Riendo hacia la muerte

Tienen calidad. Un humor macabro, unos cuadros de costumbres, una historietas negras. Lo peor es su nombre, Los Los; pero todo vale.Aparecen en un teatro Alfil remozadito, vencedor otra vez de las infinitas batallas que le persiguen desde que apareci¨® este alcalde y sus concejales conservadores, y la furia del desaparecido concejal Matanzos -qu¨¦ disparate de hombre: hasta el alcalde se dio cuenta de por d¨®nde iba -parece que ahora va a dedicarse al humor, con su bar abierto y su p¨²blico juvenil, que en un s¨¢bado sin invitados -bueno, yo; pero yo no cuento, ni me r¨ªo ni aplaudo: hay unas convenciones, un protocolo- se mondaba, como se dice en esos barrios.

Barrios que ahora se han animado un poco m¨¢s con la reapertura del Lara, con una buena red de restaurantes y con una parte de la movida madrile?a de Malasa?a, que desciende hasta la hist¨®rica calle del Pez.

Veremos si consigue el Alfil vencer esta vez las oposiciones municipales y seguir adelante con su teatro de humor.

Estos tres c¨®micos tienen el don de la vis c¨®mica: tienen caras flexibles, valores musicales, peque?os gags y, lo mejor, el invento literario: la narraci¨®n, el peque?o ap¨®logo donde la risa es mortal. Mortal es, se ve, el final: cuando van dejando sus relojes -el tiempo ha terminado- y desfilando, con la mueca tr¨¢gica del final, hacia un lateral: la muerte. Levant¨® m¨¢s risas.