a un tormentoso culebr¨®n. Frente a reiteradas amenazas, ha garantizado la pol¨ªtica de solidaridad interterritorial, al menos hasta 1999. Los fondos estructurales no corren ya peligro de convertirse en reh¨¦n de la convergencia nominal. Y lo que es m¨¢s importante: en la medida en que el documento Condicionalidad y fondos estructurales menciona al euro -que entrar¨¢ en funciones en 1999-, quedan puestas las bases para la continuidad de esa pol¨ªtica en el siglo XXI, frente a la tentaci¨®n de convertirla en v¨ªctima propiciatoria de la, por otra parte, indispensable ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea al Este.La noticia se superpone a la aprobaci¨®n por el Consejo de Hacienda -el jueves- del anteproyecto de presupuesto para 1997. Tambi¨¦n ah¨ª, tras intenso forcejeo, los fondos estructurales (casi 900.000 millones para Espa?a en el pr¨®ximo ejercicio) salieron bien librados de los l¨®gicos recortes rigoristas.
Creen los optimistas que estas dos desagradables escaramuzas habr¨¢n servido de completa "vacuna" para evitar que nadie entre los Quince vuelva a intentar meter la mano en el bolsillo de la solidaridad interna para sufragar cualquier factura por necesaria que sea. Pero incluso aunque no fuera as¨ª, hasta los pesimistas saben que se ha puesto una pica en Flandes: el coste pol¨ªtico de un nuevo intento nunca ser¨¢ balad¨ª.
Adem¨¢s del qu¨¦, esta doble batalla ilustra del c¨®mo, ese saldo invisible sobre la manera de tomar decisiones en Bruselas, o de influirlas. En el primer litigio llev¨® la voz cantante la comisaria de Pol¨ªtica Regional, Monika Wulf-Mathies. Pero la escudaron tanto sus servicios -encabezados por Eneko Land¨¢buru- como sus colegas de colegio, entre los que destacaron, discretamente, Marcelino Oreja y Manuel Mar¨ªn. La segunda batalla la acarre¨® en solitario el embajador Javier Elorza. "Yo me conformaba con la mitad de lo conseguido", confesaba a pelota pasada el secretario de Estado portugu¨¦s.Ambos episodios revelan que los buenos logros son siempre consecuencia de una correcta estrategia. Que incluye varios requisitos: una toma de posici¨®n clara, rigurosa, sin equ¨ªvocos; la b¨²squeda de complicidades en torno a los decisores externos (sean comisarios o ministros de otros Gobiernos); gran firmeza, pero sin aspavientos, en el desarrollo de la pol¨¦mica; una amplia pol¨ªtica de alianzas internas, que a¨²ne en la misma direcci¨®n a comisarios, diplom¨¢ticos, opini¨®n y clase pol¨ªtica dom¨¦stica.
Hay otro modo de negociar, el que antepone al estilo eficacia el estilo ag¨®nico. Este tiende a convertir el circo de intereses comunitarios en un gui?ol para el lucimiento personal o partidista. Acaba de revelarse su inutilidad en la negociaci¨®n de la fracasada -para Espa?a- negociaci¨®n de la OCM de frutas y hortalizas. Y se compone tambi¨¦n de varios elementos: enfrentarse "a Bruselas", enemist¨¢ndose al comisario responsable del sector, con cualquier excusa; romper el frente interno culpabilizando a otros (a la herencia recibida o a la supuesta inepcia de funcionarios y diplom¨¢ticos) de las limitaciones objetivas o de los errores propios; evitar tejer complicides y alianzas (el complejo aut¨¢rquico "a mi que los arrollo"); y, sobre todo, plantear las diferencias en t¨¦rminos de total victoria o completa derrota, prometiendo siempre la primera a la clientela.
Este ¨²ltimo error es doble, porque en todo escenario complejo a lo que hay que aspirar es a un buen equilibrio reveses/logros/empates y porque toda victoria implica
un derrotado (que guarda memoria para el futuro). El agonismo triunfa en contadas ocasiones. Deviene entonces heroico. Pero lo m¨¢s frecuente es que se arruine. Y entonces se queda en pat¨¦tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.