El 'efecto natural'
La publicidad de las pel¨ªculas suele usar como reclamo frases cortas extra¨ªdas de comentarios cr¨ªticos, que las m¨¢s de las veces tienen (por estar desamarradas del conjunto a que pertenecen) significado parcial o inconcluso. Pero de cuando en cuando aparece en uno de esos reclamos una frase apretada, que lo dice casi todo acerca de una pel¨ªcula, pues en pocas palabras alcanza su m¨¦dula. Una de esas frases apoya ahora mismo la publicidad de Ainerican Buffalo. Proviene de un cronista estadounidense y dice: "Cinco minutos de Twister cuestan m¨¢s que toda esta pel¨ªcula, pero aqu¨ª la genialidad es el efecto especial".
Veraz (y por ello leg¨ªtimo) reclamo: una verdad embutida en un disparo de conocimiento del oficio (aliado a la pasi¨®n) de ver cine y de transmitir a un papel la visi¨®n obtenida. Y exacto, si se le matiza a ras de tierra: el talento (es decir: el efecto natural) es el ¨²nico efecto especial que prevalece, porque el asombro que genera no se vac¨ªa en un ef¨ªmero ?oh! de circo tecnol¨®gico, sino que se llena de la elocuencia inagotable de un rostro humano en posesi¨®n de s¨ª mismo. Lo mejor (casi lo ¨²nico interesante) de Parque Jur¨¢sico o Forrest Gump fueron sus ef¨ªmeros efectos especiales, que hoy (con el paso de unos a?os) son antiguallas instaladas en la caspa del arte cinematogr¨¢fico, de modo que el humilde efecto natural del genio interpretativo de Dustin Hoffman y dramat¨²rgico de David Mamet (meollo de American Buffalo) se sit¨²a en alturas astron¨®micas sobre ellos.
American Buffalo
Direcci¨®n: Michael Corrente. Gui¨®n: David Mamet, basado en su obra teatral. Fotograf¨ªa: R. Crudo. M¨²sica: Th. Newrnan. EE UU, 1996. Int¨¦rpretes: Dustin Hoffman, Dennis Franz, Sean Nelson. Madrid: Rialto, Paz y (en V. 0.) Lumiere.
Aqu¨¦llos son ya vestigios de un escal¨®n sobrepasado del vertiginoso desarrollo de la tecnolog¨ªa inform¨¢tica aplicada al cine, pero ¨¦stos son puro verbo cinematogr¨¢fico. Aqu¨¦llos dicen c¨®mo andan de afinadas las probetas y teclados en los laboratorios del entretenimiento visual, pero ¨¦stos devuelven la evidencia de que el cine es un campo imaginario que persiste desde hace un siglo como forma de conocimiento y punta de lanza de la imaginaci¨®n (no fantas¨ªa, forma menor de la inventiva) de este tiempo, ¨¦sa que indaga entre los pliegues del comportamiento a trav¨¦s de int¨¦rpretes capaces de representarlos a piel, a mirada y a alma. Se agradece como regalo ver el efecto especial de una mueca programada en una m¨¢quina de distorsi¨®n ¨®ptica, pero se agarra como ra¨ªz contemplar el efecto natural de un gesto creado por un actor con capacidad de contagio por irradiaci¨®n. Naturalmente, es leg¨ªtimo que muchos (los m¨¢s) se derritan consumiendo dise?os, pero tambi¨¦n lo es que haya quienes (los menos) pasen por encima de los lacitos del bomb¨®n e hinquen el diente a la materia oscura que adornan.
Esa materia oscura, que en el buen cine es parad¨®jicamente la fuente de la diafanidad, tiene en American Buffalo el cimiento de un trago de tiempo esc¨¦nico que est¨¢ entre los m¨¢s intensos del teatro de las ¨²ltimas d¨¦cadas: el pu?etazo corto y directo al entrecejo del drama (triangular: geometr¨ªa teatral) que dio celebridad a David Mamet hace un par de d¨¦cadas. Un muchacho italiano de Nueva York llamado Michael Corrente acudi¨® por entonces a ver aquel espect¨¢culo y sali¨® de ¨¦l bienherido. Veinte a?os despu¨¦s, a ese mismo muchacho, ya con oficio de director de pel¨ªculas, se le present¨® un d¨ªa Dustin Hoffman con un gui¨®n bajo el brazo de aquel drama, adaptado para el cine por su propio autor, tambi¨¦n cineasta curtido y escritor de algunos de los mejores guiones del cine norteamericano independiente, ese cine off Hollywood que da cien vueltas al de Hollywood.
Faltaba cuadrar el tri¨¢ngulo con Dennis Franz y Sean Nelson para que American Buffalo se convirtiera, tras dos semanas febriles en una esquina de Manhattan, en un filme hecho con un pu?ado de d¨®lares y una avalancha de la mezcla de talento y oficio que requiere hacer gran cine. Y ah¨ª est¨¢, en el destello -dentro de la sombr¨ªa lucidez de esta dura imagen radiogr¨¢fica de la mentalidad mercantilista aposentada en las cortas entendederas de un m¨ªsero hamp¨®n- de Dustin Hoffman, peque?o actor gigante, inabarcable, due?o del genio del efecto natural.
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