Por nuestro bien
Todo por nuestro bien. En Estados Unidos, seg¨²n los usos de la Santa Inquisi¨®n, el tabaco va a ser una droga prohibida, como la marihuana. Por el bien del ciudadano, dice Clinton, aunque nada le impide firmar una ley que deja sin cupones de comida a 26 millones de indigentes y sin ayuda familiar a otros 13 millones. Y es que esos desgraciados ni consumen ni suponen un tanto por ciento apreciable de votos, las dos ¨²nicas razones por las que un ser humano merece hoy la atenci¨®n del Estado.Para los menos miserables, el Estado se reserva el derecho a vetar lo que produce placer, siempre, claro est¨¢, que no amenace los dividendos de las multinacionales, las industrias farmac¨¦uticas, por ejemplo, que no han tenido reparos en conchabarse con ciertos gobiernos para inundar de sangre infectada de sida Francia y Jap¨®n, dos de los pa¨ªses ricos donde no se ha podido tapar el esc¨¢ndalo. Ni lo tienen para vender a los m¨¢s pobres no s¨®lo sangre infectada, sino toneladas de medicamentos caducados o directamente prohibidos en Occidente.
Eso s¨ª, que no se venda ahora el Herbal Extasis fabricado con productos naturales por una peque?a empresa, que, seg¨²n el Instituto d¨¦ Toxicolog¨ªa, "puede representar un riesgo para la salud". Como si no lo fuera, y mucho mayor, el de las armas que, de no matar y a poder ser con dolor, son devueltas a las f¨¢bricas espa?olas de origen; los coches, que dejan cada semana cientos de cad¨¢veres; el alcohol, cuyo ¨ªndice anual supera las 25.000 muertes s¨®lo en Espa?a, o tant¨ªsimos medicamentos que se venden sin receta y curan el catarro, pero destrozan el h¨ªgado o los pulmones.
Demos gracias a que el cacao lo comercializa la poderosa Nestl¨¦. De lo contrario, por el bien del ciudadano y con el pretexto de la adicci¨®n a que lo somete, ya nos habr¨ªamos quedado sin el placer del chocolate.
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