?Reducir el Estado de bienestar para salvarlo?
Se est¨¢ extendiendo hoy en esferas pol¨ªticas y empresariales del pa¨ªs la postura de que para salvar el Estado de bienestar hay que reducir su equidad a trav¨¦s de varias medidas que incluyen la reducci¨®n de la protecci¨®n social. ?sta se presenta como un obst¨¢culo para el crecimiento econ¨®mico y tambi¨¦n para la producci¨®n de empleo. Se asume as¨ª que hay un conflicto entre equidad y eficiencia econ¨®mica, postura ampliamente reproducida tambi¨¦n en los centros financieros m¨¢s importantes de Espa?a hoy. Un ejemplo, entre muchos otros, son las recientes declaraciones del se?or Rojo, gobernador del Banco de Espa?a (hechas en la Universidad Men¨¦ndez y Pelayo), en las que se indica que "el Estado de bienestar espa?ol provee un exceso de equidad que puede haber mermado la eficiencia y el crecimiento econ¨®rnico".Aunque no se explicita el porqu¨¦ de ese conflicto equidad-eficiencia econ¨®mica, el sustento te¨®rico de tal creencia se basa en los bien conocidos marcos te¨®ricos del liberalismo econ¨®mico, que sostienen que el efecto redistributivo del Estado de bienestar est¨¢ afectando la capacidad de ahorro de la sociedad (y, por tanto, de inversi¨®n) al reducir las rentas tanto del capital como de los sectores m¨¢s pudientes de la poblaci¨®n, que son los grupos sociales que se asume que tienen mayor capacidad de ahorro. De ah¨ª que se aconsejen pol¨ªticas que favorecen a estos sectores a trav¨¦s de pol¨ªticas fiscales que diluyan la progresividad de la imposici¨®n de la renta (tal como el se?or Rojo aconseja) y propuestas presupuestarias que favorezcan las rentas del capital.
Lo que es interesante subrayar es que este discurso contin¨²a reproduci¨¦ndose (en Espa?a se est¨¢ convirtiendo en la nueva sabidur¨ªa convencional) a pesar de que la gran evidencia emp¨ªrica acumulada a partir de los a?os ochenta (cuando la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la OCDE inici¨® pol¨ªticas liberales como parte de sus pol¨ªticas p¨²blicas encaminadas a reducir aquella equidad) niega la validez de las premisas que sostienen -aquellas pol¨ªticas. Un estudio detallado de la eficiencia econ¨®mica de las econom¨ªas m¨¢s importantes de la OCDE desde los a?os cincuenta, realizado por un grupo de economistas de varios pa¨ªses dirigidos por los profesores Epstein y Gintis y publicado por Cambridge University Press -Macro-Economic Policy After the Conservative Era, 1995-, muestra que los a?os de dominio de pol¨ªticas liberales (con descenso de la equidad) se han caracterizado por tener menor ahorro, menor inversi¨®n, menor crecimiento de la- productividad y menor producci¨®n de empleo que aquellos periodos en que las pol¨ªticas m¨¢s equitativas han sido las dominantes. En las ¨²nicas ¨¢reas donde aquellas pol¨ªticas liberales han tenido m¨¢s ¨¦xito que las pol¨ªticas keynesianas a las que han sustituido ha sido en el aumento de las rentas empresariales y de los grupos m¨¢s pudientes de la poblaci¨®n, que han visto un aumento del crecimiento de su renta a niveles sin precedentes desde los a?os treinta sin que estos aumentos de la renta repercutieran en un crecimiento del ahorro o de la inversi¨®n. Es m¨¢s, las tasas de crecimiento de la productividad han disminuido, mientras que el nivel de desigualdades, polarizaci¨®n social y pobreza ha aumentado espectacularmente, representando un coste social elevado.
Un ¨¢rea en la que contin¨²a existiendo un debate intenso es la del impacto de tales pol¨ªticas liberales en controlar la inflaci¨®n, cuestion¨¢ndose que el control de la inflaci¨®n pueda atr¨ªbu¨ªrsele ¨²nicamente a tales pol¨ªticas liberales. Pero, en cuanto a los otros indicadores
que he se?alado anteriormente, la evidencia es abrumadora de que menor equidad no produce mayor eficiencia econ¨®mica. En realidad, el estudio de Epstein y Gintis confirma los resultados de muchos otros investigadores, estudios que han forzado incluso al Banco Mundial a reconocer, en su informe World Development Report del a?o 1991, "que no existe evidencia de que el ahorro dependa de la desigualdad social, o que ¨¦sta [la desigualdad social] conduzca a un mayor crecimiento econ¨®mico. En realidad, la evidencia apunta a un sentido con trario, es decir, que mayor desigualdad lleva a menor crecimiento econ¨®mico" (p¨¢gina 137). Parec¨ªa, por tanto, que la equidad ser¨ªa necesaria para la eficiencia econ¨®mica. El Institute for Public Policy Research del Reino Unido ha mostrado, por ejemplo, que, para el perio do 1979-1990 -¨¦poca de m¨¢xima realizaci¨®n de estas pol¨ªticas neoliberales en la OCDE hubo una relaci¨®n inversa entre las desigualdades sociales (disminuci¨®n de la equidad) y el crecimiento anual de la productividad laboral, en el sentido de que hubo un menor crecimiento de aquella productividad en los pa¨ªses que aumentaron sus des igualdades sociales. Igualmente se ha visto mayor inestabilidad econ¨®mica (variabilidad en el crecimiento econ¨®mico) en aquellos pa¨ªses que favorecen un mayor crecimiento de las desigualdades, y ello es debido en parte a que el consumo po pular favorecido por las pol¨ªticas redistributivas del Estado de bienestar es m¨¢s estable y predecible (y depende menos de importaciones) que el consumo de las clases pudientes, cuyo consumo es m¨¢s err¨¢tico y depende sobre todo m¨¢s de las importaciones. No es, pues, sostenible que exista un conflicto entre equidad y eficiencia econ¨®mica entre los pa¨ªses de la OCDE. Tampoco existe evidencia, por cierto, que apoye otra premisa del pensamiento liberal: que a mayor crecimiento de las rentas de capital -o incluso a mayor ahorro- habr¨¢ mayor inversi¨®n. La primera no causa autom¨¢ticamente la segunda. Estados Unidos es uno de los pa¨ªses que tienen mejor infraestructura de recolecci¨®n de datos sobre ahorro e inversi¨®n. Y no se ha visto una relaci¨®n directa entre distribuci¨®n de renta, ahorros e inversi¨®n.
La correcci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico en Espa?a para conseguir la necesaria unidad monetaria europea puede realizarse no a base de restringir el gasto social (incluyendo el sanitario, que es de los m¨¢s bajos de la UE), sino a base de aumentar los ingresos del Estado aumentando la carga impositiva sobre las rentas del capital, incrementando la progresividad fiscal y eliminando el fraude fiscal (que alcanza cifras r¨¦cord en la UE), reconocido por las propias autoridades fiscales como escandaloso. Portavoces de la direcci¨®n general encargada de la pol¨ªtica fiscal del Gobierno espa?ol han reconocido que la eliminaci¨®n del fraude fiscal -por parte sobre todo del mundo empresarial y de los grupos profesionales libres- reducir¨ªa considerablemente el d¨¦ficit p¨²blico. Varios investigadores espa?oles han calculado que tal eliminaci¨®n del fraude fiscal permitir¨ªa una reducci¨®n del 68% del d¨¦ficit p¨²blico. Contrasta el silencio que hoy se observa en centros financieros sobre la necesidad de corregir este fraude con sus llamadas continuadas a la reducci¨®n de la protecci¨®n social.
Quepa, por ¨²ltimo, otra observaci¨®n sobre la argumentaci¨®n sostenida por la nueva sabidur¨ªa convencional de que la competitividad (sobre todo de productos de pa¨ªses con costes laborales y de protecci¨®n social m¨¢s bajos) nos fuerza a reconsiderar la asumida excesiva protecci¨®n social y altos precios del coste del trabajo en Espa?a. La mayor¨ªa del comercio exterior de Espa?a, sin. embargo, no es con pa¨ªses subdesarrollados (con menores costes sociales y menores costes salariales), sino con pa¨ªses desarrollados (con mayor protecci¨®n social y salarios m¨¢s altos). Y Espa?a tiene, adem¨¢s, uno de los salarios m¨¢s bajos en la UE. Seg¨²n una encuesta del World Competitivness Institute, publicada en 1994, Espa?a ten¨ªa los salarios por hora (incluyendo beneficios y aportaciones sociales) m¨¢s bajos de los ocho pa¨ªses m¨¢s importantes econ¨®micamente de la Uni¨®n Europea. Las tan frecuentemente citadas cotizaciones sociales son en realidad un coste salarial. Sumando estas cotizaciones a los salarios, la compensaci¨®n salarial contin¨²a siendo una de las m¨¢s bajas en la UE. En cambio, el precio de la energ¨ªa, de las comunicaciones y del dinero era de los m¨¢s altos. Es parad¨®jico que las mismas voces que est¨¢n pidiendo una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico (a fin de abaratar el dinero) est¨¦n apoyando medidas de reducci¨®n de impuestos y aumentos de la regresividad fiscal que van a aumentar ese d¨¦ficit. Creer que bajar los impuestos a los sectores m¨¢s altos va a estimular la econom¨ªa es olvidar la experiencia liberal de la, Administraci¨®n de Reagan, que cre¨® el d¨¦ficit m¨¢s grande que ha conocido la historia de Estados Unidos a base de seguir esas pol¨ªticas. Espa?a se merece otro trato y mejores pol¨ªticas.
Vicen? Navarro es profesor de Pol¨ªticas P¨²blicas en la Universidad Pompeu Fabra y en la Johns Hopkins University de EE UU.
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