Un Rasput¨ªn al servicio del mejor postor
Dick Morris es un personaje controvertido y misterioso que desde 1994 se ha convertido en el principal arquitecto de la resurrecci¨®n del presidente Bill Clinton. Abogado, de 48 a?os, se ha formado en c¨ªrculos liberales neoyorquinos, pero gran parte de su carrera la ha volcado al servicio de pol¨ªticos republicanos. Su m¨¢s conocido y pol¨¦mico trabajo sirvi¨® para la reelecci¨®n como senador de Jesse Helms, uno de los representantes de la extrema derecha republicana.Sus enemigos, que son muchos, lo definen como una especie de Rasput¨ªn, como la actual eminencia gris de Clinton, pero tambi¨¦n como un mercenario sin principios. El l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado, Trent Lott, antiguo cliente de Morris, lo llama "el primer ministro". De hecho, despacha con Clinton varias veces por semana.
Nadie pone en duda dos m¨¦ritos del personaje, amante de Francia y sus placeres: es brillante y tiene la confianza total del presidente. Clinton conoce bien a Morris y cuenta con su opini¨®n desde que le ayud¨® a reconquistar el cargo de gobernador de Arkansas en 1982 despu¨¦s de su derrota dos a?os antes por alejarse de una pol¨ªtica centrista. Desde ese momento, el actual inquilino de la Casa Blanca no ha sido vencido ni una sola vez en las urnas.
Poco despu¨¦s del desastre electoral dem¨®crata en el Congreso en 1994, Morris firm¨® un contrato de 240.000 d¨®lares anuales (unos 29 millones de pesetas) con el comit¨¦ electoral de Clinton para corregir el rumbo de la Casa Blanca y ayudar al presidente a encontrar su espacio. Fue entonces cuando explic¨® lo que ¨¦l llama la teor¨ªa de la triangulaci¨®n, que consiste en colocar a Clinton en el v¨¦rtice superior de un tri¨¢ngulo, equidistante de los dem¨®cratas liberales y los republicanos de extrema derecha. Y anim¨® al presidente a hacer su propia aportaci¨®n a esa teor¨ªa con reconocimiento p¨²blico de sus errores durante el inicio de su mandato. Clinton le hizo caso, como ya ocurri¨® cuando era gobernador, y comenz¨® a entonar el mea culpa y a confesar que hab¨ªa gobernado con el tim¨®n demasiado a la izquierda. El punto d¨¦bil de la estrategia de Morris es que ha obligado a Clinton a marcar distancias con los miembros de su propio partido en el Congreso y suscitar la hostilidad de algunos de ellos. Fueron fuentes dem¨®cratas las que revelaron la relaci¨®n de Morris con un anuncio racista de la campa?a de Helms.
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