Endeble arranque con cine australiano
La genialidad de 'Rompiendo las olas' empeque?ece el concurso
El deslumbrador talento del cineasta dan¨¦s Lars von Trier, que inaugur¨® anteayer esta edici¨®n de la Seminci con Rompiendo olas, ensombreci¨® su comienzo, ayer, con una jornada casi enteramente dedicada al cine australiano, que incluy¨® fuera de concurso a la interesante Shine y en concurso a las endebles Serenata de amor y La habitaci¨®n tranquila. M¨¢s inter¨¦s que esta programaci¨®n monogr¨¢fica tiene la monograf¨ªa El cine australiano, editada por el festival y que cubre uno de los incontables vac¨ªos sobre cine de la producci¨®n editorial espa?ola.
Sin llegar a estar cercados por el vac¨ªo, los cineastas y estudiosos australianos que acudieron ayer a Valladolid para dar la cara en defensa de sus pel¨ªculas pasaron casi inadvertidos. Protagonizaban el d¨ªa, pero ¨¦ste estaba invadido por la imparable resaca de comentarios desatada por la proyecci¨®n, la noche anterior, de Rompiendo las olas, la audaz y bell¨ªsima pel¨ªcula escrita y dirigida por Lars von Trier que el pasado mayo obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
Este extraordinario monumento de espiritualidad, que tiene la generosa osad¨ªa de trazar -a trav¨¦s del rescate de una secuela indefinible del peculiar estilo expresionista del gran Carl Theodor Dreyer, padre del cine dan¨¦s- un camino m¨¢gico en el cine moderno, mediante el retroceso- a una de las fuentes b¨¢sicas del clasicismo europeo, mueve y conmueve. Es decir: crea aut¨¦nticas pasiones y, por tanto, genera detractores -los intrusos y papanatas publicitarios de la chapuza audiovisual- que aumentan involuntariamente su capacidad de irradiaci¨®n y cargan de verdad a quienes salen cordialmente toca os e a contemplaci¨®n de esta maravilla de ingenier¨ªa l¨ªrica.
Obra inteligente
Las rotundas vibraciones del talento de Lars von Trier acallaron, lo que no es justo, los m¨¢s tenues alcances de Shine, buena pel¨ªcula australiana escrita y dirigida por, Scott Hicks, que clausur¨® el pasado Festival de Venecia y que se present¨® aqu¨ª en exhibici¨®n fuera de concurso. Es una obra inteligente, penetrante y que crea inquietud, pese a padecer algunas arritmias graves, que se resumen en ¨¦sta: inoportunas aceleraciones argumentales que hacen pasar la mirada demasiado por encima de algunos recodos del tortuoso itinerario mental del personaje protagonista, un muchacho pianista de gran talento, un artista superdotado, pero ahogado por las agobiantes frustraciones de su padre -interpretado por el gran Armin Mueller-Stahl, que vuelve a actuar -de forma eminente-, un jud¨ªo australiano superviviente de los campos de exterminio nazis. Un muy notable filme sobre las fronteras entre el genio y la locura, que hubiera merecido mejor d¨ªa para su recepci¨®n.Concursaron otros dos filmes australianos. A Serenata de amor, escrita y dirigida por Shirley Barrett, le ocurre lo que a tantas pel¨ªculas actuales frustrantes: est¨¢ correctamente dirigida pero mal escrita. A esta historia de dos hermanas muy j¨®venes que se disputan el sexo de un tipo maduro le falta vigor en el entramado y densidad y trepidaci¨®n en la peripecia argumental, lo que conduce a un gui¨®n sin carne, que suele ser el preludio inevitable de un cad¨¢ver de pel¨ªcula.
Algo as¨ª, pero en clave de novedad algo rebuscada y pretenciosa, le ocurre a La habitaci¨®n tranquila, donde Rolf de Heer -siempre en obsesiva busca de transgresiones f¨¢ciles- intenta y no logra dar duraci¨®n de hora y media a un gui¨®n cuya trama hubiera conducido, de haber sido medida por ojos con un m¨ªnimo sentido de la s¨ªntesis, a menos de una hora de metraje, lo que es indicio de un error garrafal en el armaz¨®n del curioso relato de una ni?ita que, harta de o¨ªr parlotear a sus pap¨¢s, decide, y cumple, no volver a abrir la boca en su vida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.