Atencion a las cajas.
EL SISTEMA financiero espa?ol vive desde hace a?os inmerso en un intenso proceso de adaptaci¨®n a un entorno m¨¢s abierto y competitivo que no ha dejado de transformar la propia configuraci¨®n de sus principales entidades y la posici¨®n relativa de las mismas. Dentro de ¨¦l, los bancos y las cajas de ahorro asisten a la reducci¨®n gradual de sus ventajas -muchas de ellas amparadas en la ausencia de una verdadera competencia-, que garantizaban la f¨¢cil generaci¨®n de un excedente que remuneraba generosamente el capital invertido. La mayor cultura financiera de las empresas y familias espa?olas, el importante descenso de los tipos de inter¨¦s y las perspectivas de integraci¨®n monetaria auguran un futuro en el que los m¨¢rgenes en el sector no volver¨¢n a los niveles de anta?o. El sector est¨¢ lejos, pues, de haber llegado al final de su proceso de transformaci¨®n. Sobre esa base hay que contemplar algunos acontecimientos recientes: reticencias a transmitir con la suficiente celeridad -a los clientes las reducciones en los tipos de inter¨¦s, inversiones con pretensiones de control sobre el capital de las empresas p¨²blicas en proceso de privatizaci¨®n o el desplazamiento hacia el sector de cajas de ahorro de grupos de inter¨¦s cercanos al Partido Popular. Este ¨²ltimo aspecto reviste una singular importancia en la medida en que, a lo largo de los ¨²ltimos veinte a?os, estas entidades, adem¨¢s de conseguir casi una homologaci¨®n operativa con los bancos, han logrado cuotas de negocio en algunas ¨¢reas de actividad que se equiparan con las de ¨¦stos. Con una fuerte implantaci¨®n regional, las cajas mantienen una posici¨®n dominante en la financiaci¨®n de las familias y peque?as empresas, adem¨¢s de una significativa contribuci¨®n a la financiaci¨®n de las administraciones p¨²blicas.La particular configuraci¨®n jur¨ªdica de las cajas -la ausencia de propietarios expresos, en parte sustituidos por la presencia en sus ¨®rganos rectores de representantes de las corporaciones locales, provinciales o regionales- se presta a su manipulaci¨®n, es decir, a los intentos pol¨ªticos de hacer de ellas vectores de influencia o de adecuaci¨®n a determinados intereses particulares. Y ello a pesar de que hayan mantenido una trayectoria por lo general eficiente. El caso de Caja de Madrid-constituir¨¢ durante mucho tiempo una referencia de pr¨¢cticas pr¨®ximas al m¨¢s rancio caciquismo. ?0 no lo es que el propio presidente del Gobierno haga tabla rasa de compromisos previos y de la ejecutoria de su principal responsable para colocar en su presidencia a alguien que -siendo un buen gestor- tiene como principal caracter¨ªstica P¨²blica la de ser amigo suyo? Pero no es en modo alguno el -¨²nico exponente.
Algunos Gobiernos regionales no disimulan su inter¨¦s en modificar aspectos legales que les permitan utilizar m¨¢s libremente las ventajas asociadas a su control. Especialmente, las de influir en la asignaci¨®n de los excede de las cajas. Se tratar¨ªa de concretar y supervisar el destino de recursos que legalmente han de asignarse a actividades propias de la obra ben¨¦fico-social de esas instituciones. La posici¨®n excedentaria de liquidez y de recursos propios que mantienen esas entidades favorecer¨ªa esa instrumentaci¨®n.
M¨¢s all¨¢ de este tipo de actuaciones, la atipicidad de las relaciones entre propiedad y control que caracteriza a las cajas puede llegar a ser cuestionada, como ha ocurrido en otros pa¨ªses europeos, facilitando su traslaci¨®n a la esfera privada, tal como algunos representantes del PP habr¨ªan defendido antes de las elecciones del 3 de marzo. En los pr¨®ximos meses se ver¨¢ si tambi¨¦n en este ¨¢mbito el Gobierno del PP pretende ir m¨¢s all¨¢ de lo que hoy deber¨ªa constituir el objetivo fundamental de este sector: garantizar su estabilidad y contribuir a la definitiva configuraci¨®n de un sistema financiero m¨¢s competitivo y eficiente al servicio de los restantes agentes de la econom¨ªa. Tratar de interferir con criterios-partidistas en decisiones estrictamente empresariales dentro de un sector tan sensible como el bancario puede generar costosas perturbaciones que acabar¨ªan pagando todos los espa?oles. El m¨ªnimo sentido de prudencia aconseja que las prioridades pol¨ªticas se centren en aquellos ¨¢mbitos de nuestro sistema econ¨®mico cuyo funcionamiento es todav¨ªa manifiestamente mejorable.
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